Explosi¨®n antinuclear
LA RFA es el pa¨ªs europeo en el que la oposici¨®n a la utilizaci¨®n de la energ¨ªa nuclear ha alcanzado mayor amplitud. El Gobierno Kohl, firme partidario de la opci¨®n nuclear, acosado por las manifestaciones populares, promovidas sobre todo por los verdes, y desafiado por el SPD, que acaba de pronunciarse por el cierre de las centrales nucleares, le encuentra ahora con que dos informes cient¨ªficos, encargados y financiados por ¨¦l, llegan a conclusiones contrarias a las que propugna. Tales informes muestran que el cierre de las centrales es posible, en un plazo prudente, sin consecuencias catastr¨®ficas para la econom¨ªa.M¨¢s all¨¢ de estos datos, el enfrentamiento de las opciones sobre la cuesti¨®n energ¨¦tica no es algo exclusivamente alem¨¢n, sino un debate que abarca a toda Europa y que tiende a instalarse en el centro de la escena pol¨ªtica en muchos pa¨ªses.
Durante mucho tiempo, la tesis contraria a la utilizaci¨®n de la energ¨ªa nuclear fue patrimonio de los verdes. Con la cat¨¢strofe de Chernobil ha sobrevenido una transformaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica: millones de personas sintieron que la radiactividad pod¨ªa amenazarles desde enormes distancias y sin barrera posible frente a ella. Se desfondaron los argumentos prodigados por los Gobiernos sobre la absoluta seguridad de las centrales y, para muchos ciudadanos, el problema ha sobrepasado los t¨¦rminos sobre grados de seguridad para centrarse en la necesidad del cierre de las centrales. En esta direcci¨®n, la cuesti¨®n es estudiar las condiciones para realizar esa clausura en las mejores condiciones y concentrando el m¨¢ximo de esfuerzos cient¨ªficos e inversiones para la utilizaci¨®n de otras fuentes de energ¨ªa. El movimiento popular, que desborda a los partidos, y personalidades cient¨ªficas de primera fila convergen en este objetivo.
As¨ª las cosas, la reciente reuni¨®n de Viena, organizada por la Agencia Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (AIEA) para estudiar la cat¨¢strofe de Chemobil, arroja perspectiva poco alentadoras. El informe presentado por el Gobierno de Mosc¨² fue acogido con grandes elogios por los especialistas enviados por los Gobiernos y por las empresas directamente interesadas en el desarrollo de la energ¨ªa nuclear. Los delegados sovi¨¦ticos dijeron que la reuni¨®n fue para ellos "un gran ¨¦xito". Sin embargo, es imposible olvidar que los europeos occidentales se enteraron de la explosi¨®n de Chernobil por telegramas que llegaban de Suecia anunciando una elevaci¨®n peligrosa de la radiactividad. La URSS tard¨® varios d¨ªas en reaccionar y en reconocer p¨²blicamente los efectos nocivos de la explosi¨®n, y contribuy¨®,con su actitud a generar el p¨¢nico allende sus fronteras y a poner en peligro la salud de miles de personas. ?A qu¨¦ se debe entonces esa "satisfacci¨®n" ante la conducta sovi¨¦tica expresada por los delegados occidentales en la reuni¨®n de Viena? Aparte del inter¨¦s cient¨ªfico por esa terrible experiencia vivida en Chernobil, no es dificil adivinar la existencia de complicidad en la defensa del empleo de la energ¨ªa nuclear. La actitud pronuclear de la URSS es clara y determinante. Su informe pone de relieve los errores personales como causa principal del accidente de Chernobil, y destaca como medida esencial para evitar nuevos accidentes el perfeccionamiento t¨¦cnico del personal. El plan sovi¨¦tico, que prev¨¦ un incremento de m¨¢s del doble de la energ¨ªa nuclear hasta finales de siglo, no ha sido modificado despu¨¦s de Chernobil; el Gobierno sovi¨¦tico no permitir¨¢ que surja en su pa¨ªs un debate como el que hay en Europa occidental sobre el cierre de las centrales. De manera que por un lado Gorbachov utiliza interesadamente el accidente de Chernobil para subrayar las terribles consecuencias que tendr¨ªa la explosi¨®n de armas nucleares e insistir en la urgencia de una moratoria de las pruebas; pero, por otro, Mosc¨² ignora los peligros inherentes al empleo industrial de esa energ¨ªa.
La carencia de libertad en la URSS y la imposibilidad de cualquier tipo de debate determinan que en la cuesti¨®n de la energ¨ªa at¨®mica el Kremlin se vea alineado hoy con las opciones y fuerzas m¨¢s conservadoras en Europa occidental. A la vez, la inexistencia de libres comunicaciones con el exterior impide la penetraci¨®n en la URSS de cualquier corriente, cultural o pol¨ªtica, que defienda la opci¨®n no nuclear. Mientras tanto, en los pa¨ªses de la Comunidad Europea esa corriente crece incesante: la posici¨®n adoptada por el congreso del SPD alem¨¢n ha tenido ya repercusiones en la direcci¨®n del PS italiano, en el que es muy fuerte la posici¨®n antinuclear. Y lo mismo ocurre en otros partidos socialistas, con s¨®lo dos excepciones: Francia y Espa?a.
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