El espa?ol y el ligue
Contra la opini¨®n de Maeztu, el espa?ol no es Don Quijote, ni Don Juan ni la Celestina / El ligue como sacerdocio / Balzac: "Diversidad, sirena de la vida; elegir es limitarse" / El ligue es el vuelo sin motor (sin el Motor del coraz¨®n)/ La mujer Don Juan / El don juanismo como terrorismo sexual / Todo el mundo es ya la puritana Georgia / El eterno retorno del puritanisrno / Sexo: aniquilaci¨®n del otro mediante-, el placer / El ligue ?un anacronismo?
Le da ya a uno como un cierto asco recurrir a los arquetipos nacionales para representar al espa?ol medio, al espa?ol peatonal. Ramiro de Maeztu tiene un libro titulado Don Quijote, Don Juan y la Celestina. Ni los espa?oles somos quijotes ni las espa?olas son celestinas, don Ramiro, y lo siento por su gloria. En cuanto al donjuanismo... En cuanto al donjuanismo, uno cree que el lig¨®n nacional -el m¨¢s lig¨®n de Europa- no tiene nada que ver con el Don Juan, de Tirso ni con los otros personajes de otros autores, porque el lig¨®n nacional, ahora como hace un siglo, no se plantea ninguno de los problemas teol¨®gicos y, metaf¨ªsicos que los escritores se han planteado a trav¨¦s de Don Juan. El lig¨®n nacional es una de nuestras grandes realidades sociol¨®gicas, y como tal debemos cuidarle. S¨®lo el italiano, en esta ribera latina, se le asemeja. Pero el espa?ol es un italiano recastado en la praxis. Quiero decir que el. espa?ol est¨¢ m¨¢s en la pr¨¢ctica que en la dial¨¦ctica. El espa?ol liga mediante un laconismo digno de Marguerite Duras, francesa no en vano (y un tanto bollaca).Me lo dec¨ªa el olvidado e inolvidable Cuco Cerecedo en las noches ricas y confusas de Oliver:
-Umbral, esto del ligue es un sacerdocio.
Es un sacerdocio. El lig¨®n nacional dedica su vida a eso y s¨®lo a eso. Si de paso trabaja en algo, es por justificarse estad¨ªsticamente. El lig¨®n nacional est¨¢ en lo cierto y no lo sabe: el sexo s¨®lo da la aventura. El amor lo da la literatura, es una cosa que s¨®lo dura doscientas p¨¢ginas. Lo que pasa es que el lig¨®n lee poco. Pero tampoco le preocupa justificar su actitud. De una vida ya larga, s¨®lo se recuerda y recupera con ternura viril a los grandes ligones de juventud, paquetes o copilotos., Lo dem¨¢s, no importa. Por mucho que se hayan extendido los derechos de la mujer, la mujer, para el ]lig¨®n nocturno o diurno (el lig¨®n, en rigor, debe dedicar al tema las 24 horas del d¨ªa) sigue siendo una presa, una caza. "Dar a la caza alcance", que dijeran nuestros cl¨¢sicos, a los que el lig¨®n no ha le¨ªdo.
Antes se dijo flirt, tonteo, apa?o y otras cursiler¨ªas. Ligue es una palabra que viene, exactamente, del argot de los 50, y que se mantiene viva, fresca, expresiva. Porque es una palabra pl¨¢stica, casi tect¨®nica. La grandiosidad del ligue, sobre la que el lig¨®n no ha reflexionado, naturalmente, es su negaci¨®n perpetua del amor, de los sentimientos, de lo humano. El ligue es la deshumanizaci¨®n del arte, pero con t¨ªa de por medio. Los dos o tres sexos de la especie son todos polig¨¢micos o poli¨¢ndricos, de modo que la comedia del amor es siempre la comedia del arte. Amor es sexo m¨¢s una pel¨ªcula que nosotros nos estamos filmando dentro de la cabeza. A cierta edad, se tiene la pesadumbre de no haber dedicado la vida entera al sacerdocio del ligue, que dec¨ªa Cerecedo. El primer lig¨®n espa?ol fue franc¨¦s: Balzac:
-Diversida, de sirena de la vida. Elegir es limitarse.
El sexo se alimenta de diversidad. El sexo es plural, en la mujer y en el hombre, obviamente. "Elegir es limitarse". Limitarse a una vida contra los cientos, miles, de posibles vidas que nos ofrece la existencia: cada mujer, cada hombre, una vida diferente. Llevamos en nosotros un haz de vidas, como el ballestero un haz de ballestas, y elegimos y realizamos una sola, dejando que se agoten/agosten las dem¨¢s. El ligue es un existencialismo abierto, aunque el lig¨®n no lo sepa ni le importe. Pero todos tenemos la sensaci¨®n, a cierta altura de los a?os, de que nuestros amores sinceros han sido una comedia de V¨ªctor Ruiz Iriarte (al que quise mucho), y que nuestra vocaci¨®n salvaje, primera y ¨²ltima, era y es el ligue.
