Un veto impopular

THE WASHINGTON POSTEn esta ¨¦poca de creciente toma de conciencia de los estragos del apartheid, la Administraci¨®n Reagan tiene la oportunidad de formar, por medio de presi¨®n y diplomacia, una amplia coalici¨®n de apoyo, nacional e internacional, para que se produzca un cambio pac¨ªfico en Sur¨¢frica. La oportunidad se est¨¢ evaporando ( ... ). El r¨¦gimen de Sur¨¢frica est¨¢ herido por varios sitios, pero no parece que lo est¨¦ de modo que pueda convertir su c¨®lera y miedo en concentraci¨®n para un programa pol¨ªtico serio. Gran parte de la oposici¨®n negra est¨¢ iaracunda debido a la pol¨ªtica estadounidense. El presidente Reagan, lejos de jugar el papel de l¨ªder diplom¨¢tico, est¨¢ comprometido en el control del deterioro pol¨ªtico. El veto a las sanciones intensifica su dilema. ( ... )Ciertamente el presidente Reagan, con su vacilaci¨®n, no pretende gui?ar un ojo al apartheid. Pero su pol¨ªtica no ha tenido la suficiente claridad moral requerida que le har¨ªa ponerse al frente de la oposici¨®n democr¨¢tica extranjera contra el apartheid y ayudar a los surafricanos a encontrar su camino. Ahora se encuentra obligado a encontrar una tercera parte del Congreso que le perdone su irrelevancia pol¨ªtica en una de las cuestiones m¨¢s urgentes del d¨ªa.

29 de septiembre