El primer sainete-falla de la Comunidad Valenciana
Visanteta de Favara"Me gusta la sana obscenidad de los valencianos; me gusta su huerta y a¨²n m¨¢s la apolog¨ªa de sus magn¨ªficos productos convertidos en s¨ªmbolos er¨®ticos; me gustan sus fiestas paganas y admiro la falta de misticismo que los convierte en los m¨¢s mediterr¨¢neos de las Espa?as; disfruto de su habla llena de teatralidad y me gustar¨ªa vivir no nord enll¨¤ [m¨¢s al norte], como dec¨ªa el poeta, sino, al contrario, m¨¢s abajo del Ebro, donde los artistas son todav¨ªa los artesanos".Con estas palabras, en catal¨¢n, Albert Boadella justifica, sobradamente, el homenaje que ha querido rendir a la Comunidad Valenciana con su espect¨¢culo Visanteta de Favara. El espect¨¢culo arranca, inicialmente, de la propuesta que el Teatre Estable del Pa¨ªs Valenci¨¤ le hizo a Boadella para que montase El virgo de Vicenteta (1845), una obra de Josep Bemat i Baldov¨ª, juez, alcalde y diputado conservador que fue de Sueca, su ciudad natal, y a la que su paisano Joan Fuster considera como un "divertimento" ( ... ) "un ejercicio ret¨®rico propuesto sobre el lenguaje coloquial relativo a las cosas sucias".
Albert Boadella
Teatre Estable del Pa¨ªs Valenci¨¢. Ontinyent. 6 de agosto de 1986.
Pero, claro, trat¨¢ndose de Boadella era previsible que su Visanteta de Favara fuese m¨¢s all¨¢, infinitamente m¨¢s all¨¢, de una mera y simple adaptaci¨®n o actualizaci¨®n de la obra de Bernat i Baldov¨ª y se convirtiese, pues, en eso: un c¨¢lido homenaje, descaradamente fallero, a un pa¨ªs y a unas gentes con las que Boadella se encuentra a gusto y cuya cultura (cuyo arte, dir¨ªa mejor Boadella, para el que la cultura ha sido siempre la agricultura) le es afin. Un homenaje y, a su vez, un ajuste de cuentas con unas gentes, con nombres y apellidos propios, las cuales han intentado amargarle la vida al director y a sus int¨¦rpretes.
No es ¨¦sta la ocasi¨®n de comentar ampliamente el espect¨¢culo, un montaje que sufrir¨¢, es previsible, algunos cambios, y no s¨®lo en funci¨®n de los diversos p¨²blicos a los que ¨¦ste se muestre. Por el momento, es un espect¨¢culo que inicia un rodaje, antes de que le llegue su hora de la verdad, la cual, en mi opini¨®n, sonar¨¢ cuando Visanteta de Favara se estrene en la ciudad de Valencia y no en Ontinyent, con un p¨²blico ganado de antemano que, al terminar la funci¨®n, dedic¨® a los int¨¦rpretes y a Boadella una gran ovaci¨®n.
Popurr¨ª
En l¨ªneas generales, puede decirse que Visanteta de Favara es, desde el punto de vista de la escritura esc¨¦nica, un popurr¨ª del anterior teatro de Boadella. De nuevo asistimos a la creaci¨®n del mundo, a los albores de la cultura judeo-cristiana, con un Yaveh torracollons, de hablar jeringado y que, para m¨¢s inri, se expresa en castellano. El para¨ªso de Boadella se halla situado entre el Ebro, el r¨ªo del seny, y el Segura, el r¨ªo del sarao. El para¨ªso es naturalmente valenciano, como valenciano es Ad¨¢n, al que Yaveh da forma moldeando no un pedazo de barro, sino un propio cagarro. Yaveh, siguiendo la descripci¨®n del G¨¦nesis, moldea el primer valenciano a su imagen y semejanza. Y as¨ª, despu¨¦s de haberlo dotado de una titola de considerable tama?o y luego de haberse palpado con amargura la propia, el dios justiciero termina por cortarle a Ad¨¢n algo m¨¢s que la punta de lafava, con la ayuda de su peineta (lit¨²rgicamente, la aureola). En cuanto a Eva, la primera mujer, es, c¨®mo no, la mism¨ªsima dama de Elche, a la cual, una vez ya anciana, sus nietos la solicitar¨¢n todav¨ªa para que se levante las faldas y les muestre la primera figa del m¨®n.Estamos, como puede verse en pleno mundo, fallero y valenciano, de Albert Boadella. A medida que avanza la historia del mundo, es decir, del Pa¨ªs Valenciano, el autor nos introduce en otros temas que le son queridos y de los que ya ha hecho gala en otros de sus espect¨¢culos. Uno de ellos es el de la antropolog¨ªa o de la etnolog¨ªa. Boadella hace aparecer en escena a un par de trogloditas, uno de la margen norte del Ebro y otro, una hembra, de la margen sur del Segura. El primero se expresa con monos¨ªlabos, seny, feina; la frase m¨¢s culta que llega a articular es bon cop de fal?, de un erotismo supuestamente arcaico; la hembra se limita, por su parte, a espantarse las moscas y rascarse los piojos de la cabeza, lo que hace no sin cierta gracia, como si dibujase ancestrales buler¨ªas. Esos dos trogloditas van a ser adiestrados, con diversa fortuna, por los payeses valencianos con vistas a la procreaci¨®n, para sacarse de una vez por todas del pellejo el castigo divino del diario trabajo, del sudor y del dolor, creando una raza de mulas supuestamente humanas y as¨ª poder dedicarse ellos a otros m¨¢s agradables menesteres. Otro tema que asoma, al final de la obra, es el ocaso de las culturas. Al final del espect¨¢culo, ya a principios del siglo XXI, lo que anta?o fuera el para¨ªso es hoy una especie de sexshop orbital en el que tan s¨®lo se habla ingl¨¦s -el valenciano ha quedado reservado a las casas de putas- y en el que los descendientes de los antiguos valencianos se masturban con la ayuda de monumentales pebrots, o de un Micalet-vibrador, o con la banda sonora de una vieja masclet¨¤. Para los voyeurs, una garrida moza se viste, con estudiada lentitud y sabidur¨ªa, un traje de fallera mayor, es decir, el uniforme er¨®tico de las antiguas mujeres valencianas.
