La autonom¨ªa espacial de Europa, en cuesti¨®n
La explosi¨®n del Challenger, durante su vuelo el 28 de enero de 1986, no ha dado s¨®lo un duro golpe, aunque no sea m¨¢s que provisional, a la credibilidad del proyecto de guerra de las galaxias de Ronald Reagan: en el plano mundial y en lo inmediato ha llevado a un completo reparto de cartas en el sector del espacio civil y, por ello, comercial.Numerosos acontecimientos posteriores han contribuido a delimitar el nuevo per¨ªmetro de la competencia internacional en lo referente al lanzamiento al espacio de cargas ¨²tiles. El 15 de agosto, Reagan, al no aprender la lecci¨®n de la inmovilizaci¨®n de los otros transbordadores espaciales, a causa de la inseguridad, y de la cr¨®nica negra de fracasos de los cohetes Tit¨¢n y Thor-Delta, anunciaba que, a pesar de todo, la NASA se limitar¨ªa a las misiones militares y cient¨ªficas, asi como al desarrollo de las nuevas tecnolog¨ªas, y que el lanzamiento de sat¨¦lites comerciales iba a ser confiado al sector privado.
Dos d¨ªas antes, los japoneses hab¨ªan llegado a la capacidad espacial plena al llevar a cabo el vuelo de su lanzador H-1, que puede colocar cargas ¨²tiles de 550 kilogramos en ¨®rbita geoestacionaria. El futuro H-2, previsto para ser lanzado en 1992 por la Agencia Nacional del Desarrollo del Espacio (NASDA), podr¨¢ llevar cargas ¨²tiles de 2 toneladas a 36.000 kil¨®metros y por ello llegar¨¢ a ser un actor con el que habr¨¢ que contar en la guerra comercial de los lanzadores espaciales. (...)
De hecho, para el lanzamiento de sat¨¦lites autom¨¢ticos, la utilizaci¨®n de una nave habitada y reutilizable constituye un lujo in¨²til y extraordinariamente costoso, en raz¨®n de los enormes gastos fijos que llevan consigo los equipos permanentes situados en tierra, repartidos por el mundo entero. Un cohete que no sirve m¨¢s que para una sola vez, consumible en lajerga especializada, tiene un coste por kilogramo de carga ¨²til de por lo menos un 30% m¨¢s bajo que el de un transbordador espacial, al menos al ritmo en que ¨¦ste ha sido utilizado antes del accidente del Challenger. (...)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.