Reagan y Gorbachov conversaron durante m¨¢s de cuatro horas
Ronald Reagan, el hombre que pensaba que la URSS era un imperio diab¨®lico, y Mijail Gorbachov, que s¨®lo hace unas semanas llamaba mentiroso al presidente norteamericano en relaci¨®n,con el caso del periodista Nicholas Daniloff, dialogaron ayer durante cuatro horas y cuarto en una austera habitaci¨®n de una peque?a casa de Reikiavik, en un intento de reducir las difenrencias que separan a las dos superpotencias en materia de control de armamentos.
El encierro de los dos l¨ªderes en la villa encantada de Hofdi concluir¨¢ esta tarde tras m¨¢s de seis horas de conversaciones entre el presidente de EE UU y, el secretario general del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El encuentro en la remota Islandia ser¨¢ considerado un ¨¦xito si ofrece una fecha, diciembre o los primeros meses de 1987, para celebrar una cumbre fruct¨ªfera en Estados Unidos.La duod¨¦cuna reunion entre l¨ªderes de EE UU y de la URSS desde la II Guerra Mundial comenz¨® a las 10.44, hora local (11.44, hora peninsular), con los dos hombres m¨¢s poderosos de la Tierra sentados frente a frente en los extremos de una peque?a mesa rectangular de madera, con s¨®lo dos int¨¦rpretes y dos estenotipistas en la habitaci¨®n. Por la ventana, los dos pol¨ªticos pod¨ªan ver la bah¨ªa de Reikiavik, barrida por un viento fr¨ªo con r¨¢fagas de lloviznas, en una ma?ana soleada para criterios islandeses.
M¨¢s all¨¢ del horizonte, a 3.600 kil¨®metros, est¨¢ el Polo Norte, y, colgando en una pared de la sala, un ¨®leo de un pintor island¨¦s representando al mar. Caf¨¦, zumos y carpetas, con notas acompa?aban la soledad de los dos l¨ªderes en un escenario que no invita a distracci¨®n, y lo m¨¢s alejado que pod¨ªa esperarse del marco para un encuentro hist¨®rico. En la bah¨ªa, frente a la casa, una patruilera manten¨ªa a raya al buque erplogista, Sirius.
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Ronald Reagan y Mijail Gorbachov acordaron, al t¨¦rmino de su reuni¨®n de la tarde, que dos grupos, de trabajo, cada uno integrado por seis expertos de alto nivel de cada pa¨ªs, se reunieran anoche para discutir formalmente los temas de la agenda de la cumbre. Algo que no hicieron con detalle los dos l¨ªderes en sus cuatro horas largas de conversaciones, m¨¢s bien filos¨®ficas. Como ocurri¨® el pasado noviembre en Ginebra, los asesores de los dos dirigentes podr¨ªa intentar buscar puntos de coincidencia que justificar¨ªan la publicaci¨®n hoy, al t¨¦rmino del encuentro de Reikiavik, de un comunicado final.
El portavoz presidencial, Larry Speakes, advirti¨®, sin embargo, anoche que, en principio, no est¨¢ prevista una declaraci¨®n de este tipo. Gorbachov, como ocurri¨® en Ginebra, ofrecer¨¢ hoy una conferencia de prensa al finalizar las entrevistas con Reagan. ?ste esperar¨¢ a hablar el lunes en Washington. Los grupos de trabajo comenzaron sus tareas a las ocho de la noche, hora local. Uno versa sobre el control de armamentos, cuesti¨®n prioritaria de esta minicumbre. El otro trata de cuestiones humanitarias, regionales y bilaterales.
El mundo y los 2.000 periodistas, incluido el c¨¦lebre Nicholas Daniloff, que siguen esta cumbre tendr¨¢n que esperar. Sovi¨¦ticos y norteamericanos han acordado un silencio informativo que siguen a rajatabla y que impide a los respectivos portavoces informar de otra cosa que no sean. los detalles formales de la reuni¨®n. El optimismo -"yo siempre soy optimista"., d¨²o Reagan antes del comienzo de la cumbre- de que aqu¨ª se: logren superar los obst¨¢culos para celebrar la verdadera cumbre de EE UU y concluir en ella el primer acuerdo de desarme entre las superpotencias desde los a?os de la distensi¨®n es limitado.
