Un musical sombr¨ªo pero deslumbrante
La ¨²ltima Semana de Cine de Barcelona incluy¨® entre los filmes seleccionados este musical de Herbert Ross al que un enorme fracaso comercial cerraba el camino de la comercializaci¨®n fuera de Estados Unidos. Lo previsible, ante un fiasco de tan enormes proporciones, era que la pel¨ªcula de Ross resultara interesante pero equivocada, una alternancia de buenas secuencias con otras mal resueltas, conjunto vacilante incapaz de seducir como no sea por su manifiesta falta de habilidad y c¨¢lculo.En resumen, Pennies from heaven ten¨ªa todos los n¨²meros para ser al musical lo que Heavens gate es para el western: un exceso intolerable en el que el genio o el talento no llegaban a controlar la enorme suma de dinero y elementos que ten¨ªan en sus manos. Pero Pennies from heaven no es eso, no tiene nada de pel¨ªcula fallida. Es distinta, eso s¨ª, pero perfecta.
Pennies from heaven
Director: Herbert Ross. Int¨¦rpretes: Steve Martin, JessIca Harper, Bernadette Peters, Christopher Walken, Vernel Bagneris. Gui¨®n: Dennis Potter. Fotograria: Gordon Willis. M¨²sica: Marvin Hamlisch y Billy May. Estadounidense, 1982. Estreno en Madrid en el cine Renoir.
Lo que Ken Russell y otros directores han intentado con escasa habilidad -reescribir la historia del cine, mostrando la miseria que ocultaban glamour y optimismo-, Ross lo logra sin romper con el g¨¦nero, sin privarnos del placer de una coreograf¨ªa de la que Busby Berkeley no se sentir¨ªa avergonzado, de unos interiores s¨®rdidos dignos del Bergman de El huevo y la serpiente o de una fuerza para la cr¨®nica que entronca con la de algunos cl¨¢sicos americanos de finales de los treinta.
Pero la cinta de Ross, excepci¨®n hecha para los fragmentos de caleidoscopio danzante, no est¨¢ rodada a la manera de, no sabe a imitaci¨®n, sino a aut¨¦ntica puesta al d¨ªa. La acci¨®n se sit¨²a en plena depresi¨®n, como si fuese un melodrama social de la Warner, y sus protagonistas son gentes maltratadas por la vida, tal y como exigen realidad y t¨®pico: una profesora de instituto acoquinada por el director, los ni?os y una vida privada aburrid¨ªsima; un vendedor que apenas logra vender nada y cuya esposa es contraria a cualquier fantas¨ªa sexual porque su ideal de vida no incluye la preocupaci¨®n por el placer aunque s¨ª a?ora el confort, y un canallesco macarra formidablemerite encarnado por Christopher Walken, capaz de un n¨²mero de strip-tease bailado con un ritmo y humor del que carece el resto de musicales contempor¨¢neos.
La novedad de Pennies from heaven es una cuesti¨®n de acento. Hasta ahora, incluso en pel¨ªculas marcadamente ir¨®nicas respecto a la veracidad de la relaci¨®n entre representado y representaci¨®n, el juego de alternancia de secuencias dram¨¢ticas y de cr¨®nica con otras en las que los desastres eran sublimes y resueltos de manera idealista a trav¨¦s del sue?o o la imaginaci¨®n nunca se hab¨ªa dinamitado desde el interior, transform¨¢ndolo todo en representaci¨®n, buscando un punto de vista interno para cada uno de los dos bloques.
La miseria de la depresi¨®n es estilizada como en los cuadros de Edward Hopper -Nighthawk es expl¨ªcitamente citado- y el lujo impoluto del escapismo tambi¨¦n es cuestionado, tanto por el exceso de brillo y blancura como por la elecci¨®n de los actores, incapaces de destilar otra cosa que no sea conmiseraci¨®n.
Penniesfrom heaven es un musical sombr¨ªo pero extremadamente brillante en sus soluciones narrativas, cl¨¢sico en su estructura pero muy innovador por la manera en que ¨¦sta es cuestionada desde dentro, dram¨¢tico pero sin dejar de ser divertido; una pel¨ªcula, en definitiva, que no merece el destino de obra maldita al que parece condenarle el desinter¨¦s o desorientaci¨®n con que la acogi¨® el p¨²blico de su pa¨ªs, en aquel momento demasiado enfrascado en los deslumbrantes escapismos fabricados por Spielberg y compa?¨ªa.
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