Los universitarios norteamericanos y la guerra civil espa?ola
He tenido ocasi¨®n de participar, a mediados de octubre, en un simposio organizado en Cambridge, cerca de Boston, por un grupo de profesores de historia pertenecientes a diversos centros universitarios, Boston College, Massachusetts Institute of Technology, Universidad de Harvard y Universidad de Boston. Ese viaje me ha dejado una impresi¨®n que puede sorprender: el pa¨ªs en el que este a?o el recuerdo de la guerra civil espa?ola, el estudio de su significado hist¨®rico y de sus consecuencias ha alcanzado mayor amplitud ha sido con toda probabilidad Estados Unidos. El simposio de Boston fue un acto universitario entre cientos de otros m¨¢s o menos semejantes, con conferencias, exposiciones, proyecciones de pel¨ªculas, conciertos... Lo m¨¢s impresionante de las reuniones de Boston era sin duda la sala, los numerosos estudiantes que estaban presentes.En el acto inaugural, en el que habl¨® Fernando Mor¨¢n, embajador de Espa?a ante la ONU, y el profesor brit¨¢nico Paul Preston, la gente estaba sentada en los pasillos, y hasta en el suelo de la tribuna; el ambiente era asfixiante y a la vez entusiasta.
El tema espec¨ªfico del simposio no era la guerra civil en s¨ª, sino sus consecuencias, tanto en Espa?a como entre los emigrados en diversos pa¨ªses; casi medio mill¨®n de espa?oles sali¨® en 1939, y la implacable pol¨ªtica de Franco mantuvo fuera de Espa?a durante muchos a?os a su gran mayor¨ªa.
Algunas ausencias, casi inevitables en actos de ese g¨¦nero, desequilibraron algo la presentaci¨®n de las diversas situaciones; debido a ello tuvo un peso quiz¨¢ excesivo la experiencia de la emigraci¨®n en M¨¦xico.
Juan Marichal hizo una valoraci¨®n m¨¢s general de la aportaci¨®n considerable que las emigraciones han representado para la cultura espa?ola. En cuanto a los hechos ocurridos en el interior de Espa?a, los ¨¢ngulos de visi¨®n fueron de lo m¨¢s variados: desde la tragedia de las c¨¢rceles, explicada por Tomasa Cuevas, o el movimiento estudiantil en sus primeros pasos, analizado por Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz, hasta una visi¨®n m¨¢s general de la Universidad, que dio el profesor Francisco M¨¢rquez; y la lucha con la censura para abrir paso al cine espa?ol, que Luis Berlanga expuso con su sentido del humor tan mediterr¨¢neo. Me correspondi¨® hablar de la emigraci¨®n en Francia y del problema vivido' por los espa?oles que combatieron contra Hitler cuando -adem¨¢s de ser incapaces de preparar una alternativa unida frente a Franco- se encontraron con que las grandes potencias vencedoras, a pesar de promesas y declaraciones, aceptaban o incluso apoyaban de hecho el mantenimiento de Franco. En la sesi¨®n dedicada a la brigada Lincoln, adem¨¢s de una pel¨ªcula estupenda, varios antiguos combatientes explicaron lo que han hecho despu¨¦s de su participaci¨®n en la guerra de Espa?a. En su mayor¨ªa han dejado la militancia comunista, pero siguen fieles a lo que ellos llaman "los ideales por los que fuimos a combatir en Espa?a": Bill Susman ha sido el alma de muchos de los actos de este cincuentenario; Abe Asheroff est¨¢ dedicado a la campa?a de solidaridad con Nicaragua; Clement Markert, un cient¨ªfico de gran val¨ªa, volv¨ªa de un viaje a China en el que hab¨ªa organizado una serie de colaboraciones entre universidades chinas y norteamericanas. Era una visi¨®n distinta de la cl¨¢sica de unos veteranos contando sus guerras.
La 'no intervenci¨®n'
No es f¨¢cil explicar las causas de esta atenci¨®n considerable que se ha despertado entre amplios c¨ªrculos universitarios de EE UU en torno al recuerdo de la guerra civil espa?ola. Sin duda el porcentaje de estudiantes del idioma y de la cultura espa?ola es bastante alto; por otro lado, el tema de la guerra espa?ola se inscribe quiz¨¢ en una evoluci¨®n m¨¢s general, en un inter¨¦s mayor por los problemas de Europa. Este fen¨®meno puede ser espec¨ªfico de la costa oriental de EE UU, particularmente en Nueva Inglaterra, que siempre se ha sentido m¨¢s cerca de Europa, al menos en la vida universitaria.
En las preguntas y comentarios de muchos estudiantes, ¨¦stos relacionan el actual problema de Nicaragua, v¨ªctima de la intervenci¨®n norteamericana, con lo que fue la tr¨¢gica situaci¨®n de la democracia espa?ola en 1936, agredida por Hitler y Mussolini y cercada por la no intervenci¨®n. En un sentido, claro est¨¢, muy diferente al argumento utilizado por el presidente Reagan, que ha querido justificar la ayuda a la contra recordando la ayuda a la Rep¨²blica espa?ola. Pero es probable que estas alusiones de Reagan hayan contribuido a "dar actualidad" a acontecimientos de hace 50 a?os.
El simposio de Boston dej¨® sobre la mesa un interrogante: el de si puede darse por resuelto el lugar que la guerra civil de 1936-1939 debe ocupar en la memoria hist¨®rica espa?ola. Sin duda la versi¨®n oficial impuesta por el franquismo ha perdido vigencia. Pero ello no cierra el problema hist¨®rico y cultural. Tan absurdo ser¨ªa pretender utilizar ese recuerdo como arma pol¨ªtica como considerar que la guerra es simplemente un cementerio de errores y cad¨¢veres que se trata de olvidar. Sin duda queda ah¨ª una asignatura pendiente.
Babelia
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