La verdad de una leyenda
Andaluc¨ªa, para¨ªso y volc¨¢n, riente y tr¨¢gica, distinta y acogedora, transparente, compleja. Al cumplirse hoy los 510 a?os del fusilamiento de Blas Infante, aproximarse a ¨¦l ayuda a aclarar el enigma. La declaraci¨®n de Infante por el Parlamento andaluz como Padre de la Patria Andaluza resulta un gesto poco usual, pero comprensible en el an¨®malo contexto andaluz. Infante, al plantearse resueltamente el complicado tema de su pueblo, resulta paradigma. Se encar¨® ambiciosamente con el misterio de su gente buscando la cifra del enigma para abrir a los andaluces un futuro propio. Por eso, recorrer la trayectoria infantiana ayuda a la comprensi¨®n del fen¨®meno Andaluc¨ªa.Blas Infante P¨¦rez de Vargas (que ¨¦l redujo a P¨¦rez) naci¨® en Casares, M¨¢laga, el 5 de julio de 1885. Con la breve interrupci¨®n del 1896 al 1900 (en que fue alumno de los Escolapio de Archidona) y cortas estancias en Granada para convocatorias de ex¨¢menes en su facultad de Derecho, permaneci¨® en su pueblo los 20 a?os primeros de su vida. Infante parti¨® siempre de s¨ªntesis, intuitivas que, luego, descompon¨ªa rigurosamente: "Por intuici¨®n aprend¨ª los principios y fundamentos de mi ni?ez o primera juventud.
Acudo a la ciencia a comprobar estas inituiciones y en ella no en cuentro nada que las contradiga", escribe (in¨¦dito Al1,29). La primera s¨ªntesis se la ofreci¨® la fuerte personalidad ¨¦tnilica y geogr¨¢fica de Casares. Le sell¨®; vio su pueblo como esquema del problema andaluz: jornaleros, gitanos, noches adolescentes de cante jondo con resonancias moriscas contrastaban con la peque?a burocracia del juzgado local, en que ¨¦l fue escribiente, con las; levas para la guerra de Cuba, todo ello "mirando de frente eternamente los escarpes de ?frica sobre el Estrecho" (in¨¦dito AAN,2).
Archidona fue otro enclave: malague?a, pero muy cordobesa, pero muy granadina, y en el camino real de Sevilla, era, sobre todo, centro ilustrado de mucha Andaluc¨ªa por obra del collegio de los Escolapios, ¨²nicos religiosos respetados por los Gobiernos de un siglo XIX que clausur¨® 3.000 casas de regulares mientras los Escolapios triplicaban las suyas.
Muy populares, mezclaban sin matiz a sus alumnos internos (entre ellos, Blasillo Infante) con los de la chiquiller¨ªa local, cuyo mayor n¨²rnero era de ni?os jornaleros. Las tareas escolares se acompasaban a las faenas,del campo y el alunmnado participaba en ellas.
El dato fue germinal para el colegial Infante. Uno de sus textos decisivos, y cuyo color autobiogr¨¢fico indica una fuerte impresi¨®n ("en el ni?o que conduzco en m¨ª", dice en el in¨¦dito C,32), naci¨® de la experiencia archidonesa: "Yo tengo clavada en la conciencia, desde la infancia, la visi¨®n sombr¨ªa del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agon¨ªa con la agon¨ªa triste de las tardes invernales; he presenciado c¨®mo son repartidos entre los vecinos acomodados, para que ¨¦stos les otorguen una limosna de trabajo, tan s¨®lo por fueros de caridad; los he contemplado en los cortijos, desarrollando una vida que se confunde con la de las bestias; los he visto dormir hacinados en sus sucias ga?an¨ªas, comer el negro pan de los esclavos, esponjado en el gazpacho maloliente, y servido, como a manadas de siervos en el dornillo com¨²n, trabajar de sol a sol, empapados por la lluvia en el invierno, caldeados en la siega por los ardores de la can¨ªcula; y he sentido indignaci¨®n al ver que sus mujeres se deforman consumidas por la miseria de las rudas faenas del campo; al contemplar c¨®mo sus hijos parecen faltos de higiene y de pan... El esc¨¢ndalo de su existencia miserable ha traspasado las fronteras, para verg¨¹enza de Espa?a y de Andaluc¨ªa" (El ideal andaluz). Desde aqu¨ª, el hosco personaje jornalero le seguir¨¢ como conciencia fiscal y molesto amigo.
