La familia brit¨¢nica que naufrag¨® en Brest llega a Bilbao con ¨¢nimo de quedarse
Los seis ciudadanos brit¨¢nicos que fueron rescatados en la madrugada del s¨¢bado al domingo en la costa francesa, a la altura de Brest, por el mercante espa?ol Ana Pando, llegaron ayer a Bilbao, donde tuvieron que sortear a quienes sonre¨ªan ante su aventura frustrada. El Gaia, el velero brit¨¢nico que era medio del viaje y casa de la tripulaci¨®n, hab¨ªa salido diez d¨ªas antes de Plymouth en un viaje para toda la vida. Sus tripulantes piensan ahora averiguar si el yate a¨²n flota y afinan las guitarras para ganarse la vida como m¨²sicos callejeros.
Eddy Evans, un brit¨¢nico barbado, con aire cruzado entre capit¨¢n de barco legendario y n¨¢ufrago de la generaci¨®n hippie, tuvo que defenderse de los que barruntaban que detr¨¢s del naufragio hab¨ªa un desconocimiento supino de las leyes del mar. "?sta era la primera vez que embarc¨¢bamos para un viaje de este tipo, sin l¨ªmite de tiempo ni geogr¨¢fico, pero yo tengo experiencia de navegar y el Caia es un buen barco. No est¨¢bamos en una situaci¨®n de p¨¢nico".La versi¨®n de Evans es precisa. "Hab¨ªamos recorrido desde el puerto de Plymouth al de La Coru?a durante la primera parte de la semana pasada. Embarcamos de nuevo el martes con direcci¨®n a Portugal. Y ah¨ª empezaron los problemas. Una tormenta y vientos muy fuertes del este nos arrastraron hacia el interior del Atl¨¢ntico. Posteriormente, vientos fuertes nos lanzaron hacia el norte del Golfo de Vizcaya. Yo ten¨ªa el barco bajo control, pero dos miembros de la tripulaci¨®n se pusieron muy nerviosos, queriendo que nos dirigieramos inmediatamente al puerto m¨¢s cercano".
Perdieron los nervios
La tripulaci¨®n del Gaia era familiar. Eddy Evans, su mujer, sus dos hijos -un var¨®n de cuatro a?os y un beb¨¦- y dos amigos de la familia que rondan la veintena. Los dos j¨®venes, seg¨²n la versi¨®n de Evans, se pusieron nerviosos. Quisieron que el barco fuera a Brest, pero Evans sab¨ªa de los acantilados rocosos de la costa y del peligro de entrar a puerto en esa situaci¨®n. Evans quer¨ªa orientarse, esperar la calma y dirigirse a Plymouth.Evans trazaba sus planes cuando los dos amigos de la familia no aguantaron m¨¢s y dieron la voz de alarma por la radio del barco. El Ana Pando, que se dirig¨ªa a Bilbao con un cargamento de bobinas y varillas met¨¢licas, atendi¨® la llamada. Evans recuerda a¨²n que ¨¦l estaba tan convencido de que no hab¨ªa motivo para el p¨¢nico que avis¨® al capit¨¢n del mercante que, si su barco resultaba da?ado, la compa?¨ªa aseguradora del Ana Pando tendr¨ªa que pagar los gastos. Al final, tambi¨¦n Evans cedi¨® al p¨¢nico de su tripulaci¨®n y todos embarcaron en el mercante, tras tres horas y media de operaciones en alta mar. Evans es contundente: "Ahora comprendo que ten¨ªa que haberme quedado en el barco".
La familia Evans ha perdido, por el momento, su ¨²nica casa. Hace 15 d¨ªas hab¨ªan embarcado en una peque?a poblaci¨®n mar¨ªtima del sur de Inglaterra, para dar un vuelco a su vida, para vivir exclusivamente en el mar. Ahora Evans, de quien los testigos comentan entre sonrisas que se preocup¨® de rescatar del barco su guitarra y sus flautas, piensa trazarse un camino provisional entre los m¨²sicos callejeros.
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