El final de las aventuras de 'El Guille'
Guillermo Segura Mart¨ªn, de 22 a?os, puede ser condenado a m¨¢s de 50 a?os de c¨¢rcel
Guillermo Segura Mart¨ªn, de 22 a?os, conocido como El Guille, uno de los delincuentes con m¨¢s largo historial delictivo, podr¨ªa ser condenado a m¨¢s de 50 a?os de c¨¢rcel si su caso se juzga con severidad. El Guille tiene cinco causas pendientes por robo con intimidaci¨®n y se encuentra internado, en prisi¨®n preventiva, en la c¨¢rcel de Oca?a 1. El lugarteniente de El Jaro, con un r¨¦cord de permanencia en celdas de castigo a sus espaldas, asegura que quiere ser "una persona normal".
Desde la prisi¨®n Guillermo se define como un pobre hombre que necesita cari?o. "No soy tan malo como la gente piensa", dice. "Los delitos de los que se me acusa los comet¨ª bajo el s¨ªndrome de abstinencia. Ahora estoy curado. Ya se que lo que digo es lo mismo que dicen todos los que como yo han pasado por la c¨¢rcel y han nacido en una familia sin medios, pero es verdad. Como los toreros, lo que necesito es una oportunidad".El adolescente terrible se siente v¨ªctima de su. propia leyenda. "Una leyenda que los peri¨®dicos se han encargado de airear. Me han acusado de todo". En una ocasi¨®n, incluso, la coincidencia del nombre propio y el segundo apellido con un delincuente de Barcelona, llev¨® a varios medios informativos, incluido El PA?S, a atribuirle un homicidio.
Los ojos de Guillermo son negros, y en su mirada hay persuasi¨®n y descaro. Es alto y est¨¢ en los huesos. Durante su estancia en la prisi¨®n de Alicante agredi¨® a un funcionario que lo quer¨ªa meter en celdas y eso le ha costado ser sometido al m¨¢ximo castigo carcelario. Lleva seis meses internado en una celda de la que sale durante una hora al d¨ªa y no se le permite tener comunicaciones cara a cara. En el peque?o cuarto en el que vive hay una ventana desde la que s¨®lo se ve un muro. "Cuando salgo al patio me pongo a dar brincos y corro como un loco", asegura.
Durante su estancia en Oca?a vivi¨® uno de los momentos m¨¢s duros de su vida. Libertad, su hija de siete meses, "falleci¨® en La Paz a causa de un virus extra?o". Los juzgados con los que tiene causas pendientes le denegaron el permiso para asistir al entierro. "Le pusimos ese nombre porque esa ni?a era mi libertad", asegura mirando al suelo.
Ladr¨®n de palomas
Su carrera delictiva comenz¨® el d¨ªa que los peri¨®dicos anunciaron la sorprendente noticia de un robo de 5.000 pichones de tiro en el barrio madrile?o de Pe?a Grande. A los pocos d¨ªas una vecina que escuch¨® demasiados arrullos en la casa de al lado avis¨® a la polic¨ªa. Guillermo, que entonces no ten¨ªa m¨¢s de 11 a?os, fue ingresado en un colegio del Tribunal Tutelar de Menores. Del centro se fug¨® para ver a su familia. "No pod¨ªa resistir estar lejos de ellos".Los internamientos en colegios especiales y las fugas se hicieron constantes a partir de entonces. Aprendi¨® pronto a conducir -"no llegaba al volante y me sentaba sobre cojines", explica. Conoci¨® a El Jaro y formaron una banda de ni?os que adquiri¨® gran notoriedad a finales de los setenta. Guillermo era el conductor del grupo y de su habilidad depend¨ªa la huida.
Los chicos malos de todas las ciudades comenzaron a ser internados en la prisi¨®n de Zamora. El Guille, El Jaro, El Vaquilla y El Payoso, entre otros, pasaron por la c¨¢rcel cuando ninguno de ellos ten¨ªa la mayor¨ªa de edad. "Eso fue lo m¨¢s injusto que me ha pasado nunca", recuerda ahora Guillermo. "No ten¨ªamos ni servicio y cuando nos duch¨¢bamos nos ten¨ªamos que trasladar a la zona donde estaban los de la ETA. Los especiales nos apuntaban con metralletas y pas¨¢bamos desnudos a la ducha. No veas el espect¨¢culo que se montaba para tan poca cosa", dice. "Era denigrante, y yo he visto muchas cosas. No soy un hombre culto, pero no creo que se rehabilite a los ni?os meti¨¦ndolos en c¨¢rceles". En la prisi¨®n de Zamora recibi¨® la noticia de la muerte de El Jaro. No era el primero ni el ¨²ltimo de sus amigos que ca¨ªa abatido en plena faena.
Hace cuatro a?os conoci¨® a Yolanda, su compa?era. "Los dos estudi¨¢bamos entonces Graduado Escolar. Fue la mejor ¨¦poca de mi vida. Iba con los libros bajo el brazo y ten¨ªa una sensaci¨®n como nunca de bien, pensaba que se hab¨ªa acabado mi mal rollo". La diversi¨®n dur¨® poco, pronto volvi¨® a ser detenido.
El Guille espera ahora que Justicia ponga en marcha un plan de reinserci¨®n para j¨®venes delincuentes que no est¨¢n implicados en delitos de sangre.
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