Alain Resnais presenta con 'Melo' un ejercicio entre el teatro y el cine
Gian Luigi Rondi,director de la Mostra, pretende que la edici¨®n de este a?o tenga un eje las relaciones entre cine y teatro. Falta por ver el resto de pel¨ªculas para saber hasta qu¨¦ punto esta opini¨®n se corresponde a la realidad. Por el momento, aunque la teatralidad no est¨¢ ausente en varios de los que ya han desfilado, m¨¢s bien podr¨ªa hablarse de un retorno del romanticismo o de las historias en las que la privacidad lo domina todo. Es m¨¢s, cuando aparece una excepci¨®n, como el Fatherland de Ken Loach, la rigidez de sus convicciones y su necesidad de apartar todo lo que signifique placer, o deseo del mundo, de los personajes no deja de causar un cierto estupor. Resnais es uno de los realizadores que juega tanto con el teatro como con el romanticismo en Melo.
El filme de Alain Resnais es una nueva versi¨®n de una famosa obra de Henry Bernstein, una cl¨¢sica situaci¨®n de tri¨¢ngulo en que dos de los v¨¦rtices son antiguos amigos, m¨²sicos ambos, algo que favorece el desarrollo del melodrama y lo lleva al terreno de su esencia. Porque lo realizado por Resnais es de una radicalidad notable. A partir de unas condiciones de trabajo duras y particulares -tres semanas de rodaje, un presupuesto reducido, etc¨¦tera- y de un respeto total al texto y a la estructura teatral -los actos est¨¢n marcados por la aparici¨®n de una cortina-, el cineasta desarrolla un trabajo de puesta en escena que supone una lectura distinta de Bernstein, algo que roza la posmodernid¨¢d, o, mejor y m¨¢s pertinentemente dicho, algo que supone la introducci¨®n de la iron¨ªa y la distancia temporal respecto a las peripecias amorosas de los protagonistas. Resnais bromea con la historia, con situaciones que se le antojan imposibles, pero nunca con los sentimientos.Melo es un filme sobre el amor y la ausencia del ser amado, preciso, elegante, inteligente -quiz¨¢ duela ver tanta competencia profesional aplicada a lo que est¨¢ condenado la ser una obra menor-, una a¨²t¨¦ntica demostraci¨®n de lo que significa ser un artesano del cine -a Resnais no le gusta que le califiquen de autor-, alguien.que ha hecho de la puesta en escena su oficio y que demuestra que s¨®lo planificando es posible dar una interpretaci¨®n de un texto. Adem¨¢s, los actores -Dussollier, Sabine Azema, Fanny Ardant, Pierre Arditi- son formidables y el decorado y la fotograf¨ªa resultan mod¨¦licos.
Con el coraz¨®n encogido
El alem¨¢n Peter Lilienthal, con su aproximaci¨®n tangencial a la comunidad judeo-germana que vive en Tel-Aviv, a partir de un relato en el que se nos muestra la dif¨ªcil relaci¨®n entre un padre y un hijo, logra dejar al espectador con el coraz¨®n encogido. El filme no es ninguna maravilla estil¨ªstica, pero si sabe ir hacia su objetivo sin necesidad de hablar nunca de ¨¦l. La pel¨ªcula se titula Das schweigen des dickers, es decir, El silencio del poeta, y nos expone el por qu¨¦ de ese callar. Por un lado tenemos la b¨ªografia personal de ese viudo con un hijo mentalmente disminuido; por otro, un contexto deprimente en el que la guerra es un tel¨®n de fondo y en el que el sentimiento de provisionalidad lo invade todo, desde las relaciones hasta la arquitectura. Lilienthal, habla de su necesidad de hacer "un filme feo, con una fotograf¨ªa descuidada", pero lo cierto es que su poeta silencioso vive en un universo est¨¦ticamente poco agraciado, pues ni los decorados naturales son hermosos ni la planificaci¨®n ayuda al embellecimiento. Es m¨¢s, esta cr¨®nica le las razones no formuladas de su silencio se nos acaba de hacer angustiosa y creible gracias a la m¨²sica de Claus Bantzer, que enmarca el clima de pesadilla sin salida en que viven los personajes.La pel¨ªcula americana del d¨ªa ha resultado decepcionante. Big trouble in little China es, o quiere ser, una trepidante cinta de aventuras y humor. La mejor manera de definirla es recurriendo a un juego de comparaciones. Este Big trouble... es a Manhattan Sur lo que Abott y Costello eran respecto al Nosferatu de Mumau. Vamos, que no faltan algunos buenos gags, pero el conjunto es una parodia de escasa categor¨ªa.
