Los primeros 350 a?os de Harvard
La universidad norteamericana neg¨® un doctorado honor¨ªfico al presidente Reagan, que no ha asistido a los actos conmemorativos
Si hay alguna instituci¨®n norteamericana con derecho a jactarse de su importancia, ¨¦sa es la universidad de Harvard. A pesar del continuo desaf¨ªo de escuelas tan competentes como Stanford, la universidad de California, Berkeley o la universidad de Tejas, en Austin, Harvard, bajo el liderazgo de su presidente, Derek Bok, sigue siendo el patr¨®n por el que los dem¨¢s centros se miden. Como dice el reverendo Theodore Hesburgh, presidente de Notre Dame: "Harvard es el modelo a seguir y un s¨ªmbolo de prestigio".Gracias a esta duradera categor¨ªa, Harvard y la gente que all¨ª se ha formado, m¨¢s que cualquier otra instituci¨®n privada, ha podido imponer su poder e influencia sobre toda la naci¨®n.
Seis presidentes, desde John Adams hasta John F. Kennedy, salieron de Harvard llev¨¢ndose con ellos lo m¨¢s conceptual del s¨®lido estilo Cambridge, as¨ª como a unos cuantos colegas que les acompa?ar¨ªan en su andadura. De Harvard surgi¨® Franklin D. Roosevelt, que desarroll¨® su new deal con su subyacente base keynesiana. Tambi¨¦n John F. Kennedy y el secretario de Defensa Robert McNamara consiguieron extraer de la universidad su posterior brillantez. El mismo Henry Kissinger, que fue, sin duda, la figura m¨¢s poderosa de las Administraciones Nixon y Ford.
Actualmente, el presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, cinco miembros ministeriales, as¨ª como el titular de Justicia, William Rehnquist, proceden de Harvard. Tres de los magistrados adjuntos al Tribunal Supremo son veteranos de la facultad de Derecho de Harvard, donde precisamente se gestaron las pragm¨¢ticas innovaciones que el case-study supuso en la ense?anza del derecho en Norteam¨¦rica (el case-study es un sistema inductivo de ense?anza del derecho basado en casos particulares, en vez de en libros de texto). Seg¨²n manifiesta Richard Darmon, secretario adjunto del Tesoro: "Nunca pude imaginarme que la influencia de Harvard fuera a ser tan grande como lo es ahora mismo".
La Escuela de Gobernaci¨®n Kennedy, dentro de la universidad, que es la ¨²nica en su g¨¦nero en todo el sistema universitario norteamericano, ense?a c¨®mo gobernar a 700 alumnos en r¨¦gimen acad¨¦mico completo, sirviendo de punto de referencia para unos 600 t¨¦cnicos en la actualidad, entre los que se encuentran congresistas, gobernadores, alcaldes de grandes y peque?as ciudades, as¨ª como miembros del actual Gabinete gubernamental, que acuden invariablemente a Harvard en busca de consejos.
Econom¨ªa y ciencia
La Escuela de Comercio de Harvard tiene 32.000 licenciados diseminados por todo el mundo del comercio: en la actualidad, el 45% de la promoci¨®n del a?o 1949 son directores ejecutivos o jefes de operaciones de la m¨¢xima categor¨ªa. Para cualquiera que aspire a tal grado de poder, el tener credenciales de Harvard es la mejor carta de presentaci¨®n. Como dice un administrador en Harvard: "No hay puerta que se resista ante su prestigio". Incluso dentro de la m¨¢s tradicional forma de ventas, la Escuela de Comercio vende cada a?o dos millones y medio de ejemplares de su aclamado libro Estudios de casos a m¨¢s de 3.000 centros institucionales y escuelas varias por todo el mundo.La Escuela de Medicina de Harvard ha sido una aut¨¦ntica colonizadora entre los centros especializados de esta profesi¨®n. A lo largo de los ¨²ltimos 20 a?os, distintos decanos de 36 escuelas de medicina han desarrollado cursos especializados en Harvard. Seg¨²n ha se?alado el decano Robert Ebert, "la mayor¨ªa de las escuelas m¨¦dicas tiene un solo hospital universitario", mientras que Harvard mantiene 13 departamentos adjuntos. Este tipo de facilidades sin parang¨®n genera proyectos como el aislamiento y cultivo del virus de la polio, la primera fertilizaci¨®n humana in vitro, el primer trasplante de ri?¨®n con ¨¦xito, e incluso el inicio de m¨¦todos cient¨ªficos para la obtenci¨®n de piel y materia ¨®sea.
Tales descubrimientos han aumentado la colecci¨®n de premios Nobel hasta 29, de los que 25 han procedido de los departamentos m¨¦dicos y cient¨ªficos. Asimismo, se pueden enumerar los grandes logros en el campo de las afinidades qu¨ªmicas, el espectroscopio l¨¢ser y la electrodin¨¢mica de los qu¨¢ntums (unidad elemental de energ¨ªa). El presidente del Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachussetts (MIT), Paul Gray, centro rival cient¨ªfico, critica a Harvard por su ¨¦nfasis en investigaciones esot¨¦ricas. Se?ala Gray que "el MIT est¨¢ m¨¢s cerca del mundo real", a lo que Paul Martin, decano de la divisi¨®n de Ciencias Aplicadas, responde: "El tipo de investigaci¨®n que se hace aqu¨ª persigue su resultado final sin trabas de tiempo ni medios. Nosotros no podemos confiar en lugares como el MIT para representar este lado de la civilizaci¨®n".
