Dureza si pero verbal

LA TRIBUNA de la Asamblea General de las Naciones Unidas es el lugar m¨¢s apropiado para desarrollar lo que los norteamericanos califican de "diplomacia p¨²blica"; una diplomacia preocupada no tanto por negociar acuerdos para resolver los problemas internacionales como por obtener ¨¦xitos de propaganda ante la opini¨®n mundial. Era inevitable que los discursos en la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas (ONU), tanto del presidente Reagan como del ministro Shevarnadze, estuviesen fuertemente marcados por esta exigencia pol¨¦mica que la propia tribuna de la ONU implica. Adem¨¢s, las relaciones entre Mosc¨² y Washington se encuentran hoy condicionadas por la preparaci¨®n de una nueva cumbre entre Reagan y Gorbachov; ambos dirigentes desean esa cumbre, en cierto modo la necesitan de cara a la opini¨®n p¨²blica, pero a la vez quieren llegar a ella en las mejores condiciones.Reagan ha centrado la parte dura y cr¨ªtica de su discurso en la conducta intolerable de las autoridades sovi¨¦ticas al detener al periodista Daniloff con el pretexto de un presunto acto de espionaje. Con ello, no s¨®lo ha defendido una causa justa, sino que ha podido dar satisfacci¨®n al sector m¨¢s antisovi¨¦tico de la opini¨®n norteamericana. En cambio, el n¨²cleo de su discurso, dedicado al control de armamentos, ha tenido un sentido m¨¢s bien positivo, dando una visi¨®n optimista de las negociaciones en curso e insistiendo en que existen posibilidades de Regar a acuerdos concretos entre la URSS y EE UU sobre determinadas reducciones de armas nucleares.

Shevarnadze ha soslayado en su respuesta la cuesti¨®n de Daniloff y, en general, los problemas de derechos humanos. Es un tema en el que la Uni¨®n Sovi¨¦tica, mientras no modifique en los hechos su actual pol¨ªtica, se encontrar¨¢ siempre en una situaci¨®n dif¨ªcil, a la defensiva, en los escenarios internacionales. En el tema de armamentos, el ministro sovi¨¦tico ha centrado su ataque contra la guerra de las galaxias; es un terreno en el que gran parte de la opini¨®n internacional comparte los temores sobre las consecuencias que puede tener la militarizaci¨®n del espacio. Pero es preciso se?alar que ¨¦sta ha sido comenzada ya lo mismo por sovi¨¦ticos que por norteamericanos. Shevarnadze ha podido destacar, ante una audiencia favorable, la moratoria unilateral que la URSS ha declarado de sus experiencias nucleares. En este tema todo indica que no se ha producido entre la URSS y EE UU una aproximaci¨®n que haga posible un acuerdo en plazo breve.

Ser¨ªa una conclusi¨®n precipitada creer que el tono duro de los discursos o el desacuerdo de fondo sobre la guerra de las galaxias indican ya la imposibilidad de la celebraci¨®n de la cumbre. La cuesti¨®n espacial entra?a para Reagan una decisi¨®n estrat¨¦gica fundamental, que desborda el marco estrictamente militar; y no cabe imaginar que se produzca por ahora un cambio en ese terreno. Del lado sovi¨¦tico, la opci¨®n estrat¨¦gica de Gorbachov, centrada en aligerar el peso armamentista sobre la econom¨ªa, le impide resignarse a una competici¨®n con Estados Unidos en el armamento espacial. La celebraci¨®n de la cumbre, incluso una mejora de relaciones entre Mosc¨² y Washington, no es imposible; pero se producir¨¢ en el marco de esa diferencia de fondo, cuya soluci¨®n no se vislumbra.

Tanto en la ONU como en otros foros internacionales, diversos hechos indican posibilidades nuevas de acercamiento sobre ciertos puntos de reducci¨®n de armamentos. Reagan parece haber aceptado la exigencia de Gorbachov de evitar una cumbre exclusivamente "de atm¨®sfera" -como fue la anterior-; en su discurso ante la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas ha expresado su "confianza" en que "los contactos que hemos mantenido este verano podr¨ªan marcar el comienzo de una negociaci¨®n seria y productiva para la reducci¨®n de armanentos". Shevarnadze ha declarado desde la tribuna de la ONU: "Estamos lejos de considerar que nuestras relaciones con Estados Unidos no ofrecen perspectivas". Las proposiciones presentadas hace dos d¨ªas por EE UU en las conversaciones de Ginebra, en las que se recoge parte de anteriores propuestas de la URSS, implican una reducci¨®n radical de los misiles de alcance medio existentes hoy en Europa. La Uni¨®n Sovi¨¦tica ha levantado otro obst¨¢culo, al aceptar negociar este punto dejando de lado los misiles franceses y brit¨¢nicos. Quiz¨¢ el hecho m¨¢s importante sea el acuerdo logrado en Estocolmo, si bien se ha producido en el marco de una conferencia amplia, con una participaci¨®n interesante de pa¨ªses no alineados: es el primer acuerdo de desarme desde las SALT II, en 1979; adem¨¢s, por primera vez, la URSS ha aceptado inspecciones sobre el terreno.

La dura pol¨¦mica p¨²blica en la ONU entre las superpotencias no contradice algunos progresos en las negociaciones sobre armamentos; progresos limitados, pero que pueden tener gran importancia si permiten que se celebre una nueva cumbre entre Reagan y Gorbachov.