Un notario especial
La crisis del 98 altera la trayectoria del muchacho que ha de simultanear sus estudios con el trabajo de escribiente en el juzgado de Casares. Matriculado por libre en la universidad de Granada, se licencia en Derecho en 1906 y persevera hasta llegar a notario s¨®lo tres a?os despu¨¦s. Ten¨ªa un particular planteamiento de carrera tan prestigiada: "Espa?a, que lo regatea todo a los investigadores profesionales, paga muy bien a unos func¨ªonarios que son los notarios, dej¨¢ndoles mucho tiempo libre para que puedan investigar" (C,32). Ejerce en Cantillana y viaja mucho del campo a la ciudad. El Ateneo de Sevilla re¨²ne a la crema de ilustrados, entre los que el joven noltario se inquieta y se pregunta. Mario M¨¦ndez Bejarano, catedr¨¢tico y regionalista, pronuncia en 1909 un discurso patriota. Blas lo anolta como el despertar de su conciencia andaluza. Dos a?os despu¨¦s, el muchacho atene¨ªsta (con 26 a?os, en 1911, es un muchacho), ya e- s requerido por don Francisco Carnb¨®; nada menos que le halaga para un primer intento de "otra forma de hacer Espa?a". Pero ¨¦l anda en otro empe?o: lograr su primera s¨ªntesis andalucista en su primer libro: El ideal andaluz. Cualquier nacionalismo, y m¨¢s el cultural, kita de revisar la historia y divulgar sus hallazgos movilizadores de urta conciencia nacional. "Cuando los pueblos son m¨¢s creyentes que pensantes, al provocar graves trastornos en la imagen que tienen de s¨ª mismos semejante tarea choca con mitos y silencios", escribi¨® Am¨¦rico Castro. Pero "para interpretar bien la historia es preciso el llegarse a sentir fautor de ella", dir¨¢ Infante (A?,60). En 1916 rompe con el culturalista Ateneo sevillano, funda los Centros Andaluces, ya inquietos pol¨ªticamente. La pol¨ªtica ser¨¢ siempre su problema la considera inevitable, pero ¨¦l era al¨¦rgico a las maniobras electorales. Sin vocaci¨®n de hombre p¨²blico, se ver¨¢ obligado a ejercer de tal. ?sta es, sin duda, la contradicci¨®n ¨ªntima de este hombre de conciencia nada t¨¢ctica.
En 1917 Camb¨® vuelve a Sevilla con nuevas ofertas. Pero Infante sigue apasionadamente la revoluci¨®n rusa, esperanza de la masa jornalera. Los Centros Andaluces convocan la Asamblea de Ronda, que teje un programa pol¨ªtico, restituye la bandera nacional andaluza, establece el himno (melod¨ªa popular, letra infantiana) y el escudo y cursa un alegato a la Sociedad de Naciones que se acoge a los 14 puntos con que el presidente Wilson pretende reorganizar el mapa europeo tras la guerra de 1914. En 1919, la Asamblea de C¨®rdoba, asumiendo la tradici¨®n federalista de Pi y la anarcopacifista, avanza sobre los contenidos ronde?os en el Manifiesto andalucista, que Blas Infante redacta y encabeza, defendiendo la autodeterminaci¨®n para la nacionalidad andaluza hacia "los Estados Unidos de Espa?a", "por una Andaluc¨ªa libre y redimida", porque "el hambre del pueblo ruge". Al poco de este documento radical, Infante se casa con Angustias Garc¨ªa Parias, cuya familia no encaja la ideolog¨ªa del nuevo pariente. Lleva ¨¦l cuatro a?os siguiendo al m¨¢ximo la revoluci¨®n de octubre, sobre la que le informa su profesor, Fernando de los R¨ªos, llegado de Mosc¨². En 1921 publica su s¨¦ptimo libro, La dictadura pedag¨®gica, en que critica con amargura el car¨¢cter excluyente y d¨¦spota de la burocracia y el ej¨¦rcito rusos, z¨¢nganos de la colmena social, adelanta an¨¢lisis de Djilas en La nueva clase, de Grainsci, de Milani, y propone la prolekultur, premonici¨®n de la revoluci¨®n cultural.
"Durante la vigencia de aquel r¨¦gimen (?.) regocijante que padeci¨® Espa?a bajo nuestro gran paisano Miguelito Primo" (escribe en AAX,69), los Centros Andaluces son elausurados e Infante, por nueve meses, se refugia en el domicilio madrile?o de su hermano Ignacio, juez de Alcal¨¢; colabora reactivando la Casa de Andaluc¨ªa en Madrid con los Quintero, Coullaut-Valera, Rodr¨ªguez Mar¨ªn... Por fin, se aleja discretamente de Sevilla al recalar en la notar¨ªa de Isla Cristina (Huelva), "mis soledades isle?as", que ¨¦l dice (AAX 2). Es su etapa de pensamiento y estudio m¨¢s fecundos. Y entonces, en lo cruento de la guerra con Abdelkrim, contra corriente, por discreta v¨ªa Lisboa, viaja a Agmat, Marruecos, "a la tumba de Abul Kassen Ben abbet Al Motamid, rey verdadero de Sevilla y de C¨®rdoba, de M¨¢laga y del Algarbe".
