Sociedad 'pinchada'

Las denuncias de pol¨ªticos espiados, v¨ªa pinchazo telef¨®nico, en Euskadi vuelven a poner sobre el tapete la paradoja de un tiempo en que la defensa de los derechos de la persona -y el de preservar la intimidad no es el menos importante- cobra cada vez mayor vigor en los pronunciamientos p¨²blicos, al tiempo que los m¨¢rgenes de esos derechos van reduci¨¦ndose cada vez m¨¢s en la pr¨¢ctica cotidiana.

Los t¨¦cnicos explican que 800 pesetas, el coste aproximado de un carrete de inducci¨®n, son suficientes para intervenir las conversaciones telef¨®nicas de cualquier ciudadano. Luego hay una treintena de sistemas, cuyos nombres -del tipo registrador de llamadas o transmisor de infinito- sugieren una actividad neutra e incluso amable. Y s¨®lo en el caso de los m¨¦todos sofisticados, propios de pel¨ªculas de esp¨ªas, el desembolso preciso para esta pr¨¢ctica roza el mill¨®n de pesetas. Relativamente f¨¢cil cuando los dispositivos para interferir la escucha ilegal suelen ser muy caros y todav¨ªa poco seguros. ( ... )

En el episodio vasco ha habido dos novedades: la propia Compa?¨ªa Telef¨®nica Nacional de Espa?a (CTNE), empresa que goza del monopolio en el sector, ha sido la que ha informado a la v¨ªctima, el ex lendakari Carlos Garaikoetxea, de un pinchazo no autorizado por el juez, y las sospechas de un sector de los cr¨ªticos del PNV -tendencia de Garaikoetxea- se dirigen, no contra la polic¨ªa espa?ola o los servicios de informaci¨®n del Estado, siguiendo el reflejo generalizado en un sector de Euskadi, sino contra sus adversarios de la tendencia oficialista e incluso la propia polic¨ªa auton¨®mica. Algunos dirigentes de este ¨²ltimo sector se apresuraron a rechazar estas acusaciones y a declarar que sus tel¨¦fonos eran tambi¨¦n objeto de la misma pr¨¢ctica.

Todo hace suponer que la crisis del Partido Nacionalista Vasco ha encontrado un elemento que acrecienta a¨²n m¨¢s su complejidad. Son graves las insinuaciones de alg¨²n oficialista en el sentido de que la informaci¨®n de la CTNE a Garaikoetxea, y no a otros afectados, pudiera ser una forma interesada de presentar al ex lendakari como la v¨ªctima propiciatoria, y a sus adversarios del partido, como los malos,de la pel¨ªcula. Y no por simpat¨ªa con los postulados de los cr¨ªticos -sugieren-, sino con la poco velada pretensi¨®n de destruir todo el nacionalismo vasco. Sin dejar de considerar arriesgada esta tesis, sirva al menos como ejemplo de lo que est¨¢ en juego en una sociedad, sea la vasca o la espa?ola, que acepte ser pinchada como inevitable.

, 25 de agosto