Nadie cree ya en la 'reforma Botha'
La llamada reforma Botha, el paquete de medidas iniciado por el presidente Pieter W. Botha en 1983, en un intento de convencer al mundo de que el desmantelamiento del apartheid hab¨ªa comenzado, se encuentra pr¨¢cticamente congelada a todos los niveles ante la falta de credibilidad que tiene no s¨®lo entre los l¨ªderes negros, incluidos los moderados, sino entre la oposici¨®n oficial liberal blanca y el sector intransigente afrikaner.
A pesar de que Botha ha sido el pol¨ªtico afrikaner que m¨¢s lejos ha ido en la teor¨ªa y en la pr¨¢ctica en la adopci¨®n de medidas antisegregacionistas desde que el Partido Nacional, representante de los intereses de los boer (granjero en holand¨¦s), o descendientes de los primeros habitantes blancos de Sur¨¢frica, obtuvo el poder en las elecciones generales (s¨®lo para blancos) de 1948, el ritmo de su reforma parece haber quedado totalmente desbordado por la marcha de los acontecim¨ªentos, de una parte, y por la falta de respuesta interna, de otra.Botha, de 70 a?os, da la impresi¨®n de que su preocupaci¨®n, casi obsesiva, por un hipot¨¦tico resurgimiento de la extrema derecha afrikaner, representada por tres formaciones pol¨ªticas -el Partido Conservador, del doctor Andriers Truernicht (una escisi¨®n de su propio Partido Nacional), y los grupos neonazis Herstigte Nationale Partei, de Jaap Marais, y Afrikaner Weerstandsbeweging (Resistencia Nacional Afrikaner)-, supera con mucho cualquier otra, incluida la necesidad de terminar con el apartheid y la condena del mundo exterior.
El miedo 'afrikaner'
La violenta terminaci¨®n de un mitin pol¨ªtico del Partido Nacional, en el Gobieno, por matones uniformados del AWB, que preconiza el restablecimiento de las rep¨²blicas boer del Transvaal y del Estado libre de Orange, y la obtenci¨®n de un esca?o en una elecci¨®n parcial por parte del Herstigte Partei (Partido Reformado) han conseguido paralizar incluso la t¨ªmida reforma iniciada por Botha hace tres a?os con la introducci¨®n de una nueva Constituci¨®n, en la que por primera vez se introduc¨ªa el voto para los 2,8 millones de mestizos y cerca de un mill¨®n de indios, y se pon¨ªa en marcha un sistema parlamentario tricameral.(La nueva Constituci¨®n fue rechazada de plano por todos los dirigentes negros, del interior y del exterior, y denunciada por la oposici¨®n liberal blanca, el Partido Progresista Federal, por dejar sin representaci¨®n pol¨ªtica a los 20 millones de negros.)
Botha, seg¨²n ha explicado a este corresponsal un soci¨®logo local, parece estar hipnotizado por estos acontecimientos en su propio volk (pueblo), ante quien no quiere aparecer como un hombre que desuni¨® a los afrikaner. Adem¨¢s, a?ade por su parte el experto constitucional del Gobierno, Celliers Odendaal, no hay que olvidar "el miedo a la pobreza latente en el alma afrikaner por el hambre y las penalidades que sufrieron en los a?os treinta".
De ah¨ª que fuentes pol¨ªticas de la capital surafricana est¨¦n convencidas de la inminencia de la convocatoria de unas elecciones generales para antes de final de a?o, o para marzo o abril como m¨¢ximo, con el fin de que Botha pueda comprobar "si tiene el mandato del electorado [blanco] para seguir adelante".
Como manifest¨® el propio Desmond Tutu durante la ceremonia de su entronizaci¨®n como primer arzobispo negro y l¨ªder de la comunidad anglicana del ?frica meridional, Botha, "de quien yo mismo he elogiado varias veces su coraje, se ha quedado dram¨¢ticamente corto para llegar a la soluci¨®n a la que todos aspiramos", que, naturalmente, no es otra que la total desaparici¨®n de toda segregaci¨®n acompa?ada de la libertad pol¨ªtica en una Sur¨¢frica unitaria.