La arrogancia de Harvard molesta a los forasteros, incluyendo quiz¨¢ a la Casa Blanca, que el pasado marzo anunci¨® que Ronald Reagan no asistir¨ªa a la gran gala de la semana que acaba, despu¨¦s de que Harvard hiciese p¨²blico que el presidente no recibir¨ªa ning¨²n t¨ªtulo honorario. Seg¨²n dicen los cr¨ªticos, este monumental desaire proviene de una universidad cuyos hijos se colocan en "una estima demasiado alta".
En cualquier caso, muy pocos cuestionan la reputaci¨®n de esta escuela, acrecentada por un aura de veneraci¨®n, como si se tratara de las part¨ªculas de agua que configuran la formaci¨®n de una nube. "El solo nombre de Harvard tiene ya de por s¨ª corno una cierta resonancia", dice Hanna Hoborn Gray, presidenta de la universidad de Chicago. Harvard es, despu¨¦s de todo, la escuela donde un cierto estudiante, Henry Thoreau, se declar¨® estar aburrido, pero tambi¨¦n donde alumnos tan creativos como T. S. Eliot, Eugene O'Neili, Philip Johnson, Leonard Bernstein y Norman Mailer encontraron inspiraci¨®n. Es el lugar donde, seg¨²n recuerda el autor George Plimpton, se pod¨ªa ver a Bobby Kennedy "llegando a los guateques con un libro debajo del brazo, y coloc¨¢ndose en una esquina, desde la que sin prestar atenci¨®n a la algarab¨ªa, se pon¨ªa a leer". Es tambi¨¦n el lugar donde un estudiante de visita, Edward Lewis, ahora presidente del Saint Mary's College de Maryland, rememora una conferencia dada por el catedr¨¢tico Paul Tillich, que termin¨® con los 800 estudiantes en pie dedic¨¢ndole una gran ovaci¨®n. "Esto es lo que se llama prestigio ganado a pulso", se?ala Lewis.
Concentraci¨®n de talento
Las autoridades actualmente en ejercicio no son menos importantes: Harney Cox, en la Divinity School; Robert Coles, en Psiquiatr¨ªa; Martin Feldstein, en Econom¨ªa. El rector de la universidad de Massachussets, en Amherst, Joseph Duffey, se?ala que la vasta cantidad de talento que hay all¨ª es sencillamente aplastante. Entre las ideolog¨ªas que all¨ª coexisten se puede destacar el marxismo del historiador John Womack, el sistema econ¨®mico liberal de Galbraith, la ciencia pol¨ªtico-conservadora de James Wilson, o las lucubraciones libertarias del fil¨®sofo Robert Nozick. El vicepresidente para Asuntos Gubernamentales, John Shattuck, dice que "¨¦sta es una instituci¨®n muy din¨¢mica y ca¨®tica".La pregunta repetida que se hac¨ªan muchos de los cerebros en la v¨ªspera de la celebraci¨®n es si Harvard vive actualmente de los laureles del pasado, y si todav¨ªa merece el t¨ªtulo de ser la primera universidad estadounidense.
Si se mide la calidad por el calibre de los estudiantes que absorbe, Harvard est¨¢ a la cabeza. El 73% de los 2.184 alumnos aceptados por Harvard, de un total de 13.500 solicitantes, ha confirmado su asistencia. Este porcentaje es el bar¨®metro m¨¢s eficaz sobre el centro de estudios elegido por los mejores alumnos. La admisi¨®n en Harvard es de por s¨ª un premio tan valioso que un abogado de Wall Street, aunque prefiri¨® no acudir, a¨²n mantiene su admisi¨®n enmarcada en la pared.
Para asegurarse que los mejores estudiantes asisten a los cursos, cuyos gastos anuales por individuo ascienden a 16.145 d¨®lares (2.130.000 pesetas), se asignan bolsas de ayuda (alrededor de 7.500. d¨®lares por solicitante) a una gran proporci¨®n de alumnos (66%), superior a cualquier otra universidad. De hecho, dice James Miller, director de ayuda financiera, "el 50% de los alumnos no podr¨ªa ni oler la puerta principal si no fuera por las ayudas". La lucha no es tan severa para el grupo de los privilegiados, conocidos como los herederos, como, por ejemplo, Michael Mailer, o Carolina Kennedy; el primero, hijo del escritor Norman Mailer, y la segunda, hija del desaparecido John F. Kennedy, es decir, descendientes de ilustres estudiantes que fueron a Harvard. Por lo menos una de cada tres de estas excepciones se cuela en la instituci¨®n, en comparaci¨®n con uno de cada seis solicitantes corrientes.
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