Para qu¨¦ sirve hoy el movimiento de los 'no alineados'
Roberto Mesa, sevillano de 50 a?os, es un analista constante de los problemas que aquejan al Tercer Mundo y a los pa¨ªses que se acogen al no alineamiento para hacer valer sus reivindicaciones comunes frente a las grandes potencias y a los grandes bloques econ¨®micos. Estos pa¨ªses acaban de concluir en Harare (Zimbabue) su octava cumbre, en la que han surgido las tronantes invectivas del presidente libio Gaddafi contra la propia existencia del movimiento de los no alineados porque ya no sirve como n¨²cleo solidario de los pueblos que siguen viviendo hoy bajo el peso de fantasmas agobiantes: el racismo, el imperialismo, la deuda externa y las lacras que ha dejado sobre su piel un proceso irracional de descolonizaci¨®n. Gaddafi dijo en la cumbre de Harare que si los no alineados no rompen sus lazos con pa¨ªses como Estados Unidos y el Reino Unido, "dir¨¦ adi¨®s a este movimiento divertido que es una falacia internacional". ?Es verdaderamente in¨²til hoy el movimiento de los no alineados?
La octava cumbre de pa¨ªses no alineados ha tenido como escenario Harare (Zimbabue), y como tel¨®n de fondo, un mosaico de conflictos irresueltos y de problemas agobiantes. En principio ha de admitirse que, pese a todos los pesares, el mantenimiento del Movimiento, desde su primera reuni¨®n en Belgrado (1961), es un ¨¦xito en el que pocos confiaban y cuyo fracaso era deseado por muchos. Los no alineados, emanaci¨®n directa de la conferencia afroasi¨¢tica de Bandung (1955) y del encuentro en la isla adri¨¢tica de Brioni, un a?o despu¨¦s, entre Tito, Nehru y Nasser, naci¨® como una plataforma din¨¢mica contra el colonialismo y tambi¨¦n, aunque frecuentemente se silencie, contra la guerra y la carrera de armamentos nucleares.El cuarto de siglo transcurrido desde entonces y la profundizaci¨®n de la problem¨¢tica socioecon¨®mica ha marcado l¨®gicamente al Movimiento. Por otra parte, a¨²n persisten graves focos aislados de la emblem¨¢tica colonial -el anticolonialismo fue el m¨¢s importante n¨²cleo solidario-, pero las nuevas formas de explota ci¨®n han modificado el ideario primero de Bandung y Belgrado. La agenda de Harare es suficientemente ilustrativa a este respecto. Una vez m¨¢s, racismo, sionismo y toda forma de opresi¨®n ser¨¢n vigorosamente condenados; se expresar¨¢ la inquietud ante la situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo, brindando toda suerte de apoyos a la pro yectada conferencia internacional; frente a la permanente agresi¨®n estadounidense contra Nicaragua, el imperialismo ser¨¢ puesto en la picota y se manifestar¨¢ el respaldo a los trabajos del Grupo de Contadora. En estos dos supuestos, los no alineados avalan los modos apuntados de resoluci¨®n pac¨ªfica y negociada. Pero el eje real de la agenda de trabajo se centra en dos temas. Uno, que mira al pasado, es la pervivencia del r¨¦gimen de apartheid en Sur¨¢frica; una reliquia ominosa que atenta contra la dignidad del ser humano; a este respecto, las posibilidades de Harare caminan en dos sentidos: tratar, por todos los medios, que se cumplan y se agraven las sanciones dictadas contra Pretoria por parte de toda la comunidad internacional; objetivo nada f¨¢cil de alcanzar dada la potencialidad econ¨®mica de Sur¨¢frica y sus v¨ªnculos con el Occidente industrializado, as¨ª como las contradicciones de m¨¢s de un dirigente del ?frica subsahariana; en segundo lugar, crear un cintur¨®n defensivo de los pa¨ªses de la l¨ªnea del frente (Botsuana, Mozambique, Tanzania, Zambia y Zimbabue) que los proteja de las incursiones y agresiones continuas de Pretoria.
