La crisis egipcia
THE ECONOMISTLa ¨²ltima vez que un gran pa¨ªs de Oriente Pr¨®ximo se dej¨® llevar por el fundamentalismo isl¨¢mico, surgi¨® el Ir¨¢n del ayatollah Jomeini.Egipto no es Ir¨¢n, ni tampoco el presidente egipcio, Hosni Mubarak, es el Shah. Pero hay algunos paralelismos. La econom¨ªa empieza a vacilar tras un crecimiento demasiado r¨¢pido. El fundamentalismo dogm¨¢tico y la explosi¨®n de la natalidad pueden llevar el pa¨ªs a la ruina. Si Mubarak se marcha, y con ¨¦l se va el ¨²nico Estado ¨¢rabe que ha hecho formalmente la paz con Israel, todo el Oriente Medio temblar¨¢.
Desde que a mediados de los setenta, Anuar el Sadat, iniciara la apertura econ¨®mica, Egipto pareci¨® gozar de gran prosperidad. En los a?os ochenta las cifras oficiales han se?alado anualmente un crecimiento real de un 5 a un 11
%, el tipo de crecimiento que tambi¨¦n conoci¨® el Shah en sus buenos tiempos. Pero sus principales fuentes de intercambio con el exterior est¨¢n ahora colapsadas: el petr¨®leo, las remesas de los trabajadores del Golfo y el turismo, ahora que los americanos se mantienen apartados. Puede ser que pronto no sea suficiente para cubrir la inmensa deuda exterior egipcia.
Los tiempos de Nasser, del Estado del Bienestar y del vertiginoso crecimiento, legaron una sociedad inestable. ( ... ) Los funcionarios, -por ejemplo los m¨¦dicos, los profesores y el excesivo n¨²mero de bur¨®cratas, s¨®lo cobran todav¨ªa una cuarta parte de lo que gana un empleado. Aunque, naturalmente, muchos de estos funcionarios tienen dos trabajos, su pobreza ha conducido a que se muestren tan interesados en los subsidios del pan y en mantener la barra a 2 piastras (cuando los costes de producci¨®n ascienden a 8 piastras) y el bajo precio del petr¨®leo, que ha hecho que su consumo en Egipto supere por mucho la producci¨®n propia.
Estos funcionarios piensan que la apertura econ¨®mica y los a?os de fuerte crecimiento han enriquecido s¨®lo a un grupo de especuladores a quienes ellos desprecian. No son entusiastas de la religi¨®n oficial pero han ido inclin¨¢ndose, como tambi¨¦n algunos oficiales del Ej¨¦rcito, hacia el fundamentalismo isl¨¢mico. El declive de los ingresos exteriores puede llevar a que las masas tomen tambi¨¦n este camino. Los mullahs preparan una gran alternativa social y cuentan con una buena red de propaganda como preparaci¨®n para la depresi¨®n que viene.
( ... ) El pa¨ªs tiene muchos ant¨ªdotos contra los mullahs: El Mediterr¨¢neo cosmopolita y las tradiciones levantinas de El Cairo y Alejandr¨ªa, los intelectuales occidentalizados de Egipto, una numerosa minor¨ªa cristiana, y sobre todo, el cansancio del pueblo tras la lucha encarnizada con Israel. Son muchos los egipcios que desean un Egipto m¨¢s islamizado pero se?alan que eso no significa la guerra con Israel. Sin embargo argumentan que los acuerdos de Camp David podr¨ªan ser rescindidos oficialmente; es un retorno al lenguaje de guerra, si no a la guerra misma y supondr¨ªa un gran paso atr¨¢s. La mayor¨ªa de ellos desea que Mubarak se vaya.
Si se va, podr¨ªa haber diferentes soluciones. La salida forzada m¨¢s pac¨ªfica para Mubarak puede ser un golpe de Estado incruento. Abu Ghazala, el todav¨ªa leal ministro de Defensa, podr¨ªa ser persuadido para que le remplazara.
8 de agosto
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