Tranquilidad en las filas
D¨ªgase lo que se diga, comparado con los dem¨¢s, el PSOE es un partido sin problemas. Aplicando sabiamente la zanahoria m¨¢s que el palo, sacando as¨ª provecho a la afici¨®n que de un tiempo a esta parte se nos ha despertado a los militantes socialistas por prebendas y canonj¨ªas, olvid¨¢ndose de cuestiones ideol¨®gicas y manteniendo un sentido tradicional de la disciplina, ha logrado una envidiable tranquilidad en sus filas.As¨ª y todo, no puede evitar que de cuando en cuando surjan en su seno peque?as disputas. Permitidas y aun fomentadas ¨²ltimamente por el alto mando, no parece que vayan a mayores. Porque si hubiera aut¨¦ntica discusi¨®n, inevitablemente acabar¨ªan aflorando importantes contradicciones y conflictos, hoy soterrados.
Ser contradictorio, a decir verdad, es algo com¨²n en estos tiempos a la izquierda de todo el mundo, y se debe a lo muy dificil que resulta ofrecer soluciones progresistas a la crisis econ¨®mica.
No es que la derecha, claro est¨¢, tenga panacea alguna para tal crisis, pero goza de una ventaja, a saber, la de no tener complejos para defender el principio elemental de que una econom¨ªa de mercado marcha bien cuando invierten quienes pueden hacerlo. Ap¨®yese, pues, a los ricos, dicen no sin raz¨®n los conservadores, y aunque es cierto que se har¨¢n m¨¢s ricos, crear¨¢n riqueza y traer¨¢n tiempos mejores en que todos podr¨¢n llamarse a la parte.
Frente a ello poco puede ofrecer la izquierda en un pa¨ªs capitalista, como no sea o bien la revoluci¨®n imposible o bien lo mismo que propugna la derecha, s¨®lo que con m¨¢s eficacia e inteligencia.
Cuando, como en Espa?a, la derecha no peca por un exceso de esas dos virtudes y tiena adem¨¢s un pasado democr¨¢tico borrascoso, el resultado salta a la vista. Gobierna la izquierda, pero hace la pol¨ªtica econ¨®mica de la derecha.
Paciencia
Incluso en un partido que como el PSOE piensa poco -s¨®lo lo justo para ganar las elecciones a los dem¨¢s, lo que hoy por hoy no requiere un derroche de materia gris- es l¨®gico que ante tama?a contradicci¨®n incluso los disciplinados socialistas nos nos preguntemos de tarde en tarde no si habr¨ªa que aplicar una pol¨ªtica socialista, pero s¨ª, al inenos, si no cabr¨ªa templar los rigores del ajuste econ¨®mico.
Hacerlo ser¨ªa puro dislate, contestan otros desde el propio partido, con razones de peso. La econom¨ªa de mercado es muy eficaz cuando va a toda m¨¢quina, pero sus aver¨ªas exigen reparaciones largas y costosas. Si no se siguen apretando los tornillos, nunca volveremos a andar a pleno r¨¦gimen. S¨ªgase, pues, pidiendo paciencia. Que el sufrido pueblo lo entiende lo demuestran sus votos.
El argumento, bien mirado, tiene fuerza. ?Por qu¨¦ una izquierda que prometi¨® siempre un ma?ana distinto no va a predicar ahora con ¨¦xito la utop¨ªa capitalista del crecimiento con tinuo, el pleno empleo y el Estado de bienestar? Claro que el reparto de los sacrificios en ese largo camino no es nada equita tivo, como tampoco lo es el del pastel final, pero ?puesto que no hay otra v¨ªa!
Arrumbada as¨ª la utop¨ªa socialista -salvo para un peque?o sector del PSOE que nada pinta a la hora de decidir- la disputa surge con los defensores de la utop¨ªa socialdem¨®crata. ?No podr¨ªa alcanzarse ese capitalismo eficiente y pr¨®spero con menos costos de los que parece exigir la l¨®gica del sistema?
?ste es el dilema del PSOE ?Qu¨¦ pol¨ªtica econ¨®mica debe seguirse desde el Gobierno? ?De centro derecha o de centro izquierda? En los objetivos inmediatos ?ha de primar la eficacia o la justicia?
Corrientes
Hasta ahora, como es sabido, ha predominado la primera postura, aunque s¨®lo sea por la sencilla raz¨®n de que la apoya Felipe Gonz¨¢lez. Es cierto que parece darse la paradoja de que en la lucha entre validos triunfara Alfonso Guerra, quien dice representar a la segunda. No obstante, cada vez hay m¨¢s sospechas de que tal pretensi¨®n no est¨¢ muy justificada. Demostrar que s¨ª lo est¨¢ resultar¨ªa bien sencillo: basta con que el vicepresidente del Gobierno dimitiera si no cambia la pol¨ªtica econ¨®mica, que ha sido, es y seguramente ser¨¢ la que preconiza Miguel Boyer.
El llamado debate socialista, por tanto, no va, creo yo, a debatir grandes cosas, ni a cambiar la pol¨ªtica econ¨®mica -de la que no es econ¨®mica ni se habla- ni a modificar la relaci¨®n de fuerzas en las filas socialistas, donde seguir¨¢ reinando la tranquilidad.
Como mucho, ese minidebate es reflejo de algo que se ha querido siempre negar, y es que el PSOE tiene corrientes reales, aunque no oficiales. Adem¨¢s de la marginada Izquierda Socialista -que ir¨®nicamente es la ¨²nica reconocida- cuenta con un centro y con una derecha, como no pod¨ªa por menos de ser y como ocurre en todo partido socialista digno de tal nombre.
Quiz¨¢ a partir de ahora sus militantes se definan, evit¨¢ndose as¨ª, entre otras cosas, lo que les ocurre a altos cargos y parlamentarios en sus muchos viajes a la Europa comunitaria. Al ser preguntados por sus correligionarios de otros pa¨ªses por su ubicaci¨®n en las filas socialistas s¨®lo pueden contestar que son felipistas.
Como el t¨¦rmino resulta de dif¨ªcil traducci¨®n en cualquiera de los otros ocho idiomas de la CE, resultar¨ªa m¨¢s comprensible que dijeran, unos, que son moderados; otros, socialdem¨®cratas, e incluso unos terceros, si es que alg¨²n d¨ªa logran salir del gueto, del ala izquierda. As¨ª ser¨ªa el PSOE m¨¢s europeo, y, a falta de mejoras m¨¢s sustanciales, eso tendr¨ªamos de ganado.
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