Barcelona se par¨® unos segundos y estall¨® en una explosi¨®n de j¨²bilo
Durante unos segundos, el coraz¨®n de Barcelona pareci¨® pararse. La gente abandon¨® su puesto de trabajo y sus ocupaciones segundos antes de las 13.30 para compartir en la calle, colectivamente, una noticia acariciada durante cinco a?os. La plaza de Catalunya se llen¨® de una muchedumbre silenciosa. El mismo gent¨ªo estall¨® de alegr¨ªa instantes m¨¢s tarde junto con la p¨®lvora de una traca monumental que se oy¨® en media ciudad. Como dec¨ªan unos carteles de una entidad bancaria que aparecieron en el centro de la ciudad, Hoy es 1992.Faltaban tres minutos para las 13.30 horas y en las 16 pantallas que RTVE hab¨ªa instalado en la plaza de Catalunya el locutor explicaba que el convenio con Eurovisi¨®n hac¨ªa que no se adelantara ni un solo Segundo la lectura del acta del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), con el nombre de la ciudad ganadora. Cuando apareci¨® Juan Antonio Samaranch, presidente del COI, la menci¨®n de su nombre fue recibida con una ovaci¨®n. Y en un instante el silencio se hizo total.
Empleados y clientes de las entidades bancarias hab¨ªan salido a la calle para escuchar el veredicto y participar del j¨²bilo colectivo. En las paradas de autob¨²s, los barceloneses miraban calladamente el escenario televisivo de la plaza. Desde la Rambla de Catalunya flu¨ªan r¨ªos de estudiantes de bachillerato y de COU portando banderas catalanas y azulgranas hac¨ªa el centro neur¨¢lgico de la ciudad, que parec¨ªa parado por la emoci¨®n. Los tres empleados encargados de la masclet¨¤ se levantaron, seguros de que iban a quemar los 1.000 kilos de p¨®lvora que tres empresas -dos catalanas y una valenciana- hab¨ªan regalado para festejar la ocasi¨®n. Incluso el helic¨®ptero de la polic¨ªa que sobrevolaba la ciudad desapareci¨® por unos momentos para que el silencio pudiera cortarse.
Uno, dos, tres. Samaranch, sonriente, abri¨® el sobre donde se escond¨ªa la ciudad elegida y le dio suspense al acto. Uno, dos tres. Se tom¨® otros tres segundos para decir el nombre de la ganadora. A pesar de que el sol imped¨ªa ver con nitidez la gran pantalla de televisi¨®n, la palabra Barcelona se oy¨® claramente. La explosi¨®n de alegr¨ªa fue indescr¨ªptible. Gente que, se abrazaba, estudiantes que lloraban, ancianos que gritaban alborozados. Y la traca se encendi¨® con un estruendo impresionante.
El Ayuntamiento public¨® entonces el bando del alcalde: "Ten¨ªamos confianza en el triunfo. Hab¨ªamos trabajado de firme, todos, para conseguirlo y, ?Finalmente, la familia ol¨ªmpica ha sabido reconocer el esfuerzo realizado por Barcelona".
Por la noche, miles de personas se reunieron en Montj¨¹ic para celebrar la nominaci¨®n. Maragall, junto con la comitiva ol¨ªmpica, aterriz¨® en el aeropuerto de El Prat a las once de la noche, en medio de gran euforia popular, y se traslad¨® a Montj¨¹ic, a medianoche, donde, ante un p¨²blico jubiloso, afirm¨®: "Barceloneses, hemos ganado".
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