Vender solera
565 establecimientos de la capital tienen el t¨ªtulo de 'tradicional madrile?o'
Algunos comercios de los felices a?os veinte, tascas y librer¨ªas que pudieron servir de escenario a personajes de Baroja o Gald¨®s, posadas de la ¨¦poca de las diligencias y tiendas de alimentaci¨®n que rememoran en su denominaci¨®n -ultramarinos, coloniales- un pasado imperial, contin¨²an hoy abiertas al p¨²blico. Con la concesi¨®n del t¨ªtulo de establecimiento tradicional madrile?o a 56 comercios de los barrios de Retiro y Salamanca, del ensanche sur y la ribera del Manzanares, la C¨¢mara de Comercio termina una campa?a que ha durado seis a?os para seleccionar lo m¨¢s t¨ªpico, lo m¨¢s castizo, del inundo mercantil de la capital. La operaci¨®n ahora se traslada a los pueblos de la provincia con el objetivo de completar el a?o que viene la lista, que cuenta por el momento con 565 nombres. Hay que descontar las tiendas que han cerrado tras la concesi¨®n del t¨ªtulo, casi un 10%. de las censadas.No hay que enga?arse, en Madrid son pocos los establecimientos especialmente antiguos", dice Mar¨ªa Jos¨¦ M¨¦ndez, que trabaja en la C¨¢mara de Comercio y que se ha pateado una a una las tiendas de la ciudad para, hablando con los due?os, averiguar qui¨¦n es merecedor del t¨ªtulo. "El esp¨ªritu del comerciante", contin¨²a M¨¦ndez, "est¨¢ un poco en contradicci¨®n con esa conservaci¨®n de lo antiguo, excepto entre los artesanos. Adem¨¢s, los archivos sobre el comercio son muy deficientes, y pr¨¢cticamente todo lo que sabemos es por tradici¨®n oral".
Al recorrer el comercio tradici¨®nal de Madrid es inevitable encontrarse con el ¨²nico constructor de organillos de Madrid, Antonio Apruzzese y con la se?ora Petra, patrona de la Posada del Segoviano, establecimiento abierto en 1740. Tampoco se puede soslayar el reencuentro de las gallinejas -tripas de cordero fritas, especialidiad gastron¨®mica que s¨®lo existe en Madrid-, el chocolate con porras y la cer¨¢mica que anuncia en la fachada la especialidad de la casa. Muchos de estos sitios t¨ªpicos, como el Caf¨¦ Gij¨®n y el Hotel Ritz, los conoce todo el mundo; otros, no tanto.
En la Gran V¨ªa, haciendo esquina con otras calles que desembocan en la misma, hay tres establecimientos de larga tradici¨®n: la pa?er¨ªa seder¨ªa Red de San Luis, la sombrerer¨ªa de S¨¢nchez Rubio, y la tienda de ropa de punto y cuero de Hijos de Rafael S¨¢nchez.
La pa?er¨ªa seder¨ªa Red de San Luis est¨¢ atendida hoy por cinco hombres ya mayores, de sonrisa permanente, tras cinco mostradores de nogal entre cientos de telas que asoman por todas partes. Nada ha cambiado desde 1929.
Una cierta nostalgia
Ropa de punto y cuero y alg¨²n souvenir -m¨¢s andaluz que madrile?o- venden en Hijos de Rafael S¨¢nchez, un antiguo comercio en la esquina de Clavel con Gran V¨ªa. "Seguimos con esto m¨¢s por mantener el nombre que por otra cosa porque hay que reconocer que esto est¨¢ asqueroso. Pero en los a?os veinte ¨¦ramos el comercio m¨¢s importante de Madrid y vend¨ªamo de todo", cuenta el nieto de Rafael S¨¢nchez, propietario ahora de una tienda oscura, con una caja registradora norteamericana de la ¨¦poca de la I Guerra Mundial.
Enfrente, la tienda de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez Rubio, que empez¨® siendo sombrerer¨ªa en 1917 para introducirse despu¨¦s, en los a?os treinta, en el comercio de confecci¨®n. El establecimiento mantiene un ambiente refinado, con decoraci¨®n de caoba y bronce, grandes espejos con biselados vegetales, y mobiliario de 1940. "Hemos querido mantener lo cl¨¢sico, sin renunciar a las necesidades actuales", apunta el bisnieto del fundador.
