Los cr¨¦ditos divinos de sor Valentina
Cuatro cajas han concedido a una monja de Valdepe?as el primer pr¨¦stamo sindicado que se otorga en esta regi¨®n
Sor Valentina de la Virgen del Casta?ar no sana milagrosamente piernas ulceradas, c¨¢nceres o dolencias malignas vanas, como dicen que hac¨ªa santa Teresa de Jes¨²s Jorn¨¦, la fundadora de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, pero es capaz de remover Roma con Santiago y conseguir cr¨¦ditos divinos. No es un milagro, pero casi. La intr¨¦pida monja ha conseguido el primer cr¨¦dito sindicado, referido al mibor, que se ha concedido en Ciudad Real y probablemente en toda la regi¨®n de Castilla-La Mancha.
La l¨®gica del banquero, el cat¨®n universal del prestamista, consiste en conceder dinero a quien ya lo tiene. Cuanto m¨¢s pudiente es el demandante de cr¨¦ditos, con mayor facilidad y en mejores condiciones se le alquila el dinero. Lo ¨²ltimo en este mundo cada vez m¨¢s complejo y sofisticado de los pr¨¦stamos ha sido la segregaci¨®n de una casta exquisita y privilegiada, la flor y nata de los clientes bancarios, a la que se conceden ingentes cantidades de dinero, por lo general cientos o miles de millones, a unos intereses baj¨ªsimos, inaccesibles para cualquier otro mortal, y con unos plazos de devoluci¨®n largos y c¨®modos. Son los clientes preferidos, y de ah¨ª que se hayan bautizado como preferentes los tipos de inter¨¦s que se les aplican. La magnitud de los pr¨¦stamos que se les conceden supone un riesgo dificil de asumir por una sola entidad, por lo que han surgido los cr¨¦ditos sindicados, en los que varios bancos participan conjuntamente en la cesi¨®n del dinero. Para facilitar estas operaciones ha habido que crear un tipo de inter¨¦s preferencial com¨²n a todas las entidades, que en el caso espa?ol es el mibor (precio de referencia del dinero en el mercado interbancario de Madrid), que apenas lleva cinco a?os de existencia.Pues bien, sor Valentina de la Virgen del Casta?ar, sin un duro y sin ning¨²n bien terrenal que ofrecer como garant¨ªa (nadie se atrever¨ªa a ejecutar una hipoteca sobre una residencia ben¨¦fica de ancianos), ha logrado colarse en el c¨ªrculo de los elegidos. El casi milagro se produjo el mi¨¦rcoles en Valdepe?as, ante un notario para dar fe del asunto. Cuatro entidades de cr¨¦dito que operan en la ciudad manchega (las cajas de ahorros de Madrid, Cuenca y Ciudad Real, Albacete y Toledo) concedieron un cr¨¦dito sindicado, con un inter¨¦s fijado en el mibor a seis meses m¨¢s un 0,25%, a un ins¨®lito cliente: la Congregaci¨®n de las Hermanitas de los Desamparados, y por un importe incre¨ªble por su exig¨¹idad (50 millones de pesetas) para una operaci¨®n tan nueva y sofisticada.
Todo un personaje
Nueve monjitas, en realidad siete, porque hay dos enfermas, atienden a 96 ancianos en un viejo y destartalado caser¨®n de Valdepe?as. Una veintena de los ancianos se encuentra en condiciones de salud deplorables: unos no pueden moverse, se hacen sus necesidades encima y hay que darles de comer, vestirlos y limpiarlos, y otros deambulan con claros signos de enajenaci¨®n mental o subnormalidad expuestos a cualquier accidente. El resto, aunque se encuentra en mejores condiciones f¨ªsicas, no deja de ser un colectivo de personas a?osas llenas de achaques, man¨ªas y debilidad.Las condiciones del viejo caser¨®n, claramente insuficiente para el elevado n¨²mero de residentes y sin ascensores para acceder a los pisos donde se encuentran los dormitorios, complican a¨²n m¨¢s la penosa labor de las monjitas. Las Hermanas de los Ancianos Desamparados no constituyen una orden religiosa opulenta, como muchas otras. No se dedican a la ense?anza privada ni a la contemplaci¨®n, sino a lavar culos de ancianos desvalidos, y a darles protecci¨®n y cobijo asumiendo una necesidad social que hoy no est¨¢ cubierta por el Estado. Limosnas y un tanto por ciento de las exiguas pensiones que cobran algunos de los ancianos residentes (buena parte de los mismos son de beneficencia), junto con m¨ªnimas ayudas oficiales, constituyen todos sus ingresos para mantener esta instituci¨®n. No hay dinero para contratar personal auxiliar y, como las vocaciones religiosas han disminuido, cada vez son menos las monjitas, y de mayor edad, que se dedican a atender a los ancianos.