Gorbaclaov lleg¨® a la reuni¨®n un minuto antes de las 10.30, lo que le tuvo esperando a la puerta 60 largos segundos hasta que Reagan se dio cuenta de que hab¨ªa llegado y sali¨® a recibirle, &spuesto a conseguir algo concreto con lo que regresar a Mosc¨². Lo primero que le dijo al presidente fue: "Los islandeses me han insistido mucho en que aqu¨ª debemos acordar algo". Pero Reagan, que tampoco puede regresar hablando del "esp¨ªritu de Reikiavik", se mostr¨® m¨¢s cauteloso, reflejando, sin duda, la presi¨®n de los sectores conservadores en Estados Unidos, que temen que se entregue en esta cumbre. Preguntado por si estaba dispuesto a "vender la tienda" para obtener alg¨²n acuerdo, respondi¨®: "La tienda no es m¨ªa". Horas antes de volar aqu¨ª, Richard Nixon llam¨® al presidente y le pidi¨® que no acepte un mal acuerdo en Islandia o una apariencia de tal.
Temores 'ultras'
A pesar de los temores de los grupos m¨¢s ultras, no parece existir el peligro de que el presidente m¨¢s ideol¨®gicamente conservador y anticiomunista de la historia de EE UU, por mucho que est¨¦ pensando ya en su puesto en los libros de historia, vaya a bajar la guardia. Gorbachov intent¨® ayer hablar casi monogr¨¢ficamente de control de armamentos, el tema "candente", como lo calific¨® al llegar a Reikiavik, pero Reagan volvi¨® a vincular los avances en esta cuesti¨®n con los derechos humanos y la moderaci¨®n sovi¨¦tica en los conflictos regionales. La presi¨®n en EE UU de los grupos jud¨ªos, que han trasladado su campa?a a Reikiavik, ha hecho que el nuevo l¨ªder del Kremlin acepte ya hablar de cuestiones humanitarias y ofrezca incluso, como prueba de buena voluntad, la liberaci¨®n de un par de disidentes. En las crisis regionales los talones de Aquiles de los idos pa¨ªses (Afganist¨¢n, para la URSS, y Nicaragua, para EE UU) hacen, de momento, imposible un dial¨®go productivo.Reagan volvi¨® a insistir en su visi¨®n del sistema de defensa espacial como algo no amenazante y que debe convertir en innecesarios los colietes estrat¨¦gicos de los dos pa¨ªses. La misma historia que el l¨ªder sovi¨¦tico encontr¨® ya inaceptable en la cumbre de Ginebra, hace 11 meses. El presidente insiste en que la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) no es negociable y que s¨®lo una dr¨¢stica reducci¨®n de armas estrat¨¦gicas ofensivas podr¨ªa limitar la. ambiciosa guerra de las galaxias. La limitaci¨®n del paraguas defensivo, que podr¨ªa no cubrir todo EE UU como sue?a el presidente y s¨®lo los silos de los misiles y los centros de mando, parece ser la ¨²nica idea nueva que baraja EE UU.
Gorbachov trat¨® de averiguar en sus conversaciones de ayer si existe una posibilidad real de alcanzar alg¨²n acuerdo de control y reducci¨®n de armas nucleares con EE UU antes de que Reagan, a finales de 1988, abandone la Casa Blanca. El l¨ªder sovi¨¦tico tiene dudas sobre cu¨¢l va a ser la fuerza dominante en el seno de la dividida Administraci¨®n norteamericana: los halcones del Pent¨¢gono, dirigidos por Caspar Weinberger, o los realistas del Departamento de Estado, encabezados por George Shultz. Mosc¨² trata de saber si Reagan, que en seis a?os de presidencia no ha querido o no ha sabido despejar esta ambig¨¹edad, finalmente ha optado por la l¨ªnea pragm¨¢tica y quiere concluir su presidencia negociando un acuerdo equitativo de reducci¨®n armamentista.
Tras la primera hora cara a cara, Reagan y Gorbachov -no se llaman Gorby y Ron como dice la Prensa sensacionalista de EE UU, sino se?or presidente y se?or secretario general llamaron a sus respectivos ministros de Asuntos Exteriores, George Shultz y Edvarel Shevardnadze.
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