LAS RA?CES DEL RACISMO
Este problema justifica, por s¨ª solo, la elecci¨®n de Harare como sede de esta cumbre y el protagonismo de Robert Mugabe; pa¨ªs y dirigente que, a m¨¢s de la amenaza real, conocen bien, por su propia historia colonial, las ra¨ªces del racismo. Mugabe, presidente en los tres pr¨®ximos a?os del Movimiento, obtendr¨¢ notoriedad y respaldo internacionales para su propia posici¨®n interna; tambi¨¦n es cierto que, en su actitud, enlaza con la l¨ªnea marcada por los padres fundadores del no alineamiento (los tres l¨ªderes ya citados, junto con los olvidados Sukarno y N'Krumah).
La otra cuesti¨®n clave en Harare -y en todos los pueblos al borde de la bancarrota- es la suscitada por la deuda externa; el asunto mayor de nuestro tiempo y del venidero, ya que no s¨®lo hipoteca el progreso social y el desarrollo pol¨ªtico, sino que incluso amenaza a la misma supervivencia de muchos pueblos que ya, hoy mismo, s¨®lo conservan de la soberan¨ªa estatal la utilizaci¨®n de una met¨¢fora literaria. Como ha se?alado el propio Mugabe, la actual situaci¨®n econ¨®mica, el sesgo de los intercambios, es, hoy por hoy, uno de los mayores atentados contra la paz, sin desconocer, por otra parte, que "las econom¨ªas del Sur est¨¢n subsidiando las del norte desarrollado".
De esta realidad y sus correlativos planteamientos procede el protagonismo que est¨¢n consiguiendo algunos pa¨ªses latinoamericanos y sus dirigentes pol¨ªticos, como Alfons¨ªn y Alan Garc¨ªa. En Harare se admite la obligatoriedad de pagar la deuda, pero tambi¨¦n se afirma solemnemente la imposibilidad material de respetar el compromiso. La tradici¨®n del no alineamiento ha transitado siempre por la v¨ªa del entendimiento y la negociaci¨®n, evitando siempre los riesgos de las acusaciones de irreflexi¨®n o falta de responsabilidad. Este ha sido el mensaje transmitido por el presidente peruano y que, en cierta medida, ha tropezado con la postura cubana; aunque, evidentemente, el discurso de Fidel Castro no ha registrado las dimensiones de anta?o (primero, porque la deuda cubana con los pa¨ªses occidentales es insignificante, y segundo, porque incluso la ha renegociado en Par¨ªs; todo lo cual no priva de valor a las cr¨ªticas formuladas contra el mecanismo del Fondo Monetario Internacional). A buen seguro, Per¨² recibir¨¢ en los pr¨®ximos tiempos m¨¢s de una celebraci¨®n de los no alineados; no en balde la carta de derechos y deberes econ¨®micos de los Estados tuvo en su g¨¦nesis una iniciativa latinoamericana.
ANTECEDENTES DE GADDAFI
Ante programa tan apremiante, el Movimiento pasa por otra de sus crisis peri¨®dicas, para la que, como es habitual, no faltan voceros. En Harare, Gaddafi, diagnostica o recomienda la desaparici¨®n del Movimiento; en caso contrario, amenaza con su retirada. Son muchos los peligros que acechan desde el exterior a los no alineados; pero no son menores los que proceden de su mismo seno. Uno de los m¨¢s graves e inevitables, el provocado por su mismo crecimiento.