Como buena parte de los m¨¢s recientes grandes espect¨¢culos hollywoodenses, ¨¦ste, dirigido por el estimable John Carpenter, es demasiado. tributario de la moda y se deja devorar, por los efectos especiales, algo que priva la pel¨ªcula de su encanto a lo Fumanch¨² y la aproxima a Los cazafantasmas.
?Hasta qu¨¦ punto los cineastas inventan?, Viendo las pel¨ªculas de Eric Rolimer, y m¨¢s concretamente las pertenecientes a la serie Comedias y proverbios -los Cuentos morales eran otra cosa, pues el cineasta siempre dispon¨ªa dentro de la ficci¨®n de un portavoz-, se tiene la sensaci¨®n de que actores y personas son una misma cosa, que si el cineasta los ha elegido, no es para que interpreten, sino para que sean lo mismo que en su vida cotidiana. Le rayon vert, presentada en Venecia y de pr¨®ximo estreno espa?ol, no es una excepci¨®n. Marie Rivi¨¦re es la Delphine sentimentamente solitaria y desorientada que busca en ese destello verde un signo que le infunda seguridad. Es una se?al de cielo que no puede fallar: si se ve ese rayon vert es que el hombre elegido es el ideal.
"En lo que s¨ª creo yo", nos explica Marie Riviere, "es en la necesidad de buscar y encontrar a alguien. Personalmente, tampoco quisiera hacer unas vacaciones sola, nunca lo he hecho. Ahora, lo de confiar en un rayo verde para resolver las dudas sobre la autenticidad de tus sentimientos y los de los dem¨¢s lo encuentro exagerado, novelesco".
La actriz Marie Rivi¨¦re roza los 30 a?os, y ahora es la primera candidata al premio para la mejor interpretaci¨®n femenina. Pero faltan muchas pel¨ªculas por ver. Tiene el pelo casta?o claro, ligeramente rizado, confiesa que su color preferido es el rojo y que no ha le¨ªdo nunca la novela de Verne que da t¨ªtulo al filme. "Tampoco he visto nunca el rayo verde en la vida real. Al equipo le cost¨® muchos d¨ªas de rodaje en Canarias para hallar una puesta de sol id¨®nea".
Como la Delphine de la pel¨ªcula, a Marie no le gusta correr riesgos:, "Lo peor fue tener que improvisar, inventar frases a partir de una situaci¨®n dada que ten¨ªa que llegar a un determinado final. Prefiero aprenderme unos di¨¢logos perfectamente escritos, pero esto no ha sido posible en Le rayon vert. Rohmer quer¨ªa saber c¨®mo habl¨¢bamos, de qu¨¦ manera nos movemos cuando decimos ciertas cosas. La ropa de la pel¨ªcula es la misma que llevamos a diario y, como el lenguaje, ha de confundirse con la vida".
Casi un documental
La puesta en escena rohmeriana es transparente, sin subrayados, sin que las opiniones del autor aparezcan en primer o segundo plano. Cronista de lo que ve distanciado y fr¨ªo y no se sabe si ir¨®nico ante las barbaridades que dicen sus actores.La pel¨ªcula es por varios motivos la m¨¢s experimental, de entre las ¨²ltimas realizadas por Rohmer. ?l es el responsable de casi todo, desde la fotograf¨ªa hasta el argumento, pasando por todo el casting y, obviamente, la direcci¨®n. El rodaje ha sido largo, as¨ª como lapreparaci¨®n, y se ha hecho con una c¨¢mara de 16 mil¨ªmetros, para reducir costes y dar mayor flexibilidad de trabajo al equipo, muy reducido. Tal y como explica la protagonista, no es un documental, pero s¨ª un documento sobre una manera de trabajar, sobre una ¨¦poca y unos sentimientos. Y sobre Marie Rivi¨¦re.
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