El gesto de As¨ªs
En coherencia con su habitual l¨ªnea antivaticana, al comentar el acontecimiento de As¨ªs en su editorial del d¨ªa 28 de octubre, en un aventurado juicio de intenciones, vuelve a rasgarse las vestiduras -las pobres ya deben estar hechas jirones- y arroja las cotidianas sombras de duda sobre la integridad moral de su m¨¢ximo representante, Juan Pablo II.Por supuesto, cada uno es libre de creer o dudar sobre la validez de la oraci¨®n para resolver los grandes y peque?os problemas de la humanidad. Sin embargo, dice muy poco a favor de su caballerosidad y prestigio la parcialidad con que siempre se manifiesta en esta materia, cuando somos muchos los lectores que compartimos dicha creencia. Por mucho que se esfuercen en crear opini¨®n o tratar de ignorarlo, puede que un 50%, de los que compramos EL PAIS a diario seamos cat¨®licos respetuosos del magisterio del Papa (de la misma manera que habr¨¢ otro 50% entre los que compran Prensa confesional o seudoconfesional que no tengan m¨¢s dios que la peseta).
Quisiera hacerle unas simples preguntas, si, como parece, duda de la sinceridad del Papa cuando afirma que la oraci¨®n es m¨¢s eficaz que las negociaciones, una vez demostrado que los acuerdos siempre se firman en papel mojado:
?Cu¨¢ntas veces se ha firmado la paz, en 8.000 a?os de historia, y cu¨¢ntas de ellas lo ha sido por buena voluntad y no por derrota implacable del adversario, aniquilaci¨®n o amenaza de exterminio? ?Cu¨¢ntos L¨ªbanos, Nicaraguas o Camboyas ser¨¢, necesario crear todav¨ªa para alimentar el progreso de gente de bien que duerme tranquila porque no se cuestiona de d¨®nde le viene y qu¨¦ precio tiene su progreso? Dejemos una puerta abierta a la esperanza, aunque s¨®lo sea con gestos tan ingenuos como el de As¨ªs-
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