Pero los reproches m¨¢s frecuentes apuntan a que no ha podido evitar conflictos armados entre sus propios miembros, como la inacabable guerra ?rano-iraqu¨ª. En fin de cuentas, se trata de acusaciones tambi¨¦n formuladas contra la OUA, la Liga de Estados ?rabes o las propias Naciones Unidas; desconociendo siempre que una cosa es el esp¨ªritu de la instituci¨®n y otra, muy distinta por desgracia, la voluntad o los intereses de los Estados que la componen. Aunque el riesgo mayor que hist¨®ricamente atenaza al Movimiento es
la divisi¨®n ideol¨®gica ?inoculada en su interior y las pretensiones de manipulaci¨®n por parte de ciertos dirigentes del Tercer Mundo.La postura de Gaddafi tiene precedentes. Entre la segunda cumbre de El Cairo y la tercera de Lusaka mediaron seis a?os, en los que fue imposible articular un consenso entre los jefes de Estado o de Gobierno para su celebraci¨®n. En la cuarta cumbre de Argel (1973) se vivi¨® un agrio enfrentamiento entre Fidel Castro y Gaddafi por interpretaciones opuestas sobre, precisamente, la ideologizaci¨®n del Movimiento; todo gir¨® en torno a la conocida tesis de los aliados preferentes de los no alineados, los Estados comunistas; planteamiento que, en aquella ocasi¨®n, combati¨® muy vivamente el l¨ªder libio, que, en 1986, ha cambiado radicalmente sus criterios anteriores. Y, por ¨²ltimo, aunque la relaci¨®n podr¨ªa extenderse, todav¨ªa se recuerdan los esfuerzos; realizados por el ya entonces anciano mariscal Tito, en 1979, en la cumbre de La Habana, para evitar la fractura y la crisis total del Movimiento; su autoridad hist¨®rica y su equilibrio pol¨ªtico evitaron el desastre.
Son varias las razones que pueden motivar la postura de Gaddafi. Entre otras, su obsesi¨®n por un liderazgo moral y pol¨ªtico nunca logrado en Oriente Pr¨®ximo: el s¨ªndrome Nasser, que aqueja a tantos estadistas ¨¢rabes; ser¨ªa ahora la b¨²squeda de un protagonismo conexo, en otros escenarios, mediante la v¨ªa del revolucionarismo aparente. Entre las causas inmediatas y reales, la situaci¨®n de: Libia, agredida militarmente y cercada pol¨ªticamente por Reagan. Gaddafi, que en 1973 denostaba la posici¨®n cubana, aboga ahora por la divisi¨®n. radical e insalvable del mundo en dos bloques militares antag¨®nicos. Con este juicio, se apunta al coraz¨®n del no alineamiento. Libia tendr¨¢ siempre, sin necesidad de solicitarla, la solidaridad de los pa¨ªses no alineados y de otros muchos frente: a los ataques armados de EE UU, los cuales tampoco se plegar¨¢n a las exigencias del bloqueo econ¨®mico. Pero la admisi¨®n de los bloques como hechos inamovibles no significar¨ªa solamente la desaparici¨®n del no alineamiento, sino que tambi¨¦n implicar¨ªa la p¨¦rdida de toda esperanza para el Tercer Mundo. En segundo lugar, lo que nunca har¨¢ el no alineamiento, nunca lo hizo, es organizar un ej¨¦rcito fantasma de liberaci¨®n en beneficio de un liderazgo determinado. Muy posiblemente, la postura, de Gaddafi sea la ¨²nica que puede adoptar en las presentes circunstancias. Por lo dem¨¢s, no ser¨ªa inoportuno recordar que si los no alineados condenan el terrorismo estructural de ciertos Estados, con id¨¦ntica energ¨ªa anatematizan al terrorismo-internacional.
