Mahonesa cortada
El dicho gastron¨®mico que encabeza a este comentario -mayonesa cortada, un manjar frustrado porque no logra fundir los apetecibles elementos que lo componen, de tal manera que cada uno se queda suelto, desamarrado de los dem¨¢s o insuficientemente soldado a ellos- describe con exactitud qu¨¦ le ocurre a este inicialmente prometedor y finalmente decepcionante filme de Pedro Olea, uno de nuestros cineastas m¨¢s competentes, con m¨¢s afinado oficio e innegable brillantez.Olea compone Bandera negra con ingredientes ¨¢giles y nobles. Cada uno contiene verdad y bondad, pero su conjunci¨®n no es lo bastante intensa y la energ¨ªa de los componentes se diluye en la debilidad de, su entramado rec¨ªproco, de su endeble interconexi¨®n. Es, por ello, un trabajo construido con piezas que no alcanzan a componer un mecanismo superior, un discurso narrativo unitario, en el que el todo absorba a las partes.
Bandera negra
Director: Pedro Olea. Gui¨®n: Rafael Castellano y Pedro Olea. Fotograf¨ªa: Carlos Su¨¢rez. M¨²sica: Carmelo Bernaola. Producci¨®n espa?ola, 1986. Int¨¦rpretes: Alfredo Landa, Imanol Arias, Virginia Mataix.Estreno en Madrid: cines Amaya, T¨ªvoli y Madrid.
El argumento -compuesto por una an¨¦cdota de piratas, otra de p¨ªcaros hampones, una trama de intriga policiaca, otra de intriga pol¨ªtica y dos apuntes entrecruzados de otros tantos amores- se encuentra sobrecargado de materiales no f¨¢ciles de homogeneizar, pero, no obstante, est¨¢ bien hilvanado y se entiende bien.
Pero el gui¨®n no sustituye este hilv¨¢n argumental por un zurcido m¨¢s firme -probablemene era necesario un mayor trabajo de diferenciaci¨®n de los personajes y sobre todo de sus lenguajes, pues todos hablan igu¨¢l y s¨®lo la composici¨®n de Landa es convincente, mientras se quedan con perfiles borrosos las de Arias y Mataix, y la del malo, el naviero, poco menos que ininteligible, y la pel¨ªcula, a medida que avanza, se desmembra. Falta fuerza en el hilo conductor, por no decir que falta tal hilo conductor: un punto de vista reconocible en la mirada de la c¨¢mara que genere un emplazamiento en la mirada del espectador. Y se pierde sitio y se desentiende.
El filme entretiene y lamano de Olea a?ade al entretenimiento tonalidades m¨¢gicas -por ejemplo, en la primera escena y en la del rastrillo bilba¨ªno junto a la r¨ªa, ambas llenas de veracidad ambiental- que, no obstante, no bastan para poner a los resultados del filme a la altura de sus posibilidades.
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