Pero lo que constituye una mayor novedad dentro del mundo teatral de Boadella es tal vez la aparici¨®n de un sainete pol¨ªtico que tiene por protagonistas al malvado Yaveh y al inevitable Sant Vicent Ferrer y que gira en torno a lo que Boadella califica como las siete plagas valencianas, con las que el dios justiciero castiga a sus lascivos hijos.
Sorpresa e irritaci¨®n
Una de esas plagas es la aparici¨®n de un peri¨®dico, El Provincial, con el que la gente se limpia el culo pero, ?oh milagro!, el papel, en vez de despegarse de ¨¦l, se adentra por el ojo del mismo con gran sorpresa e irritaci¨®n de los valencianos. Es un papel que sirve para adormecer a la parroquia y del que se dice que "cuando el consuelo reina, Valencia duerme en paz" (la propietaria y subdirectora del peri¨®dico valenciano Las Pvovincias es, por si alguien lo ignora, Mar¨ªa Consuelo Reyna, al parecer una devota de Boadella). Otra plaga son los arquitectos, escultores y artistas que, como aut¨¦nticos t¨¢banos, se ceban en las ancas de ciertos alcaldes socialistas de la Comunidad Valenciana.Boadella nos muestra uno de esos alcaldes, el cual le ha comprado a Ricardo Bofill una mesa sin patas por seis millones de pesetas; una mesa sin sillas, para no sentarse, con forma de media monumental sand¨ªa, en la que el alcalde se tumba, se refocila, como un bendito. Es ese mismo alcalde el que anuncia a un t¨ªo suyo que le va a expropiar la barraqueta por un mill¨®n, para que el municipio pueda construir en su lugar una plaza dura con una escultura de Alfaro que va a costar 15 millones. Y es a ese mismo alcalde al que la mujer de hacer faenas le pedir¨¢ si puede echarle una mano en ese negocio de la loter¨ªa que al parecer tiene solicitado... Pero lo m¨¢s interesante es la irrupci¨®n de la Guardia Civil en el despacho del alcalde. La pareja viene para saber si el alcalde asistir¨¢ a la procesi¨®n del Viernes Santo, y el mun¨ªcipe aprovecha la ocasi¨®n para feficitar a la Benem¨¦rita por su nueva imagen. En efecto; al darse la vuelta los civiles vemos que llevan adosadas a sus respectivas capas la publicidad, uno del Cola-Cao, y el otro de La Caixa...
El sainete del alcalde socialista ofrece, adem¨¢s, un gag de antolog¨ªa. Unos empleados municipales se presentan en el despacho del se?or alcalde llevando una imagen de Sant Vicent de tama?o natural y dici¨¦ndole que el concejal de Cultura la ha condenado a permanecer en los almacenes municipales. El alcalde les dice que nanay, que eso puede provocar un conflicto con los de Alianza Popular, y que la dejen ah¨ª, en un rinc¨®n de su despacho. En esas, sucede que la imagen se cae y cae sobre las espaldas del alcalde, derrib¨¢ndolo al suelo. La levantan, la vuelven a poner en su sitio, y se percatan de que le falta el dedo de la mano derecha. ?D¨®nde estar¨¢ el dedo?, y despu¨¦s de buscar el alcalde se percata de que el dedo del santo se hab¨ªa introducido nada menos que en... en su propio culito.
Toda esa monumental falla, un tanto estirada de pieles y carnes, y que se pierde alguna que otra vez, va trufada con escenas de El virgo de Vicenteta, mon¨®logos y di¨¢logos, metidos a veces con calzador, pero que halagan y mucho al respetable, aunque, deseng¨¢?ense, en este espect¨¢culo de Boadella la obra de Bemat i Baldov¨ª no es m¨¢s que un pretexto, pues lo que en realidad cuenta es la sabia maldad del catal¨¢n, su mundo personal y su no menos personal¨ªsima manera de poner en solfa un pa¨ªs que va m¨¢s all¨¢ de las estrictas fronteras de la Comunidad Valenciana. En realidad, estamos ante lo que puede considerarse el primer sainete-falla de la Comunidad Valenciana. Teatro de hoy, ni m¨¢s ni menos el teatro que la gente quiere ver y conf¨ªa seguir viendo.
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