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"Pude encontrar la tumba del rey en el dormido cementerio de Agmat, al sur de Marrakech, en la vertiente sobre Marruecos del Alto Atlas". "Llegamos a Agmat el 15 de septiembre (1924). All¨ª no hab¨ªa europeos, civiles ni militares, cuyas l¨ªneas francesas hab¨ªamos dejado atr¨¢s. Solos, con un gu¨ªa que nos prest¨® una kabila pr¨®xima y un int¨¦rprete oran¨ª, sin carta de presentaci¨®n ni referencia, no llev¨¢bamos m¨¢s arma ni m¨¢s guardia ni m¨¢s br¨²jula que nuestro entusiasmo... y el nombre de Al-Andalus ( ... ), que nos abr¨ªa las puertas de aquellos monta?eses". "Durante todo el tiempo que estuvimos en la tumba ( ... ), en el silencio conmovido de mi ser brotaba una idea ( ... ): en un aspecto, hay un andalucismo como hay un sionismo. Nosotros tambi¨¦n tenemos que reconstruir- una Si¨®n" (AAX, 63-67,passim).
Dos a?os antes, Falla y Garc¨ªa Lorca, en el concurso de cantejondo granadino, hab¨ªan levantado la pol¨¦mica: "El cante hondo ser¨ªa algo m¨¢s o menos despreciado por su vulgaridad o ruindad est¨¦tica, capricho de juerga de histriones", escribe Infante (AAN,5). Y rectifica: sucede en 9a Madersa de Rabat", en que "la Nuba hace m¨²sica de corte granadina". "Este canto es coral. En su patria de origen, la Andaluc¨ªa peninsular, el mismo m¨®dulo musical viene a realizarse en canciones individuales; se toma secreto, inaccesible, se intensifica" (Id. 1,27,30), Blas Infante se encara con el fen¨®meno flamenco en sus or¨ªgenes hist¨®ricos, su estructura m¨¦lica, su ling¨¹¨ªstica, estudia armon¨ªa, piano, ¨¢rabe, indaga en investigaciones de campo, se hace con discoteca que hasta intenta transcribir (!). Seis a?os de tarea rigurosa porque "escribo con timidez. No estoy capacitado para la investigaci¨®n" (AAN,1). Or¨ªgenes de lo flamenco y secreto del cante jondo no es el capricho de un erudito, es "una de las motivaciones que fortalecen mi voluntad por Andaluc¨ªa" (ADXJ), porque "?en qu¨¦ pa¨ªs existe una escuela entera de canciones que llame al sentimiento nacionalista de un nacionalismo no agresivo?" (AEV,1). La tesis final: "El flamenco es un estilo, un modo especial de producci¨®n de valores humanos" (ABD,8), el lamento del fellahmengu, campesino huido o expulsado de su tierra o sin tierra. (Infante ofrece s¨ªntesis util¨ªsimas con tal que, neutralizadas las creencias, se acepten en principio las sugerencias).
El fondo in¨¦dito
Infante, notario a su modo, dedica a su despacho cuatro horas diarias; no m¨¢s. Su horario -muy nocturno- es para su pasi¨®n de estudioso. Anota, apostilla, se lanza a pol¨¦micas. Folios, cuadernos, reversos de cartas recibidas, de pepelillos m¨ªnimos. La familia Infante y la Fundaci¨®n Blas Infante conservan 289 legajos, con un total de 6.349 unidades manuscritas de su pu?o. Estoy coronando su catalogaci¨®n, descripci¨®n y transcripci¨®n, y los ¨ªndices anal¨ªtico, onom¨¢stico y topon¨ªmico. El contenido abarca notas y estudios sobre filosof¨ªa, sociolog¨ªa, ciencias, teolog¨ªa, econom¨ªa y pol¨ªtica, historia e historigraf¨ªa, arte, folclore, antropolog¨ªa, viajes... Andaluc¨ªa, siempre en el centro.
Don Blas ha escrito con tinta; se han adherido las p¨¢ginas y han pasado 60 a?os. Al abrir el manuscrito, la tinta ha chascado. Es el sonido de la vida que vuelve a sus 6.000 p¨¢ginas dormidas.
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