Ante el nuevo curso pol¨ªtico
NO PARECE probable, al menos de momento, que vaya a verificarse la hip¨®tesis seg¨²n la cual nos encamin¨¢bamos hacia un per¨ªodo presidido por el aburrirniento pol¨ªtico. Es cierto que el Gobierno, tras superar el escollo del refer¨¦ndum sobre la OTAN, ha revalidado su mayor¨ªa absoluta y dispone de cuatro a?os adicionales para dar cumplimiento, desde su desahogada posici¨®n en la mayor¨ªa de las instituciones, a su proyecto de modernizaci¨®n de la sociedad espa?ola. Pero no por ello cabe hablar de un escenario pol¨ªtico inmutable, ni siquiera estabilizado. Los debates pol¨ªticos; de este pr¨®ximo oto?o, con el horizonte de las confrontaciones electorales de 1987 como fondo, servir¨¢n de banco de pruebas de la capacidad de las distintas oposiciones al socialismo gobernante para modificar la actual relaci¨®n de fuerzas.Adem¨¢s del Gobierno central y el de gran n¨²mero de municipios, incluyendo las principales ciudades, el PSOE ostenta el poder en la mayor¨ªa de las autonom¨ªas. No parece casual, sin embargo, que entre las excepciones figuren precisamente las tres comunidades con mayor tradici¨®n nacionalista. Al permanente foco de inestabilidad que supone la situaci¨®n del Pa¨ªs Vasco podr¨ªa sumarse en los pr¨®ximos meses Catalu?a, sacudida por la posibilidad d¨¦ procesamiento de su presidente. En Galicia, la ruptura de Coalici¨®n Galega, cuya abstenci¨®n posibilit¨® la investidura del conservador Fern¨¢ndez Albor, puede ser el anuncio de cambios en el mapa pol¨ªtico de esa comunidad. El debate de los presupuestos generales del Estado para 1987, la negociaci¨®n de la reducci¨®n de tropas norteamericanas y, la concesi¨®n de los canales de televisi¨®n privada servir¨¢n para animar la vida pol¨ªtica en este reinicio del curso, y en particular para poner a prueba la aptitud del renacido centrismo para conectar con la opini¨®n p¨²blica, disputar a la derecha y conservadora su condici¨®n de alternativa al socialismo gobernante.
El asunto Banca Catalana amenaza con convertirse en epicentro de graves convulsiones en las relaciones entre el Gobierno central y el de Catalu?a. Es evidente que el eventual procesamiento de Jordi Pujol por parte de la Audiencia Territorial de Barcelona -que deber¨¢ adoptar su decisi¨®n en el plazo de los pr¨®ximos tres meses- avivar¨ªa los sentimientos nacionalistas de gran parte de la poblaci¨®n catalana. El presidente de la Generalitat podr¨ªa, en esa hip¨®tesis, optar por disolver el Parlament y convocar elecciones anticipadas. Pero ¨¦stas se convertir¨ªan entonces en un refer¨¦ndum sobre la figura del actual presidente de Catalu?a. La imprudente identificaci¨®n hecha en su d¨ªa por Pujol entre su problema personal como antiguo directivo de la entidad bancaria Y la naci¨®n catalana, contra la que el Gobierno central habr¨ªa realizado "una acci¨®n indigna", permite albergar los m¨¢s serios temores sobre los efectos desestabilizadores que podr¨ªan derivarse de la situaci¨®n planteada.
En el Pa¨ªs Vasco, la ya casi segura ruptura del PNV -partido que controla el Gobierno aut¨®nomo, el de las diputaciones y juntas generales y el 85% de los ayuntamientos- no podr¨¢ dejar de suscitar modificaciones sustanciales en todas las instituciones de Euskadi. La radicalidad del enfrentamiento dificultar¨¢ cualquier posible acuerdo posterior entre los parlamentarios, junteros y concejales nacionalistas alineados en los dos sectores rivales, de tal forma que ni siquiera el previsible adelantamiento de las elecciones auton¨®micas garantiza un m¨ªnimo de estabilidad. De una situaci¨®n casi a la mexicana podr¨ªa pasarse a una que recordar¨ªa m¨¢s bien a la italiana, con no menos de seis o siete grupos parlamentarios, ninguno de los cuales con fuerza parlamentaria suficiente como para gobernar en solitario. Con el agravante adem¨¢s de la dificultad de todos ellos para concluir pactos de gobierno con cualquiera de los dem¨¢s.
La perspectiva de las elecciones locales en toda Espa?a y auton¨®micas en 14 comunidades, m¨¢s las europeas, que tambi¨¦n habr¨¢n de celebrarse a lo largo de 1987, alimenta las esperanzas de Coalici¨®n Popular de contar con una nueva oportunidad de derrotar al PSOE e invertir la tendencia de los ¨²ltimos comicios. La autonomizaci¨®n de los democristianos de Alzaga obligar¨¢ a los conservadores de Fraga a modificar su estrategia de la mayor¨ªa natural, pero no est¨¢ claro todav¨ªa cu¨¢l va a ser la l¨ªnea a emprender. La hip¨®tesis de lanzar a Fraga a la batalla por la alcald¨ªa de Madrid es demasiado arriesgada y dista de suscitar la unanimidad entre los dirigentes aliancistas. El debate interno sobre esta cuesti¨®n resultar¨¢ probablemente muy esclarecedor para calibrar las perspectivas de futuro de la derecha espa?ola.
El relanzamiento pol¨ªtico de Adolfo Su¨¢rez producido en las legislativas de junio tendr¨¢ que revalidarse ahora en los inmediatos debates parlamentarios. De su capacidad para concretar en iniciativas concretas su quiz¨¢ demasiado a¨¦rea oferta populista de la pasada primavera depende su consolidaci¨®n como eje de una eventual alternativa de centro que englobar¨ªa te¨®ricamente a los democristianos y tal vez a los liberales y algunos nacionalistas.En otros tercios ideol¨®gicos, Izquierda Unida se enfrenta ahora al reto de cubrir el espacio desalojado por el PSOE, en particular en los movimientos sociales, sin por ello caer en el testimonialismo extraparlamentario. La previsible salida de los carlistas y del Partido Humanista de la coalici¨®n acabar¨¢ con el equ¨ªvoco de considerar unidad de la izquierda a lo que s¨®lo era los restos del naufragio del Partido Comunista, pero no resuelve el di lema de hacer compatible una oposici¨®n frontal al partido en el poder con un proyecto que se apoya precisa mente en la necesidad de forzar la alianza con los socia listas.
En fin, el partido en el Gobierno no s¨®lo tendr¨¢ que respaldar a ¨¦ste en las batallas que se avecinan, sino tambi¨¦n prepararse para abordar los debates ideol¨®gicos, aplazados por las urgencias del poder, en relaci¨®n a las que hayan de ser se?as de identidad del socialismo democr¨¢tico en el futuro.
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