Las calles de Toledo, Atocha, Mayor, Gran V¨ªa, Embajadores y la Cava Baja son las que m¨¢s comercio tradicional albergan. Y es la zona denominada por la C¨¢mara de Comercio A ambos lados de la Gran V¨ªa la m¨¢s rica en esta oferta, con 141 establecimientos.
El mayor n¨²mero de comercios que conservan rasgos y decorados de anta?o corresponde al sector de la alimentaci¨®n: tiendas de ultramarinos, con exteriores de madera pintada a granate, y lecher¨ªas coquetonas, de azulejos blancos, mostrador de m¨¢rmol y r¨®tulo de cobre. "Tengo un disgusto tremendo por tener que cerrarlo, pero yo me jubilo y no hay nadie que lo quiera atender", dice la due?a, de la Antigua Vaquer¨ªa Sainz de Aja, en Echegaray, 27, que hasta el pasado mes de julio ha estado vendiendo vasos de leche.
A punto de cerrar estuvo la chocolater¨ªa-churrer¨ªa Atilano Domingo, en Embajadores, por declararse en estado ruinoso eledificio en que se encuentra. "Al final, gracias a influencias en el ayuntamiento, conseguimos que nos dejaran arreglarlo, en 1973, en vez de derribarlo", dice uno de los tres hermanos que abren puntualmente, a las seis de la ma?ana, el viejo local. El negocio lo inici¨® su abuelo, que era de Segovia, en 1904. Los nietos han heredado el local, el negocio y la seriedad castellana del abuelo. "Aqu¨ª no admitimos juergas, por respeto al trabajador que viene a desayunar todos los d¨ªas y que es de quien vivimos".
En la misma calle de Embajadores, 100 metros m¨¢s abajo, abre sus puertas la Casa Humanes. Una taberna de due?o refunfu?¨®n, que guarda docenas de fraseos de cristal con aguardiente de hierbas. Un mostrador de nogal y esta?o contiene agua en la superficie: para refrescar las bebidas. Y junto a la taberna, la tienda de gallinejas y entresijos, fritos siempre con sebo en vez de aceite, para tomar con ensalada y vino de Valdepe?as.
En 1899 vino de Segovia el padre de la se?ora Petra, 80 a?os, patrona encari?ada de su posada en la Cava Baja; cobra 175 pesetas al d¨ªa a cada uno de sus 42 inquilinos. En la entrada empedrada y en el corral¨®n hay casi de todo: estampas de la Virgen de la Paloma, medio caballito de juguete, escombros, un mont¨®n de gatos y unos apeaderos apoyando las vigas para que no se caigan. Huele a suciedad desinfectada en el sitio en el que que Azor¨ªn, G¨®mez de la Serna y P¨¦rez de Ayala dieron una cena a Grandmontagne, en 1921. La se?ora Petra dice: "Me he encerrado en esto porque le tengo mucho cari?o". Y empieza a recordar los paveros que anta?o ven¨ªan por Navidad.
En las 35 habitaciones de otra posada, la del Drag¨®n, huele sencillamente mal. Son dos o tres camas en ocho metros cuadrados, quiz¨¢ una mesita de noche y una silla. El precio: entre 305 y 355 petas al d¨ªa
Fabricante de organillos
El padre de Antonio Apruzzese, italiano, introdujo el organillo en Espa?a, primero en Salamanca, despu¨¦s en Madrid. La tienda de Antonio, m¨²sico desde los nueve a?os y ¨²nico fabricante de este instrumento en la capital, es ahora mitad museo, mitad negocio de alquiler de 25 organillos. "Lo que no quiero es venderlos, son mis hijos", afirma Antonio, y habla con emoci¨®n de las partituras de Chueca, Bret¨®n y Guerrero que ¨¦l ha adaptado.
Recuerdos para desgranar en los viejos caf¨¦s. El Caf¨¦ Barbieri, al lado de la plaza de Lavapi¨¦s, es el hermano deteriorado de los caf¨¦s de lujo de la capital: mesas de madera y m¨¢rmol que parecen pupitres de colegio, m¨²sica de jazz, piano, y grandes espejos picados. Y, en fin, tantos lugares raros, como la librer¨ªa de P¨¦rez Vallejo, en la Gran V¨ªa, con artesonado hexagonal de lujo, escalera de hierro forjado y cer¨¢mica de Triana.
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