El ligue es el arte por el arte. El vuelo sin motor. (Sin el motor del coraz¨®n.) Lo que pasa es que el lig¨®n nacional no se ha enterado, a¨²n, de que la que liga, siempre, es la mujer. Y m¨¢s ahora, cuando ellas, mediante la p¨ªldora y el aborto, han alcanzado a reinar sobre su cuerpo. El fig¨®n es caza cazada que se siente cazador, porque lo necesita. Pero esto s¨®lo es relativo. En un pa¨ªs donde el hombre siempre est¨¢ en plena disponibilidad, la mujer tiene el privilegio de elegir, de modo que la competencia se plantea ahora a otros niveles, pero el lig¨®n sabe que su logro es sienlpre un trofeo. Las mujeres, por m¨¢s libres, eligen mejor.
Damos aqu¨ª por supuesto que existe la mujer donju¨¢n. Y nos parece muy bien. Ha existido siempre. Lo que ocurre es que Don Juan y Do?a Juana no se interesan mucho, rec¨ªprocamente., Uno y otro buscan la virginidad o sus suplencias: la inocencia, la castidad, la fidelidad matrimonial, etc¨¦tera. Un personaje de su misma raza no les interesa. El orgasmo es una cuesti¨®n sociol¨®dica. Del mismo modo que, en una. reuni¨®n mundana, un carterista no roba a otro carterista.
El donjuanismo, pues, tiene: algo de terrorismo sexual, de violaci¨®n del orden establecido, de transgresi¨®n. Los homosexuales hacen continuos symposiums para que se les reconozcan sus derechos. Los que amamos a las ni?as de catorce estamos a¨²n m¨¢s frustrados que ellos, y nunca se nos ha ocurrido hacer un symposium. El donjuanismo, pues (hoy ligue), es lo m¨¢s reconocido por la literatura y lo menos admitido por la ley. Admitir la realidad cotidiana del ligue, por parte de hombres y mujeres, ser¨ªa dejar al aire los cimientos falsos de una sociedad y una civilizaci¨®n. La ¨²nica evidencia es lo que Erika Jong llam¨® la jodienda descremallerada" (su libro est¨¢ escrito en la ¨¦poca de las cremalleras).
Lo que pasa es que un Estado, cualquier Estado, necesita familias (que Franco llam¨® "c¨¦lulas fundamentales") para funcionar, y el sexo descremallerado ha de ser duramente reprimido, como es el caso actual de Reagan en los USA. Todo el mundo es ya Georgia. El semen es la argamasa que va uniendo los ladrillos de una sociedad sensata y d¨®cil, unos a otros. El lig¨®n es siempre un incontrolado sexual. (Y me parece que ha quedado claro, a lo largo de este cap¨ªtulo, que otro tanto puede decirse de la ligona.)
Espa?a, hoy, no es Georgia, pero el lig¨®n, que no lee los peri¨®dicos, tampoco se preocupa de eso. Me lo dec¨ªa hace poco un viejo tronco de los 60:
-He estado en Ibiza tres d¨ªas y no he ligado nada. Pero es que no se puede ir con prisas. Si yo voy un mes seguro que follo, te lo juro que follo.
No quisiera uno desolar a los ligones profesionales y entra?ables explic¨¢ndoles que ya no somos cazadores de nada, si alguna vez lo fuimos, sino palomas vulneradas, siempre. Y no lo quisiera uno, mayormente, por no desolarse a s¨ª mismo. Prefiero seguir creyendo que la mujer, hoy, precisamente por su facilidad de opciones y la nulidad de su riesgo, vuelve a ser la que elige, y que el trofeo est¨¢ en ser elegido.
Uno se rubrica as¨ª en la vida, como otros se rubrican mediante el ¨¦xito profesional, econ¨®mico o social. Contra el amor reaccionario y alienante, el ligue azaroso, ocasional y refrescante. La diversidad de Balzac, sirena de la vida. Habr¨ªa que saber hasta qu¨¦ punto el lig¨®n pone a eso su vida entera. Cuando se encuentran dos figones que no se conoc¨ªan, se comunican en seguida, como esp¨ªas o masones. Se reconocen.
Dir¨ªamos que, en estos tiempos de amor libre, el lig¨®n es un anacronismo, pero no lo es, por dos razones:
a) Siempre habr¨¢ criaturas reacias o renuentes, por motivos m¨¢s personales que sociales, a las que asediar y vencer.
b) El puritanismo vuelve siempre, peri¨®dicamente, como ahora en Estados Unidos. El sexo est¨¢ sometido al eterno retorno de las cosas, a los cielos naturales de la aldea planetaria, y entonces es cuando el lig¨®n deslumbra con todo su esplendor.
El lig¨®n, el profesional o la profesional del sexo por el sexo, a lo que tiende es a aniquilar a otra. criatura mediante el placer (no mediante el dolor). La mujer, el hombre brillante en sociedad, suponen un desaf¨ªo para el profesional del sexo, heterosexual, homosexual o bis. Contemplar a esa, criatura triunfante aniquilada de placer, expres¨¢ndose s¨®lo en sollozos infantiles, es la m¨¢xima victoria del donju¨¢n o la Do?a. Juana. Un placer filos¨®fico, como se ve, una necesidad de reducir la prepotencia a placer intolerable, con lo cual ya sobra todo an¨¢lisis. Pero este planteamiento, aunque est¨¦ en ellos, no es el que se hace mi tierno, maduro, entra?able, esforzado, envejecido y constante lig¨®n de las esquinas de Madrid.
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