La Am¨¦rica estr¨¢bica
A principio de los a?os ochenta, los Estados Unidos de Reagan parec¨ªan inclinarse hacia una tranquila devoci¨®n por el sentido com¨²n, tal vez un poco gazmo?a y hedonista al mismo tiempo, pero con una ingenuidad relajada y algo de disposici¨®n a la autoiron¨ªa. Ahora, en cambio, tras la apoteosis del sentido com¨²n moderado, el esp¨ªritu americano produce cada vez m¨¢s fen¨®menos parad¨®jicos o irracionales y extra?os. La sociedad de reverendos predicadores junto a feroces especuladores se desborda mientras tiende a agudizar algunas contradicciones o rarezas de sus costumbres.Un fen¨®meno creciente y que ya se ha convertido en cr¨®nico es la tendenciosa sobrevaloraci¨®n del proteccionismo, no s¨®lo por parte de sindicatos y parlamentarios que solicitan aranceles y contingentes contra la importaci¨®n de mercanc¨ªas extranjeras, sino a inicativa de economistas como John Culberston, de la universidad de Wisconsin. (...) No importa que el d¨®lar est¨¦ demasiado elevado, como hace un a?o, o que est¨¦ en declive, como ahora, las invocaciones al neoproteccionismo se multiplican porque el d¨¦ficit comercial de EE UU sigue creciendo de todos modos.
(...) Pero las sorpresas de una sociedad que alterna un moralismo candente con un utilitarismo g¨¦lido no terminan nunca. Todav¨ªa no se ha dado una explicaci¨®n plausible de la sentencia del Tribunal Supremo que pretende regular con normas anal¨ªticas las relaciones sexuales, especificando incluso lo l¨ªcito y lo ?l¨ªcito de las relaciones conyugales en el recinto dom¨¦stico.
(...) Si se?alamos tambi¨¦n las rarezas m¨¢s f¨²tiles, rid¨ªculas e irracionales, una extra?eza elocuente es la actual pretensi¨®n de los grandes empresarios cinematogr¨¢ficos de reciclar las cl¨¢sicas pel¨ªculas en blanco y negro para colorearlas mediante ordenadores.
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