Las monjitas se levantan a las seis de la ma?ana y no paran de trabajar hasta bien entrada la noche. Sor Alicia tiene que hacer a diario un sinf¨ªn de men¨²s normales y de r¨¦gimen. Sor Juana da de comer cucharada a cucharada a ancianas totalmente inv¨¢lidas o idiotizadas (una viejecita canta una y otra vez Por la calle de Alcal¨¢). Otra hermana cuida de una pat¨¦tica, min¨²scula y abigarrada enfermer¨ªa. Sor Pilar atiende el ropero y la lavander¨ªa. Dos monjas ancianas deambulan por los pasillos. Los ancianos est¨¢n bastante atendidos y limpios.
Sor Valentina, definida por muchos en Valdepe?as como todo un personaje, no se ha arredrado ante estas dificultades objetivas, y se ha embarcado y ha embarcado a la orden en la construcci¨®n de una nueva residencia, una especie de hotel de cinco estrellas, para atender mejor a sus ancianitos y poder aligerar la enorme lista de espera. Encomend¨¢ndose a Dios y al alcalde de Valdepe?as, Esteban L¨®pez Vega, ha puesto en marcha un proyecto de m¨¢s de 400 millones de pesetas. Las obras se encuentran muy avanzadas, aunque dif¨ªcilmente la nueva residencia ser¨¢ inaugurada en los primeros meses de 1987, como quer¨ªa la monja, coincidiendo con los 100 a?os de vida del actual caser¨®n.
Fue el alcalde de Valdepe?as, ante la acuciante falta de dinero de las monjas, quien pens¨® en la f¨®rmula del cr¨¦dito sindicado para comprometer en el proyecto a todas las cajas de ahorros que operan en la ciudad y que se lucran con los negocios de la regi¨®n y para conseguir las mejores condiciones posibles para las monjitas. La Caja de Madrid, que ya hab¨ªa concedido anteriormente un cr¨¦dito a estas monjas cuyos intereses carg¨® a su obra social, accedi¨® a dirigir la operaci¨®n crediticia y hacerse cargo del 60% de la cuant¨ªa del pr¨¦stamo. S¨®lo la Caja Postal y la de Ronda, cuya colaboraci¨®n fue solicitada, se negaron a participar en el cr¨¦dito, y ¨¦ste hubo de reducir su cuant¨ªa inicial de 120 a 50 millones. Ayuntamiento y Diputaci¨®n de Ciudad Real, al 50%, han aceptado avalar a las monjas para esta operaci¨®n.
Audacia
Sor Valentina, tras el ¨¦xito de sus gestiones, no pudo asistir a la firma final del cr¨¦dito. Un derrame cerebral repentino la dej¨® paralizada de medio cuerpo y sin habla, aunque est¨¢ recuper¨¢ndose en los ¨²ltimos d¨ªas. Una hermana enviada de Madrid, sor Isabel, rubric¨® los documentos de concesi¨®n del cr¨¦dito. "Estaba muy seria", comenta Claudio Bonilla, directivo de zona de la Caja de Madrid. "Yo no s¨¦ si escuchaba la larga y complicada lectura de las cl¨¢usulas del documento que hac¨ªa el notario o si estaba abstra¨ªda rezando y sin entender nada". Al d¨ªa siguiente, por si acaso, las monjas se llegaron a la central madrile?a de la citada entidad para que les explicaran de nuevo qu¨¦ era aquello del cr¨¦dito sindicado y del mibor que hab¨ªan firmado el d¨ªa anterior.Las monjitas, a pesar de que no se hab¨ªan enterado bien de lo que hab¨ªan firmado, se mostraron agradecidas con los directivos de las cajas y con las autoridades: "Cuando se¨¢is ancianos, si est¨¢is desvalidos -que Dios no lo quiera-, acudid a nosotras, que, aunque no haya plazas, siempre encontraremos un hueco en nuestra residencia para vosotros". Y tambi¨¦n les regalaron una historia de la vida de la fundadora, santa Teresa de Jes¨²s Jorn¨¦, cuyas portentosas curaciones parecer¨¢n a muchos empresarios actuales mucho menos milagrosas que el cr¨¦dito conseguido por su disc¨ªpula Valentina de la Virgen del Casta?ar.
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