El d¨ªa m¨¢s desapacible
Fue el d¨ªa m¨¢s desapacible de cuantos se vivieron esta semana. Los hombres de seguridad del ministro de Defensa, Narc¨ªs Serra, y del alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, se mostraban relajados en el hall delhotel de la Paix. El boxer franc¨¦s de Leopoldo Rod¨¦s, vicepresidente de la Asociaci¨®n de Empresarios Barcelona 92, daba vueltas por la sala. Hab¨ªa intranquilidad, no s¨®lo hab¨ªa enfermado el colombiano Gerlein Comel¨ªn, votante de Barcelona, sino que, de pronto, el ex primer ministro tunecino Mohamed Mzali hab¨ªa. salido de su refugio en Suiza, adonde lleg¨® como exiliado pol¨ªtico, y entrado en la sala.Maragall desayunaba tranquilo en su habitaci¨®n, mientras Serra compraba discos de m¨²sica cl¨¢sica. Los miembros de la candidatura aseguraban que Mzali votar¨ªa a Par¨ªs, aunque alguno indic¨® que lo har¨ªa por Barcelona en agradecimiento al presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch. La presencia de Mzali fue descubierta por Rod¨¦s, que cada ma?ana ha acudido, entre las siete y las ocho, a saludar personalmente a los miembros del COI en el moririento que entraban en la sala de reuniones.
A las doce del mediod¨ªa, mientras en la iglesia del monasterio de Montserrat se celebraba una misa con las banderas ol¨ªmpicas presentes, la excitaci¨®n en el palacio de Baulicu era notable. El sorteo permiti¨® que la delegaci¨®n espa?ola se sentara en el mejor lugar de la sala -primera fina-, junto a Albenville, curiosamente las dos ciudades que terminaron ganando. Cosas del destino.
A los miembros de la delegaci¨®n barcelonesa empez¨® a pon¨¦rseles la piel de gallina cuando el v¨ªdeo de presentaci¨®n de Barcelona -se pas¨® una pel¨ªcula de cada candidatura- fue recibido con bastantes aplausos. Les entr¨® un fr¨ªo especial al ver salir (13.22 horas) a los miembros del COI, en procesi¨®n, hasta colocarse en el estrado, en el fondo del escenario, pero inirnediatamente se dieron cuenta de que hab¨ªan ganado (13.24). Faltaban seis minutos para que Samaalegr¨ªa y los gestos del indio Ashwini Kumar, el argelino Mohamed Zerguini, el libio Bashir Attarabulsi y el italiano Franco Carraro les hizo saber que hab¨ªan alcanzado la gloria ol¨ªmpica. Zerguini, gran amigo de Barcelona, se?alaba con su dedo ¨ªndice, con discreci¨®n, el asiento de Maragall. Attarabulsi se?alaba el mismo lugar, incluso con mayor descaro. Y Carraro se atrevi¨® a cerrar los pu?os, extender los dedos ¨ªndice de sus manos y juntarlos y separarlos dirigi¨¦ndolos hacia la primera fila. Era un mensaje clar¨ªsimo: el triunfo era para Barcelona y Albertville.
Cuando Samaranch anunci¨® el nombre de Barcelona se desat¨® la alegr¨ªa entre los seguidores de la candidatura, mientras el perro de Rod¨¦s segu¨ªa dando vueltas por el stand, y la gente: esperaba a Maragall para vitorearle. Josep Miquel Abad, consejero delegado de la candidatura, fue abrazado discretamente por Samaranch en el piso superior. "Puedes estar contento porque te lo has ganado", le dijo sonriendo.
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