Orines
Kissinger no lo hubiera hecho. Una cosa es invadir Vietnam, Granada o Nicaragua y despu¨¦s utilizar el viejo truco de la defensa de la civilizaci¨®n occidental como coartada ideol¨®gica, y otra muy distinta invadir Bolivia con el pretexto de las plantaciones de coca y acto seguido someterse al control antidoping para demostrar al mundo que la meada imperial est¨¢ limpia de polvo y paja. Desde luego yo no veo a Kissinger haciendo cola delante de los retretes de la Casa Blanca en compa?¨ªa de Reagan, Bush y Nancy, dispuestos a orinar en una probeta. Una invasi¨®n militar necesita argumentos m¨¢s s¨®lidos que los de un pis inmaculado, sin rastros de porro y raya.
Entiendo que Kissinger empiece a distanciarse de Reagan y a sospechar vientos de chifladura en la Casa Blanca. Al ex secretario de Estado tampoco le temblaba el pulso en el momento de jalear a los boinas verdes, pero sus c¨¦lebres invasiones estrepitosas siempre ten¨ªan explicaciones ideol¨®gicas, aunque se tratara de una ideolog¨ªa de spaguetti western. Actualmente sus disc¨ªpulos no s¨®lo invaden por motivos francamente dada¨ªstas, sino que para justificarse de la sarracina boliviana exhiben sus ejemplares orines. Kissinger bombardeaba a los comunistas asi¨¢ticos porque hab¨ªa sido educado en la Escuela de Chicago. Reagan ataca a los pa¨ªses productores de coca porque no esnifa. Antes, cuando arrasaban selvas, se somet¨ªan al control parlamentario; ahora se someten al control antidoping. Creo entender que la nueva filosof¨ªa reaganiana consiste en atacar el mal en sus ra¨ªces sin necesidad de argumentaciones ideol¨®gicas. Para terminar con el terrorismo, destroza Libia. Para luchar contra la droga, invade Bolivia. En buena l¨®gica, para acabar con la tercera gran obsesi¨®n de Reagan, la pornograf¨ªa, tendr¨ªa que bombardear Copenhague, Amsterdam y ciertas callejuelas del barrio chino barcelon¨¦s. Eso s¨ª, previa demostraci¨®n de que no hay un solo producto X en la biblioteca, hemeroteca, filmoteca y videoteca de la Casa Blanca. El d¨ªa que a este hombre le d¨¦ por defender a los animales, nos arruina todas las plazas de toros.
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