Prohibido decir adi¨®s
Aunque no puedo afirmarlo a ciencia cierta, porque no conozco, ni de vista ni de o¨ªdas, a los responsables de la actual pol¨ªtica portuaria de Palma de Mallorca -ciudad de la que soy natural y en la que he pasado mis ¨²ltimas vacaciones veraniegas-, malicio que entre ellos pueda existir alg¨²n pintoresco e influyente personaje constantemente obsesionado por demostramos a todos la omn¨ªmoda e ilimitada fuerza del cargo que desempe?a. Al menos, eso es lo que cabe deducir, con l¨®gica elemental, de los m¨¢s recientes y sonados acontecimientos acaecidos en las instalaciones de su competencia.Impedir que los familiares y amigos puedan despedir tranquilamente a los viajeros de las l¨ªneas mar¨ªtimas que unen la isla con la Pen¨ªnsula, prohibiendo a aqu¨¦llos acercarse al costado de los buques, como era tradicional hasta hace poco, y sigue si¨¦ndolo en otros puertos, empleando con tal prop¨®sito separador fuertes barreras, cierres a cal y canto, s¨®lidas rejas y otros artificios m¨¢s propios de las instalaciones carcelarias, am¨¦n de un nutrido tropel de celadores bien preparados al efecto, parece un notorio desprop¨®sito, y no de los baratos precisamente.
Reservar d¨ªa y noche, tanto en los muelles como en el c¨¦ntrico y concurrido paseo mar¨ªtimo que los une, centenares de plazas de estacionamiento construidas con fondos p¨²blicos aportados por todos los contribuyentes, sobre terrenos ganados muy costosamente al mar, a unos titulados, usuarios autorizados, a los que en aquellas tierras nadie conoce ni sabe c¨®mo han podido acceder a tan singular condici¨®n de privilegio, parece una manifiesta extravagancia, y no de las que, al menos, respetan el ordenamiento constitucional en lo tocante a igualdad de todos los espa?oles ante la ley.
Hasta aqu¨ª los hechos y sus apariencias. Pienso, y conmigo bastantes otros ciudadanos, que en un pa¨ªs del oeste de Europa, felizmente constituido hoy en Estado social y democr¨¢tico de derecho, alguien tendr¨ªa que explicar que dichas apariencias nos han enga?ado o, alternativamente, ese alguien deber¨ªa plantearse la conveniencia de orientar su porvenir en t¨¦rminos y por derroteros m¨¢s al alcance de sus aut¨¦nticas posibilidades-
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.