Desierto cultural

He pasado mis vacaciones en un lugar de la costa malague?a y he sufrido la penuria cultural de esas latitudes -descontando los encantos del mar, de la mesa y de algunos rincones naturales-, al rnenos en estas fechas del a?o. Mis amigos veraneantes en el norte me han contado las manifestaciones culturales -sobre todo musicales- de las que han disfrutado, caus¨¢ndome verdadera envidida. En en sur, en este sur del que hablo, pr¨¢cticamente nada interesante puede verse: cosas muy espor¨¢dicas y no especialmente cuidadas ni resonantes, seg¨²n mis noticias y la informaci¨®n de la Prensa. Tampoco las escasas muestras disponibles tienen especial sabor ni arraigo popular, con la excepci¨®n, acaso, de la feria malague?a. En mi entorno cercano de estos d¨ªas, el ambiente cultural no es sino la consagraci¨®n social de la vulgaridad, el ruido y el consumo, la discoteca es el s¨ªmbolo supremo y dominante, yo dir¨ªa que ¨²nico.Nada tiene que ver todo ello con una calidad de vida m¨¢s all¨¢ del ba?o, la comida o la siesta, y aun ¨¦sta, con ciertas dificultades. Pero el verano es tiempo de ocio y, -Por tanto, con posibilidades culturales no asequibles en el ritmo normal de vida. Todo lo descrito sucede con la aquiescencia pasiva de: la Administraci¨®n y con la colaboraci¨®n activ¨ªsima de comerciantes y propietarios de locales caros y ruidosos. Tambi¨¦n, probablernente, con la falta de imaginaci¨®n de unos y otros, y de algunos m¨¢s.

Andaluc¨ªa es un vergel en unas cosas, un desierto en otras. ?Lo ser¨¢ por mucho tiempo en su o¨ªbrta cultural para nativos y veraneantes?-