En nuestra opini¨®n, por encima de todas las crisis, pasadas, presentes y venideras, el movimiento de los no alineados ha cumplido una misi¨®n fundamental, la descolonizaci¨®n, y a¨²n le quedan otras muchas por desempe?ar. Un cuarto de siglo es per¨ªodo m¨¢s que suficiente para radiografiar el no alineamiento; teniendo siempre presente que las crisis y, ?por qu¨¦ no?, las desgarraduras son una constante en todo organismo vivo. Por encima de todos los accidentes imaginables quedan la doctrina y la pr¨¢ctica del Movimiento. Su esp¨ªritu es muy simple y esquem¨¢tico, a la b¨²squeda de tres metas esenciales: desc¨®lonizaci¨®n, desarme y desarrollo; enmarcadas en un objetivo gl¨®bal, cual es la lucha por la justicia. Para alcanzar estas finalidades se cuenta con dos instrumentos, cuya exclusiva no est¨¢ en manos del no alineamiento: el ejercicio de la solidaridad activa entre los pueblos y la soluci¨®n de los conflictos -a trav¨¦s de la a¨²licaci¨®n de medios pac¨ªficos de todo tipo. Materialmente puede decirse que es el mismo esp¨ªritu e id¨¦ntico arsenal. de instrumentos de que disponen las Naciones Unidas; no pod¨ªa ser de otra forma, ya que el Movimiento se mueve en su ¨®rbita, se reclama de su carta y de sus resoluciones, al tiempo que tambi¨¦n ha dejado su huella en numerosas decisiones trascendentales de la ONU; se trata de una influencia rec¨ªproca y beneficiosa. Lo que agrega el no alineamiento es su mayor dinamismo, una m¨¢s grande flexibilidad (en el Movimiento no s¨®lo hay Estados, tambi¨¦n se hallan organizaciones de liberaci¨®n nacional, como la OLP y el ANC, entre otros, as¨ª como estatutos diversos para los concurrentes a sus cumbres), y, en fin de, cuentas, no pesa el lastre inmovilizador de la presencia de las grandes potencias y de los poderes nucleares.
El no alineamiento, en conclusi¨®n, trabaja per severantemente por la edificaci¨®n de una sociedad internacional distinta de la actual, que Se base en un medio relacional m¨¢s equilibrado que el imperante; por un mundo, en el que hayan desaparecido la in justicia y todo fen¨®meno de explotaci¨®n. Para conseguir este ideal resulta imprescindible la creaci¨®n de un clima de convivencia pac¨ªfica, de respeto mutuo entre todos los Estados, con independencia de su modelo pol¨ªtico, socioecon¨®mico y cultural. A este respecto, en el p¨¢rrafo 182 de la declaraci¨®n de la octava cumbre de Nueva Delhi se afirma: "La propia esencia del Movimiento, supone mantenerse alejado de los bloques de potencias alineadas las unas contra las otras, promover su disoluci¨®n y rechazar las doctrinas mezquinas y obsoletas de discusi¨®n, equilibrio de poder y, esferas de influencia que crean tensiones y la polarizaci¨®n y la divisi¨®n y conflictos entre las naciones. Al respetar fiel mente, sus principios y objetivos, el Movimiento puede hacer una contribuci¨®n constructiva a la soluci¨®n de importantes problemas internacionales...". No parece que, aqu¨ª y ahora, hayan surgido situaciones nuevas con capacidad para alterar o invalidar esta declaraci¨®n program¨¢tica.
TIEMPO DE LOS ASESINOS
Evidentemente, en los tiempos que corren, tiempo de asesinos, los designios del no alineamiento ser¨¢n despreciados pragm¨¢ticamente y tachados de utopismo, al. tiempo que se subrayar¨¢n incansablemente sus m¨²ltiples contradicciones para as¨ª descallificarlo. Sin embargo, los objetivos de libertad, igualdad, justicia, progreso y desarollo, desarme y desaparici¨®n de bloques, y convivencia pac¨ªfica, no parece, en modo alguno, que vayan en contra de la naturaleza del ser humano; por a?adidura el no alineamiento tiene una capacidad de ilusionar a los pueblos de que carecen las doctrinas apocal¨ªpticas, ahora usuales; que s¨®lo se cuidan de fomentar la animosidad y el belicismo, duando no el p¨¢nico, entre los pueblos. Por ello, frente a sus flaquezas y contradicciones, el no alineamiento conserva toda su vigencia y su raz¨®n de ser. Merece ser criticado, ciertamente; pero, su fragilidad no puede en modo alguno obstaculizar el apoyo de que es digno.. Apoyo, incluso, si se quiere, utilitario. Ya que la paz no s¨®l¨® interesa al Tercer Mundo. La paz el primer, cuando no el ¨²nico, patrimonio, com¨²n de la humanidad.
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