El engorde del pollo
EL AUMENTO del ¨ªndice de precios correspondiente al mes de julio, adem¨¢s de distanciarnos considerablemente del resto de los pa¨ªses de la Comunidad Europea, plantea una cuesti¨®n cuyo alcance va m¨¢s all¨¢ de la peripecia de uno o dos meses de malos resultados en materia de inflaci¨®n. Es de sobra conocido que los principales, aunque no ¨²nicos, responsables del alza han sido esta vez los precios de los productos alimenticios, cuyas inmoderadas subidas a lo largo de los ¨²ltimos a?os, a pesar de las buenas cosechas registradas, reflejan la existencia de serios problemas de organizaci¨®n de mercados que es urgente remediar.En esa direcci¨®n conviene explorar en vez de quedarse en la superficie de las cosas y achacar, como se ha hecho oficialmente, la responsabilidad del alza al fuerte aumento de la demanda en las zonas tur¨ªsticas durante los meses de verano.
En los ¨²ltimos meses ha ocurrido, sin embargo, un factor adicional que refleja bastante bien las deficiencias del funcionamiento de nuestros mercados. La carne de pollo se ha encarecido entre 11 y 15 pesetas el kilo como consecuencia de una maniobra especulativa de las compa?¨ªas importadoras de ma¨ªz relacionada con nuestra adhesi¨®n a la CE. Reducida a sus t¨¦rminos m¨¢s elementales, la cuesti¨®n es la siguiente: al aplicarse a Espa?a las reglas de la llamada pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n, nuestro pa¨ªs tuvo que dejar de adquirir el ma¨ªz en Estados Unidos (en donde el kilo cuesta alrededor de las 13 pesetas) y comprarlo en los pa¨ªses de la Europa comunitaria, donde el precio se sit¨²a entre las 24 y las 29 pesetas; la consecuencia inmediata, e inevitable, fue un encarecimiento de los piensos y de las carnes de ave que ya tuvo su reflejo en el ¨ªndice de precios de los primeros meses del a?o. En previsi¨®n de estas alzas, las compa?¨ªas importadoras efectuaron fuertes compras especulativas de ma¨ªz y de otros cereales, pensando que a partir del mes de marzo podr¨ªan vender el ma¨ªz viejo, comprado en Estados Unidos, al nuevo precio. Aparentemente, el c¨¢lculo result¨® cierto y los beneficios de estas empresas han sido multimillonarios; tambi¨¦n ha resultado cierto el deterioro de la mercanc¨ªa debido al largo per¨ªodo de almacenaje, lo que ha ocasionado un nuevo aumento de los precios de la carne debido al menor rendimiento de los piensos.
Todo esto debiera plantear alg¨²n problema a los responsables econ¨®micos, que no escatiman sus declaraciones en favor del mercado. De confirmarse las actuaciones especulativas de los importadores de ma¨ªz, estamos ante una violaci¨®n clara de las reglas b¨¢sicas de funcionamiento de la econom¨ªa de mercado, y la obligaci¨®n de las autoridades en este caso consiste en restablecerlas. Si las compa?¨ªas importadoras gozan de una situaci¨®n de monopolio de derecho, lo m¨¢s elemental es terminar con ¨¦l; si el monopolio es de hecho, entonces corresponde a las autoridades hacer uso de sus facultades para impedir los abusos,. Porque lo cierto es que no tiene explicaci¨®n racional que sean los consumidores quienes, al final, paguen las facturas de este tipo de situaci¨®n que, desgraciadamente, no es la primera vez qu¨¦ se produce. Hace unos a?os, cuando los precios del petr¨®leo subieron imparablemente en pocos meses, las compa?¨ªas petroleras realizaron cuantiosos beneficios vendiendo las existencias de petr¨®leo almacenado al nuevo precio. En los pa¨ªses m¨¢s liberales esta actuaci¨®n produjo la inmediata intervenci¨®n de los poderes p¨²blicos y la imposici¨®n de fuertes sanciones; en otros, como el nuestro, los beneficios pasaron directamente a las arcas del Estado. Lo que no sucedi¨® en casi ninguno fue que los beneficios de la especulaci¨®n pasaran sin m¨¢s a la cuenta de resultados de las compa?¨ªas.
Para que la econom¨ªa de mercado funcione en Espa?a no basta con proclamar sus virtudes y cruzarse de brazos. El Estado debe intervenir con m¨¢s convencimiento para proteger los intereses de los consumidores, que siempre se encuentran del lado de la competencia. La pol¨ªtica econ¨®mica ganar¨¢ en credibilidad y los mecanismos de formaci¨®n de los precios comenzar¨¢n al fin a parecerse a los que prevalecen en los pa¨ªses m¨¢s avanzados, que son tambi¨¦n los que se toman m¨¢s en serio estas cuestiones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.