Nueces y ruidos
El autor, militarite de Euskadiko Ezkerra y que fue miembro de ETA durante el franquismo, conoce bien la historia de la organizaci¨®n,y se?ala que jamas ha visto un documento en el que ¨¦sta se comprometa a dejar la lucha armada, ni siquiera en la hip¨®tesis de que Euskadi alcance la independencia. Aun as¨ª, estima que todo el mundo puede cambiar, y no ve imposible una reflexi¨®n civilizada de ETA.
No conozco ning¨²n documento ni ninguna declaraci¨®n de ETA Militar o de alg¨²n adl¨¢tere autorizado en el que esta organizaci¨®n se comprometa a abandonar las armas, no ya si se consigue la alternativa KAS, sino incluso si Euskadi alcanza la independencia. Es m¨¢s, me temo que si por una broma de la historia Euskadi ve alcanzada la independencia, pongamos a la muerte de Franco, y el grupo que apoyara a ETA Militar no obtuviera el triunfo en las urnas seguir¨ªan utilizando la violencia contra un Gobierno dernocr¨¢tico, que al no estar ellos lo tachar¨ªan de antiobrero y antivasco, y, no faltar¨ªan plumas m¨¢s afiladas que las de los que elaboran los comunicados que lo explicar¨ªan por el neocolonialismo o porque el Gobierno no ser¨ªa suficientemente rojo o bastante blanco.?sas son las nueces. El resto es ruido. Ruido de hojarasca de los que agitan ramas y confunden los deseos con la realidad.
?En qu¨¦ me baso para una afirmaci¨®n tan rotunda? Adem¨¢s de en la citada ausencia de documentos y declaraciones, en que cuando en 1977 los ¨²ltimos presos que qued¨¢bamos en las c¨¢rceles salimos, am¨¦n de por la movilizaci¨®n popular (que nunca agradeceremos bastante), porque ETApm negoci¨® con.Madrid en Ginebra para que pudieran celebrarse las elecciones de junio sin presos, de modo que la exigencia de autogobierno del pueblo vasco se vinculara a trav¨¦s de las urnas, nos encontramos con un dirigente de ETA Militar en Bruselas que nos acusaba de traici¨®n porque (y eso se lo o¨ª yo con estas orejitas vizca¨ªnas) prefer¨ªan que no hubiera amnist¨ªa. Con esa informaci¨®n comprend¨ª por qu¨¦ el lema de las gestoras pro amnist¨ªa era: "La amnist¨ªa no se negocia". Pero, adem¨¢s, aquella reuni¨®n en Ginebraa la que no acudi¨® ETA Militar por ser enemiga de la negociaci¨®n provoc¨® la escisi¨®n de los bedezis, que abandonaron ETA Pol¨ªtico-militar para engrosar las filas de ETA Militar y ahora son los dirigentes de esta organizaci¨®n.
La experiencia de 20 a?os de lucha armada ha forjado en ETA Militar una visi¨®n del mundo tan elemental como operativa: el Pa¨ªs Vasco se divide entre quienes est¨¢n en las tinieblas exteriores, de hecho es como si no fueran vascos "porque no lo sienten" y demuestran que no sienten el pa¨ªs porque no les apoyan; sus fieles, y los espa?olistas, gente le¨ªda, racionalista, que usa el m¨¢ximo liberalismo para comenzar criticando determinadas acciones y terminar cuestionando la base sobre la que se sustenta la esencia de lo vasco, que no ser¨ªa otra que la violencia etarra.
Un favor
Y dentro de este esquema, sin otro sustento ideol¨®gico, cualquiera que cuestionara lo m¨¢s m¨ªnimo su actuaci¨®n se pasar¨ªa autom¨¢ticamente al bando de los espa?olistas. No tiene otra explicaci¨®n el hecho de que la afirmaci¨®n de Arzalluz de que "ETA quer¨ªa negociar pero Madrid no" (afirmaci¨®n que parec¨ªa deb¨ªa ser recibida por ETA como un favor cuando no como un gui?o si esta organizaci¨®n tuviera otra mentalidad y otros m¨¢rgenes de maniobra) fuera desmentida rotundamente por Txomin Iturbe desde Gab¨®n por el temor a ser acusado de liquidacionista y por tanto de espa?olista, e incluso por un comunicado de ETA Militar reivindicando el asesinato del coronel Picatoste, donde denuncia al PNV de "hacer una utilizaci¨®n farisaica de la organizaci¨®n".
