El destino de Pakist¨¢n
EN PAKIST?N se ha creado en los ¨²ltimos d¨ªas una situaci¨®n de suma conflictividad entre el Gobierno y amplias masas populares, con un elevado n¨²mero de muertos y heridos y con detenciones de cientos de personalidades de los partidos de oposici¨®n. Estos hechos parecen interrumpir, no se sabe si de modo definitivo, el proceso de relativa liberalizaci¨®n del r¨¦gimen dictatorial del general Zia, iniciado, en febrero del a?o pasado, con unas elecciones legislativas que no podr¨ªan llamarse democr¨¢ticas. Se realizaron sin levantar el estado de guerra ni legalizar los partidos pol¨ªticos, y de ellas sali¨® un Parlamento de funcionarios obedientes y de personalidades locales. Despu¨¦s, el dictador nombr¨® a un Gobierno civil, encabezado por Mohamed Jan Junejo. En 1986 ese proceso ha continuado con el levantamiento del estado de guerra, vigente desde 1977, y con una mayor tolerancia hacia las fuerzas de oposici¨®n. Ello permiti¨® el retorno del exilio de Benazir Bhutto, hija del l¨ªder hist¨®rico condenado a muerte y ejecutado por el dictador Zia.En los choques actuales se enfrentan una voluntad democr¨¢tica que abarca ya a sectores muy amplios de la poblaci¨®n y la voluntad del dictador Zia y del Gobierno de Junejo de mantener, a pesar de la liberalizaci¨®n de su ¨²ltima etapa, el contenido profundamente reaccionario, teocr¨¢tico y militarista del r¨¦gimen que domina en Pakist¨¢n en el ¨²ltimo decenio. Numerosos indicios perm¨ªten afirmar que ni el Gobierno ni muchos de los l¨ªderes de la oposici¨®n deseaban llegar, ahora, a la prueba de fuerza en la calle. Junejo, porque en pocos d¨ªas, con la detenci¨®n de Benazir Bhutto y la salvaje represi¨®n de las manifestaciones, ha perdido el peque?o barniz de jefe de un Gobierno democr¨¢tico que se hab¨ªa esforzado en ganar, y que Reagan hab¨ªa respaldado con elogios personales. La oposici¨®n, porque deseaba preparar mejor sus fuerzas, incluso dentro de la Administraci¨®n, para poder ejercer sobre el poder una presi¨®n que obligase a convocar elecciones en un plazo breve, cuando el plan del general Zia es hacerlo en 1990.
En cualquier caso, en el curso de las numerosas manifestaciones populares, en la resistencia ofrecida por la ciudadan¨ªa a la represi¨®n, se ha puesto de relieve un hecho cuya significaci¨®n no se puede subestimar: la aparici¨®n en Pakist¨¢n de un movimiento pol¨ªtico, con fuerte apoyo en diversos estamentos, cuyo objetivo es crear un sistema secular y democr¨¢tico. Este movimiento se plasma en torno al Movimiento para el Restablecimiento de la Democracia (MRD); y Benazir Bhutto lo encabeza, quiz¨¢ en un sentido m¨¢s moral y espiritual que estrictamente pol¨ªtico. Ahora bien, todav¨ªa no est¨¢ claro el ¨¢mbito real de la influencia que puede lograr este movimiento. Las rivalidades entre personalidades son otro factor de debilidad, y empieza a traducirse en estrategias distintas frente a la represi¨®n del poder. No se puede olvidar el marco en el que se libra esta batalla pol¨ªtica: Pakist¨¢n es un pa¨ªs que ha surgido por causas accidentales; por la ruptura religiosa, en el momento de la independencia, de las poblaciones de la India, que llev¨® a los millones de musulmanes a concentrarse en lo que es hoy el Estado paquistan¨ª. Ha nacido como pa¨ªs sobre la base de una religi¨®n, y a la vez de un aparato estatal y militar. Esos factores hist¨®ricos y estructurales incrementan en una medida considerable las dificultades objetivas para un proyecto democr¨¢tico y secular como el que simboliza Benazir Bhutto.
Al mismo tiempo, Pakist¨¢n est¨¢ situado, sobre todo desde la invasi¨®n de Afganist¨¢n por la URSS en 1979, en un punto estrat¨¦gico delicado de la pol¨ªtica mundial. Existe un inter¨¦s muy general, sobre todo de EE UU, por evitar como sea una desestabilizaci¨®n en Pakist¨¢n. El r¨¦gimen de Zia ha logrado asimismo una colaboraci¨®n prolongada con China. Obsesionado por garantizar la "frontera de Occidente" frente a la URSS, Washington ha apoyado el r¨¦gimen militar enfatizando su t¨ªmida apertura como avances hacia la "democracia". A la vez, la posici¨®n de Benazir Bhutto es de simpat¨ªa hacia EE UU, y su detenci¨®n ha dado lugar a una protesta en Washington. Sin embargo, el mantenimiento de la estabilidad, al precio que sea, es la mayor preocupaci¨®n norteamericana. Ello otorga al r¨¦gimen militar de Pakist¨¢n un marco internacional escasamente hostil.
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