La elegante vitalidad de San Sebasti¨¢n
Tibia participaci¨®n de los donostiarras en los festejos de la Semana Grande
Los donostiarras se sumergen estos d¨ªas en una Semana Grande de programa tradicional -donde destacan los fuegos artificiales-, que constituye el eje de un verano cargado de espect¨¢culos, sin el delirio festivo ni el furor callejero del resto de las capitales vascas, pero con la elegante vitalidad y el acusado y particular sentido del disfrute que les caracteriza. Ya no se sabe si esta tibieza de los donostiarras ante sus fiestas pertenece a la esfera de la idiosincrasia local o es s¨®lo la inercia ante una Semana Grande creada artificiosamente, en sus or¨ªgenes, con el objetivo declarado de atraer a los turistas.
El caso es que los estudiosos de estos temas se encuentran un tanto perplejos despu¨¦s del fracaso de los voluntariosos intentos de los organizadores para hacer participar a las gentes de esta ciudad en la exaltaci¨®n festiva y el entusiasmo desbordante que se respira en los sanfermines, en la Blanca e incluso en la Semana Grande de Bilbao.Por alguna oscura raz¨®n, los donostiarras no parecen sentirse arrastrados por las charangas callejeras, cuyo n¨²mero trata de incrementar a?o tras a?o el Centro de Atracci¨®n y Turismo, organismo municipal encargado de las fiestas. Los donostiarras contemplan las charangas con bullicio y alegr¨ªa, eso s¨ª, y, se contagian un rato con la m¨²sica y el baile, pero enseguida recuerdan que tienen alg¨²n plan mejor por all¨ª cerca o se acomodan en alguna terraza a ver pasar el verano. "Lo que pasa", dicen algunos, en un gesto aparentemente inocuo para con los vecinos, "es que ni Vitoria, ni Pamplona, ni Bilbao tienen fiestas como las de San Ignacio, San Sebasti¨¢n, Santo Tom¨¢s o los carnavales, y un verano tan repleto de actividades".
Debe de haber otras razones, sin duda, pero es cierto que el verano donostiarra, desde el Festival de Jazz al Festival de Cine, pasando por la Quincena Musical, es un rosario de espect¨¢culos y acontecimientos, con conciertos de figuras consagradas, las carreras de caballos, las regatas, las ferias de Artesan¨ªa Contempor¨¢nea y del Anticuario y un largo etc¨¦tera.
Apretado programa
En la Semana Grande todo se multiplica hasta completar un apretado programa de tarde y noche. Conciertos de rock y de c¨¢mara, cine al aire libre, concursos de tenis, competiciones de levantadores de piedra, traineras, cross nocturno, crit¨¦rium ciclista y, sobre todo, los fuegos artificiales. No hay toros, y la pol¨¦mica sobre la construcci¨®n de una plaza se reaviva en estas fechas m¨¢s enconada que nunca. Hay quienes defienden la idea de que son precisamente los toros, las corridas, los encierros, lo que devolver¨ªa a las calles de San Sebasti¨¢n el entusiasmo festivo de otras capitales, mientras otros ven en el programa de fiestas, nutrido de espect¨¢culos, la causa de la frialdad popular. Muchos tambi¨¦n se oponen a estas dos alternativas acomodados en la imagen, evidentemente placentera, de un paisaje ciudadano poco cambiante y recelosos de ver en su ciudad espect¨¢culo callejero de otras ciudades vascas, con la excepci¨®n admitida, quiz¨¢, de los sanfermines, vibrantes, irrepetibles y ¨²nicos.En el terreno pol¨ªtico, los recelos de algunos partidos se manifiestan en el rechazo a unas fiestas protagonizadas por las cuadrillas de j¨®venes, un campo en el que Herri Batasuna podr¨ªa hacer valer su influencia social. Este a?o los concejales socialistas de San Sebasti¨¢n no asisten a ninguno de los actos p¨²blicos festivos en protesta por la decisi¨®n del alcalde de conceder un mill¨®n y medio de pesetas al comit¨¦ popular de fiestas y de autorizarle a programar sus propios actos en el ¨¢rea del puerto.
Los socialistas creen que esta decisi¨®n consolida el embri¨®n de unas futuras fiestas paralelas y afirman que el alcalde, Ram¨®n Labayen ha cedido de esta forma al impuesto revolucionario. En respuesta, el alcalde ha dicho que la actitud de los concejales socialistas es un acto de "carro?er¨ªa pol¨ªtica".
El temor de que se reproduzcan aqu¨ª incidentes similares a los que se produjeron en las fiestas de la Blanca, de Vitoria, llev¨® el otro d¨ªa a Ram¨®n Labayen a pedir a los ciudadanos que no permitan "que nadie nos haga la pascua". En un lapsus mental, que hizo regocijarse a la gente, el alcalde de San Sebasti¨¢n felicit¨® la Semana Grande a los donostiarras con un sonoro y rotundo "felices pascuas".
Ajenos a los malos augurios, o por encima del alarmismo, los turistas siguen llegando a San Sebasti¨¢n, desbordando la oferta hotelera de la ciudad. Los extranjeros: franceses, italianos, americanos. .. se detienen en su ruta hacia las playas con garant¨ªa de sol y por unos d¨ªas sucumben plenamente a la belleza de la ciudad. Por la noche y en los amaneceres evanescentes por la bruma, todos escudri?an el cielo con la bolsa de la playa preparada.
Estos d¨ªas, para no faltar a la tradici¨®n del agosto donostiarra, -distinta a la de los meses precedente y posterior-, San Sebasti¨¢n combina su colorido veraniego con estampas mojadas de color sepia, alternativamente. La avalancha de los habitantes de la provincia se produce sobre todo por la noche, con los fuegos artificiales como m¨¢xima atracci¨®n de las fiestas.
Toda la ciudad se vuelca ante la bah¨ªa de La Concha, entregada a un espect¨¢culo que el escenario convierte en hermoso. El recuerdo del accidente del pasado a?o, en el que un ni?o perdi¨® la vida y casi un centenar de personas resultaron heridas, ha hecho retrotraerse a la gente este a?o, pese al reforzamiento de las medidas de seguridad.
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