Adem¨¢s, heredera de un nacionalismo tradicional que lejos de cumplir la funci¨®n de otros nacionalismos de incorporar a la historia y a la modernidad a los pueblos carentes de Estado, al campesinado y al Tercer Mundo, busca -y consigue- mantener, si no a todo el pueblo vasco s¨ª a sus seguidores, vacunados contra la modernidad, adorando ensimismados la redondez de su ombligo, ruralizadas las ciudades industriales y folclorizada la cultura, ETA Militar y sus simpatizantes se hallan sumidos en una concepci¨®n c¨ªclica del tiempo, basada en el mito del eterno retorno, donde no hay avance sino repetici¨®n ritual de actos lit¨²rgicos: campa?a de primavera, guerra de las banderas, celebraci¨®n del 27 de septiembre y vuelta a empezar con la campa?a de primavera...
Pero todo el mundo puede cambiar. No s¨®lo quien suscribe estas l¨ªneas sino (basta un poco de memoria) todo el panorama pol¨ªtico espa?ol. No veo la raz¨®n por la que ETA Militar no puede seguir la v¨ªa de la civilizaci¨®n (volverse civiles y civilizados) de ETApm y antes del PCE y del PSOE, que tambi¨¦n practicaron a su modo la guerrilla. Por no hablar de la derecha espa?ola.
Y en la provocaci¨®n y el impulso de ese cambio en mi opini¨®n tiene menos que ver la eficacia policial y la actitud del Gobierno franc¨¦s que la postura de los partidos pol¨ªticos vascos ante la violencia.
Ante este hecho caben tres posturas:
- Pretender erradicar la violencia por la aplicaci¨®n de medidas policiales.
- Lavarse las manos ante el fen¨®meno considerando que la culpa de todo corresponde a otros, sea a Madrid o al fanatismo de los propios, periodistas, y si se llega a alguna negociaci¨®n pensar que todo es bueno para el convento.
- La tercera postura es la de Euskadiko Ezkerra, defendida primero en solitario pero que poco a poco va calando en otras fuerzas con mayor o menor entusiasmo, y que consiste en defender que la soluci¨®n del problema vasco pasa por la negociaci¨®n. Negociaci¨®n entre las propias fuerzas pol¨ªticas vascas para elaborar un estatuto y aplicarlo. Negociaci¨®n entre los vascos y Madrid para regular el autogobierno.
Y a trav¨¦s de esa v¨ªa resolver los problemas pol¨ªticos. Y negociaci¨®n tambi¨¦n con ETA Militar y con todos los grupos que practican la violencia para que el destino de sus militantes no sea la c¨¢rcel ni el exilio, sino la posibilidad de vuelta a casa, a luchar por sus ideales pero de un modo pac¨ªfico y democr¨¢tico. Es decir, la reinserci¨®n.
Para alcanzar esta soluci¨®n hace falta una estrategia. Mientiras todas las fuerzas que aceptamos el juego democr¨¢tico no defendamos que hay que negociar los problemas (tema que exige, adem¨¢s de declaraciones, una pr¨¢ctica en este sentido) tanto del Gobierno de Vitoria como del de Madrid y que hay que negociar la reinserci¨®n, no se conseguir¨¢n avances muy profundos.
En este sentido, hay que constatar una evoluci¨®n del PSOE y de Coalici¨®n Popular, que, desde su postura de apoyo al frente por la paz que contemplaba s¨®lo soluciones policiales, han evolucionado hacia la tercera postura.
No se puede decir lo mismo del PNV. Aunque hayan transcurrido nueve a?os desde las priineras elecciones democr¨¢ticas y siete desde la aprobaci¨®n del Estatuto de Guernica, el PNV todav¨ªa no ha dicho como partido que no se pueden negociar con ETAm temas pol¨ªticos, y el pacto de legislatura entre el PSOE y el PNV, que en principio no iba a tener otro objetivo, no ha hecho sino aumentar la confusi¨®n, porque mientras Ardanza afirma que s¨®lo se puede negociar la reinserci¨®n, Arzalluz, como presidente de su partido, defiende la negociaci¨®n pol¨ªtica. Reparto de papeles que no va contra el pacto de legislatura, sino que es, su interpretaci¨®n m¨¢s cabal.
Lo grave de este comportamiento es que mientras las fuerzas democr¨¢ticas no defiendan iresueltamente la negociaci¨®n de la reinserci¨®n, cualquier intento de negociar que se pueda producir en el seno de ETA Militar o de HB ser¨¢ entendido como una desviaci¨®n espa?olista m¨¢s llevada a cabo por gente que se est¨¢ colocando a la derecha del propio PNV. Pero pedir clarificaci¨®n al PNV en este tema o en cualquier otro es pedirle peras al olmo, m¨¢xime cuando sus ramas se hallan sumidas en plena carrera de ver qui¨¦n es m¨¢s sabiniano o aranista, cuando la caracter¨ªstica esencial del fundador del nacionalismo vasco es precisamente su ambig¨¹edad.
escritor y novelista, es diputado del Parlamento vasco. Fue secretario general de Euskadiko Ezquerra.
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