Consenso para el desarrollo
POR PRIMERA vez un pa¨ªs latinoamericano, Per¨², ha sido declarado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) ?inelegible" para recibir nuevos cr¨¦ditos; hasta ahora, Sud¨¢n, Liberia, Vietnam y Guyana hab¨ªan sido objeto de tal sanci¨®n. Es una medida grave, en la que, aparte de las motivaciones financieras, no es dif¨ªcil adivinar un prop¨®sito de castigar a un Gobierno que ha formulado, desde su instalaci¨®n en el poder hace poco m¨¢s de un a?o, cr¨ªticas sistem¨¢ticas contra los m¨¦todos que el FMI aplica en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Cr¨ªticas justificadas en la mayor parte de los casos, y compartidas por otros muchos pa¨ªses, que evitan proclamarlas desde tribunas oficiales. Esta medida tomada contra Per¨² puede tener consecuencias serias, no tanto por los cr¨¦ditos que Per¨² pod¨ªa esperar del FMI -desde hace dos a?os no ha recibido ninguno-, sino porque le coloca en una situaci¨®n de inferioridad en sus tratos con otros organismos de cr¨¦dito, tanto oficiales como privados.La ceguera de la pol¨ªtica seguida en Am¨¦rica Latina por el FMI, y por sus inspiradores de Washington, aparece con toda claridad en esta decisi¨®n contra Per¨², que no puede resolver nada y s¨®lo puede agravar los problemas que est¨¢n en la base de la incapacidad peruana de pagar los intereses de su deuda. El presidente Alan Garc¨ªa, con todo su lenguaje izquierdista y antiimperialista, ha, defendido ante el problema de la deuda una actitud gradualista, que se ha enfrentado con la consigna radical de Fidel Castro de una moratoria de todos los pa¨ªses deudores. La tesis de Alan Garc¨ªa sobre la limitaci¨®n del pago de la deuda a un porcentaje de las exportaciones fue apoyada incluso por c¨ªrculos norteamericanos; The New York Times la elogiaba el 2 e agosto de 1985 diciendo que "las naciones deudoras no pueden esperar que crezca su solvencia si todas las ganancias se agotan en el pago de la deuda". Alan Garc¨ªa encontr¨® t¨¦rminos comunes sobre esta cuesti¨®n con el presidente Alfons¨ªn en su reciente viaje a Argentina. Intentar destruir ese gradualismo de izquierda parece mal avisado si el FMI no quiere contribuir a una desestabilizaci¨®n de la democracia en pa¨ªses del continente americano particularmente conflictivos.
Am¨¦rica Latina est¨¢ viviendo un proceso sumamente complejo, y decisivo para su futuro, superando una etapa de predominio de las dictaduras militares y asentando nuevos reg¨ªmenes democr¨¢ticos. La principal amenaza para las nuevas democracias es, sin ninguna duda, la crisis econ¨®mica. En el origen de los fen¨®menos de lucha armada y terrorista -particularmente alarmantes en Per¨²- est¨¢ una miseria terrible de ingentes masas de poblaci¨®n. En ese marco no es posible aplicar a la deuda criterios que descartan las realidades pol¨ªticas y sociales; la deuda se ha convertido en un problema pol¨ªtico central.
Por eso las propuestas insistentes de los pa¨ªses latinoamericanos, expresadas ya en el consenso de Cartagena, de una negociaci¨®n pol¨ªtica, y multilateral, del problema de la deuda siguen siendo fundamentalmente atendibles. El objetivo de ese consenso no ser¨ªa, por tanto, el de obtener una inviable exoneraci¨®n de la deuda, sino el de fomentar los caminos de encuentro para hacer posible un pago en condiciones totalmente renegociadas que beneficiara por igual a deudores y acreedores. No se olvide que una cadena de bancarrotas en los pa¨ªses del Tercer Mundo perjudicar¨ªa inevitablemente al mundo desarrollado y a la estabilidad del mismo sistema crediticio internacional.
En el quehacer de Alan Garc¨ªa, el primer presidente aprista de Per¨², ha pesado en demas¨ªa un deseo de vedetismo, a nivel latinoamericano, escasamente justificado por los hechos. Sin duda las realidades con las que ha tenido que enfrentarse en su pa¨ªs son particularmente dif¨ªciles, pero lo cierto es que el APRA no ha estado en condiciones de presentar una v¨ªa para abordar con concepciones progresistas los terribles problemas de la situaci¨®n peruana. Las recientes matanzas en las c¨¢rceles han demostrado que jefes militares sin ninguna conciencia democr¨¢tica siguen teniendo un poder considerable. Esta sensaci¨®n de fluctuaciones, incluso de impotencia, que ha dado el Gobierno aprista es particularmente negativa en una etapa como la actual, en la que la agravaci¨®n de los problemas econ¨®micos internacionales aconseja buscar una coincidencia de diversos sectores de la opini¨®n p¨²blica. Por ese mismo motivo ser¨ªa tremendamente peligroso que el presidente peruano buscara en la huida hacia delante de un enfrentamiento con el FMI una v¨ªa demag¨®gica para escapar a una eventual inseguridad interna.
El presidente Alan Garc¨ªa se halla, sin embargo, sobre terreno seguro cuando insiste en que los pa¨ªses deudores del Tercer Mundo no tienen que ponerse de rodillas ante los acreedores del norte, bas¨¢ndose en que la prosperidad, como la democracia, es indivisible, pero esta realidad abstracta se convertir¨¢ en acci¨®n pol¨ªtica s¨®lo si hay cohesi¨®n entre los deudores para negociar soluciones aceptables para ambas partes con las instanc¨ªas econ¨®micas internacionales.
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