Planes frustrados
Botha, que desde 1983 ha venido dando un paso adelante y dos hacia atr¨¢s, como en la yenka, ha promulgado en estos ¨²ltimos tres a?os las medidas m¨¢s avanzadas, desde el punto de vista afrikaner, para el desmantelamiento del apartheid desde la formaci¨®n de la Uni¨®n de Sur¨¢frica en 1910. Entre estas medidas destacan por su importancia la supresi¨®n de las leyes que imped¨ªan los matrimonios mixtos y la cohabitaci¨®n con personas de diferente raza, pero sobre todo la concesi¨®n de derechos de propiedad a los negros en las zonas urbanas y la eliminaci¨®n del influx control, que controlaba la libertad de movimientos, y del odiado dompass o documento de identidad obligatorio para los negros.Las dos leyes discriminatorias importantes que se mantienen son la Group Areas Act, que clasifica las zonas por razas, y la que obliga a llevar un censo separado por razas.
La reforma del Gobierno iba a culminar con la creaci¨®n de una especie de consejo presidencial, el National Statutory Council, en donde todos los grupos raciales, incluidos los negros, estar¨ªan representados. Su misi¨®n: discutir una nueva Constituci¨®n para Sur¨¢frica. A tal efecto, se public¨® el correspondiente proyecto de ley de creaci¨®n del consejo el pasado mayo, y sus funciones se iban a discutir en la presente sesi¨®n parlamentaria.
Dos sucesos dieron al traste con los planes del Gobierno. El primero, la negativa de los l¨ªderes moderados negros, el m¨¢s importante de todos el jefe zul¨² Mangosuthu Buthelezi, de participar en tanto en cuanto el African National Congres y el resto de las organizaciones nacionalistas continuasen en la ilegalidad, y su l¨ªder, Nelson Mandela, en la c¨¢rcel. Otras organizaciones negras del interior que hasta ahora no hab¨ªan rechazado colaborar con el Gobierno, como la African Federated Chamber of Commerce y los Urban Councils of South Africa, tambi¨¦n se negaron.
El segundo fue la declaraci¨®n del estado de emergencia, el pasado 12 de junio, que, a pesar de las diversas apelaciones por parte de personalidades y organizaciones del interior y del exterior para su levantamiento, sigue vigente. Aunque un portavoz del Bur¨® de Informaci¨®n, creado para dar noticias oficiales sobre los disturbios -las ¨²nicas que se pueden publicar, de acuerdo con la draconiana legislaci¨®n de emergencia-, ha manifestado que el estado de emergencia "ha demostrado que est¨¢ funcionando"; el n¨²mero de v¨ªctimas mortales, 290 hasta el pasado s¨¢bado, habla por s¨ª solo.
El constitucionalista Odendaal reconoce que "el estado de emergencia da la impresi¨®n de que la reforma ha terminado", pero a?ade que no es verdad y que el Gobierno tiene la intenci¨®n de seguir adelante. Lo que pasa es que, a?ade, "el ANC ya no est¨¢ interesado en compartir el poder, sino que quiere todo el poder, y eso no va a ocurrir".
Des¨¢nimo
Sin embargo, incluso entre el establishment el des¨¢nimo empieza a cundir ante el punto muerto en que se encuentra la reforma pol¨ªtica y la amenaza real de sanciones por parte de Estados Unidos, Jap¨®n y la CE. Incluso se llega a mencionar el abandono por parte de los l¨ªderes mestizo e indio en las C¨¢maras del Parlamento.En cuanto a la oposici¨®n liberal blanca, el Progresive Federal Party, que espera aumentar sus actuales 26 esca?os a 52 en las pr¨®ximas elecciones, est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s cr¨ªtico y agresivo.
El temor en muchos c¨ªrculos es que se pueda cumplir la posibilidad expresada recientemente por el arzobispo Desmond Tutu en una declaraci¨®n a la revista Time: "Creo que la clase dirigente blanca est¨¢ dispuesta a hacer con nosotros lo mismo que Sans¨®n hizo con el templo: derribar las columnas, aunque eso signifique que ellos tambi¨¦n perezcan en el proceso".
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