Viaje a RungstedIund, la casa de Isak Dinesen
Un retrato favorecedor de Denys Finch Hatton, el cazador que seg¨²n la leyenda y seg¨²n Hollywood escritora record¨® hasta su muerte, se mantiene sobre la mesa del despacho de Karen Blixen, Isak Dinesen Ole Wivel, un poeta mayor que consagra su retiro a pagar la vieja deuda" de escribir su versi¨®n de Dinesen, a partir de su vida, sus cartas y sus recuerdos, sostiene que el hombre que de verdad import¨® a la cuentista fue su marido, Bror Blimen, al que no pudo dominar. No hay rastros de Bror en Rungstedlund, la casa en la que vivi¨® Karen, una hora de Copenhague, y donde escribi¨® a su regreso Memorias de ?frica.
Quiz¨¢ el ruido de la carretera sea lo ¨²nico nuevo en, RungstedIund, y s¨®lo en la parte frontal de la casa, que mira al mar. La casa se dobla en ele por atr¨¢s hacia un parque grandioso, inesperado, seducido estos d¨ªas por un oto?o como s¨®lo los hay en el norte, en cuyo centro, sobre la colina de Thorvald, se halla la tumba de la escritora. Karen Blixen dice la l¨¢pida de piedra, a ras de suelo, al pie de un haya centenaria.El bosque parece silvestre pero no lo es. Su due?a paseaba por ¨¦l todos los dilas y lo redistribu¨ªa al capricho de su sensibilidad exquisita. Sus perspectivas, han sido comentadas en libro. Cada rinc¨®n tiene su nombre, y los bancos que orillan los caminos tambi¨¦n llevan nombres: el banco del b¨²ho, el de Clara (su secretaria)...
La casa es sobria y conserva indicios de pasados esplendores y de tiempos dif¨ªciles. En el sal¨®n, por ejemplo, las cortinas de encaje son tan largas que se quiebran sobre una alfombra de tipo persa, desgastada. La raz¨®n del quiebro puede ser varia, seg¨²n los guardianes de la casa: que no hubo para cortinas m¨¢s cortas, que no se quiso recortar una labor primorosa, que eran otra excentricidad de la escritora.
La luz, el fr¨ªo
Los responsables de que Rungstedlund se mantenga exactamente igual a entonces son un sobrino nieto de Karen Blixen y su esposa, Ruth Vel¨¢zquez, una joven mexicana. Viven en una casita del bosque. Ambos son expertos en la obra dinesiana, y magn¨ªficos gu¨ªas: no pretenden disimular los ra¨ªdos ni aumentar las luces. La tarde de esta cr¨®nica les acompa?aba Ingeborg Dinesen, su madre, una dama de cabello rubio recogido en mo?o amplio, cuyo rostro proclama el de la familia, con una mirada azul intenso subrayada en negro. Vest¨ªa seda, cuero negro y perlas.La luz, el fr¨ªo, tuvieron tal importancia en la mansi¨®n que la ordenaron. Los bi¨®grafos de la escritora han contado que ¨¦sta no se decidi¨® a instalar calefacci¨®n -en parte por pobreza, en parte por su estoicismo de arist¨®crata al viejo estilo- hasta dos a?os antes de morir, el 7 de septiembre de 1962, por agotamiento. As¨ª se explican un dormitorio y un despacho de verano, y un peque?o apartamento, mezcla de ambos, para el invierno. As¨ª se explican tambi¨¦n las estufas, unas estufas de coleccionista, preciosas, grandes, con la piel de hierro labrada y los tubos retorcidos.
Ambos dormitorios son de una extremada sencillez. El de verano, donde muri¨®, est¨¢ adornado con lo que parece un ¨¢rbol de tipo judaico y un cuadro de jirafas; otro con dos loros sobre la cabecera de la cama. Las paredes de madera esconden armarios. El techo se inclina hacia la ventana, cuadriculada, desde la que se ve, cruzando la carretera, el mar del Norte. Un bosque de veleros se aprieta en un peque?o puerto deportivo.
Presencia abrumadora
La presencia de Isak Dinesen en Dinamarca es poco menos que abrumadora. Sus obras siguen centrando los escaparates de las muchas librer¨ªas, al igual que los estudios sobre su obra, su leyenda, su paso por ?frica, y hasta el estilo de Karen Blixen para hacer floreros. A ello ha contribuido no poco la pel¨ªcula Memorias de ?frica, que protagonizaron un Robert Redford bastante cursi, y Meryl Streep, en el papel de Karen Blixen.Para Ingeborg Dinesen, el personaje interpretado por Streep es correcto. Para el poeta Ole Wivel, amigo de la escritora durante 20 a?os y miembro del grupo de escritores que la rode¨®, no tiene nada que ver con ella.
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