Liberalizaci¨®n del mercado de capitales
EL ANUNCIO de que dentro de poco tiempo los espa?oles podr¨¢n adquirir libremente t¨ªtulos cotizados en bolsas europeas representa un paso adelante por la senda de la liberalizaci¨®n del mercado de capitales en Espa?a. Tambi¨¦n representa un reconocimiento expreso de la creciente e inevitable integraci¨®n del mercado espa?ol en un espacio econ¨®mico m¨¢s amplio, donde personas, mercanc¨ªas, servicios y capitales circulan con una fluidez razonable.En realidad, la medida anunciada no hace sino anticipar en el tiempo algo a lo que, de todas maneras, nos hab¨ªamos comprometido al firmar el Tratado de Adhesi¨®n a la CE. Tanto en este campo como en el de las adquisiciones de bienes inmobiliarios fuera de nuestras fronteras, se hab¨ªa previsto un per¨ªodo de transici¨®n de cinco a?os a partir de la entrada en vigor del tratado, y lo que ahora, sucede es que, por razones de control monetario, el Gobierno ha decidido adelantar la aplicaci¨®n de las normas comunitarias en este punto particular.
La principal raz¨®n que ha inducido a las autoridades econ¨®micas a adoptar esta medida ha sido el considerable aumento de reservas que se ha producido en los ¨²ltimos meses como consecuencia, en ¨²ltimo t¨¦rmino, del fuerte excedente en la balanza por cuenta corriente. En los primeros meses del a?o las consecuencias monetarias de este acuerdo se vieron neutralizadas por la amortizaci¨®n anticipada de numerosos cr¨¦ditos contra¨ªdos en el exterior y por el desendeudamiento del Tesoro en el Banco de Espa?a como consecuencia de las fuertes emisiones de pagar¨¦s del Tesoro. Sin embargo, a medida que avanzaban los meses se vio con claridad que, de no hacer nada por evitarlo, la presi¨®n al alza sobre la peseta se har¨ªa cada vez m¨¢s intensa. El dilema consist¨ªa en dejar que la peseta se apreciara, con el consiguiente peligro para las exportaciones de mercanc¨ªas o, por el contrario, intentar esterilizar las consecuencias monetarias del incremento de las reservas. Entre ambos extremos cab¨ªa la posibilidad de frenar la entrada de divisas mediante la liberalizaci¨®n de los movimientos de capital, y ¨¦sta parece ser la v¨ªa elegida por las autoridades.
As¨ª pues, dentro de poco los ahorradores espa?oles podr¨¢n adquirir acciones en las plazas financieras europeas, con el requisito de que estas compras procedan de patrimonios legalmente declarados. Tal vez esto anime al ahorrador nacional a mirar un poco m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de su provincia y a asomarse a Europa. Fuera de nuestras fronteras es un hecho normal no distribuir dividendos cuando las sociedades van mal, pero tambi¨¦n es normal la obtenci¨®n, y el reparto de altos beneficios; remuneraci¨®n y riesgo suelen guardar una relaci¨®n directa en unos mercados que, por su transparencia y extensi¨®n, son poco susceptibles de ser manipulados.
Paralelamente a esta evoluci¨®n, pronto podr¨¢n cotizar en las bolsas espa?olas sociedades europeas que hasta ahora no lo hac¨ªan, lo cual ampliar¨¢ la oferta disponible de t¨ªtulos. La creciente integraci¨®n de los mercados financieros en el mundo tendr¨¢ como resultado final la capitalizaci¨®n de recursos hacia donde existen las mayores oportunidades de crecimiento; en este sentido, y a condici¨®n de dise?ar una pol¨ªtica econ¨®mica adecuada, las posibilidades de Espa?a son bastante elevadas. La mayor prueba de que la libertad nos favorece se encuentra en los favorables resultados de la legislaci¨®n sobre las inversiones extranjeras en Espa?a.
Como para defenderse de posibles cr¨ªticas, los responsables econ¨®micos han avanzado la idea de que la liberalizaci¨®n de este segmento del mercado de capitales tiene la ventaja, desde el punto de vista econ¨®mico, de procurar a t¨¦rmino unos ingresos de divisas consistentes en los intereses de esas colocaciones. Realmente no hac¨ªa falta encontrar una justificaci¨®n que, en los momentos actuales, contradice los objetivos perseguidos. Desde otra perspectiva puede aducirse que es preferible que sean los ciudadanos privados, y no la Administraci¨®n, quienes detenten los haberes en divisas y decidan libremente sobre su colocaci¨®n. El Estado debe concentrar su atenci¨®n en problemas m¨¢s generales, como el control de la masa monetaria, la definici¨®n de la pol¨ªtica cambiaria o la adecuaci¨®n de nuestra estructura productiva a la de la CE. El resto es mejor dejarlo al libre arbitrio de los ciudadanos.
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