Andr¨¦s V¨¢zquez llev¨® a Las Ventas el toreo puro
El toreo puro, cl¨¢sico y eterno, ?qui¨¦n lo custodia? La afici¨®n se lo ven¨ªa preguntando, en las largas duermevelas, y comprob¨® ayer que es Andr¨¦s V¨¢zquez quien lo custodia. S¨®lo asomarse a Las Ventas para una reaparici¨®n fugaz, este hijo de Villalpando, peque?ajo y recio, lo exhibi¨® con generosa amplitud. Paladeaba el toreo y lo hac¨ªa paladear al p¨²blico, principalmente a la afici¨®n, que volv¨ªa a contemplar ese arte singular, interpretado con una hondura y una cadencia como ya no se ven.Las ver¨®nicas fin¨ªsimas, manos altas para que no se fuera al suelo el inv¨¢lido torito; las medias ver¨®nicas belmontinas; el muletazo largo, en limpio semic¨ªrculo, obligando a embestir al toro hasta el ¨²ltimo punto de su recorrido, pero llevando el mando de la suerte con naturalidad, sin esfuerzo aparente, moviendo suave el enga?o, que se abr¨ªa en amplios vuelos, r¨ªtmico, alegre y plet¨®rico de belleza.
Festival a beneficio de los presos
Seis toros de Dionisio Rodr¨ªguez, uno de Albayda y un novillo de Mart¨ªnezElizondo. Curro Bedoya: oreja. Anto?ete: ovaci¨®n, con pitos y saludos; aviso y ovaci¨®n, con pitos y saludos. Andr¨¦s V¨¢zquez: aviso y vuelta por su cuenta. Hern¨¢n Alonso: aviso y ovaci¨®n y saludos; aviso y palmas. Curro V¨¢zquez: dos orejas. Ni?o de la Taurina: ovaci¨®n y saludos. Plaza de Las Ventas. Madrid, 11 de octubre.
Custodio del arte de torear puro, el hijo predilecto de Villalpando constru¨ªa la faena de muleta sin soluci¨®n de continuidad, ligando los pases, ligando las tandas, desgranando un ampl¨ªsimo repertorio, desde el ayudado por alto, cargada la suerte, al trincherazo; desde el estatuario al pase de pecho; desde el molinete girando entre los pitones a los cambios de mano en un surtido de fantas¨ªa.
No redonde¨® el triunfo que ten¨ªa ganado el veterano diestro custodio, pues mat¨® mal y le dieron un aviso. Claro que otros mataron peor y tambi¨¦n escucharon avisos. La tarde no estaba de estoqueadores. ¨²nicamente Curro V¨¢zquez mat¨® al primer envite y se complaci¨® todo el mundo, pues coronaba una faena importante que tuvo numerosos pasajes de inequ¨ªvoca torer¨ªa. Curro V¨¢zquez instrumenta redondos y naturales de su sello y remont¨® la excelente labor con unos trincherazos y una serie de ayudados por alto que levantaron clamores.
Otros detalles de toreo bueno estuvieron a cargo de Anto?ete, principalmente en su primer toro, al que lig¨® tres series de naturales con impecable temple. Por la derecha no se acopl¨®. El sexto de la tarde, al que dio unas ver¨®nicas enjundiosas, se distra¨ªa en el ¨²ltimo tercio, a la salida de cada pase, y el maestro no lograba encelarlo. La famosa pierna-arqueada-de-Anto?ete no entr¨® en juego aqu¨ª para embeberlo en la muleta.
Las simpat¨ªas del p¨²blico eran para Hern¨¢n Alonso, promotor del festival, que hab¨ªa salido de Carabanchel para protagonizarlo. Se le not¨® la falta de entrenamiento -es l¨®gico- y, si corri¨® bien la mano en los derechazos a su primer toro, no entendi¨® al sobrero, que se lidi¨® de regalo, hasta el punto de que sufri¨® una voltereta. Con la espada a¨²n estuvo peor y recibi¨® dos avisos en el tiempo previsto para seis.
Al Ni?o de la Taurina le sali¨® un novillo duro de pezu?a, que arrollaba, y le sorte¨® los acosones con valor. Curro Bedoya tuvo una actuaci¨®n complet¨ªsima a caballo, muy sobria y torera. La fiesta iba bien hasta que rompi¨® a llover. El aguacero cay¨® furioso, el p¨²blico abandon¨® los tendidos precipitadamente y Andr¨¦s V¨¢zquez aprovech¨® la h¨²meda circunstancia para dar una vuelta al ruedo que nadie hab¨ªa pedido. Cuando la gente volvi¨® a sus localidades, se encontr¨® con que Hern¨¢n Alonso exfoliaba al toro a estocadas hasta dejarlo Auto. Y eso que el toro, pobre, no era culpable de nada.
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