La enfermedad de la democracia norteamericana
En la ma?ana de las elecciones de noviembre de 1986, la radio nacional sueca me pidi¨® que expresara mi opini¨®n sobre el progresivo deterioro de la democracia estadounidense que suger¨ªa la proyectada tasa de participaci¨®n del 40%. El entrevistador coment¨® que cuando en Suecia el n¨²mero de votantes cay¨® una vez por debajo del 90%, se expres¨® p¨²blicamente una seria preocupaci¨®n por el estado de la democracia en el pa¨ªs. De hecho, la participaci¨®n en las elecciones de noviembre en Estados Unidos apenas alcanz¨® el 37%, continuando as¨ª un largo proceso de deterioro que persiste -a pesar de los enormes esfuerzos realizados para obtener el voto. Las encuestas electorales muestran tambi¨¦n que a menudo los electores votan conscientemente en contra de sus propios intereses. As¨ª, inmediatamente despu¨¦s de la "abrumadora victoria electoral" de Reagan en 1984, la mayor¨ªa de los votantes expres¨® su esperanza en que el Congreso no convirtiera en leyes el programa legislativo de Reagan. Las elecciones de 1986 han puesto de manifiesto tambi¨¦n la escasa identificaci¨®n de los electores con los partidos, o con las cuestiones de gran alcance, persistiendo de nuevo en su tendencia hist¨®rica.Una mirada m¨¢s atenta proporciona una nueva percepci¨®n de la naturaleza de la democracia pol¨ªtica estadounidense. Las elecciones presidenciales de 1980 y 1984 son descritas como "abrumadoras victorias electorales" del conservadurismo reaganista. No hubo ni "abrumadoras victorias" ni conservadurismo. En cada una de las elecciones Reagan obtuvo menos del 30% del voto electoral. El porcentaje del electorado que le eligi¨® porque era un "aut¨¦ntico conservador" baj¨® del 3% en 1980 al 1% en 1984. A pesar de la propaganda masiva sobre las glorias de la democracia americana, las encuestas realizadas despu¨¦s de la elecci¨®n presidencial en 1984 pusieron de manifiesto que la mitad del p¨²blico piensa que el Gobierno "est¨¢ dominado por unos cuantos grandes negocios que s¨®lo se preocupan de s¨ª mismos".
?NICA OPCI?N
El perfil socioecon¨®mico de los no votantes indica que en otras democracias industriales hubieran votado en gran medida por uno de los partidos basados en el mundo del trabajo -los partidos laboristas, socialistas, comunistas, con una base social de trabajadores, pobres, algunos intelectuales, etc¨¦tera- y comprometidos a efectuar reformas (generalmente moderadas) del capitalismo industrial en beneficio de sus electores. En Estados Unidos los votantes s¨®lo tienen una opci¨®n entre partidos que representan segmentos competitivos del mundo de los negocios y de las comunidades profesionales acomodadas. Es f¨¢cil predecir que muchos de esos electores no va a votar, mientras que otros consideran su voto en gran medida irrelevante para la pol¨ªtica nacional.Un estudio m¨¢s profundo de las actitudes p¨²blicas durante los a?o; de la presidencia de Reagan confima estas estimaciones. La tendencia hist¨®rica hacia un creciente liberalismo ha continuado. El p¨²blico se ha opuesto con fuerza a las pol¨ªticas reaganistas en casi todas las cuestiones importantes.
Adem¨¢s, el programa de Reagan, denominado "conservador", no tiene ning¨²n parecido con el conservadurismo: los conservadores genuinos son muy raros en EE UU. Bajo el mandato de Reagan, el poder estatal se ha expandido m¨¢s r¨¢pidamente que bajo cualquier otra Administraci¨®n desde la Il Guerra Mundial, mientras que los reaganistas se han dedicado a proteger al Estado de la indagaci¨®n p¨²blica, eludiendo la coerci¨®n por el Congreso y otras coerciones legales, limitando la libre discusi¨®n y cercenando los derechos civiles. El pro grama podr¨ªa ser llamado "jingo¨ªsmo reaccionario", pero no "conservadurismo". Sus rasgos esenciales son tres:
1. La transferencia de recursos de los pobres a los ricos.
2. La intervenci¨®n masiva del Estado en la econom¨ªa a trav¨¦s del sistema militar, virtualmente un plan para forzar al p¨²blico a subvencionar la industria de la alta tecnolog¨ªa.
3. Una pol¨ªtica exterior m¨¢s activista, es decir, un incremento en el terrorismo, la subversi¨®n y la agresi¨®n internacional patrocinados por el Estado. El,p¨²blico es contrario a todas estas l¨ªneas de actuaci¨®n, pero apenas tiene la menor relaci¨®n con la configuraci¨®n de la pol¨ªtica. Buena parte del p¨²blico entiende esto muy bien.
POPULARIDAD PERSONAL
?C¨®mo explicarnos -entonces la popularidad de Reagan? En primer lugar, esta popularidad no ha sido excepcionalmente alta si la medimos por los niveles hist¨®ricos. Adem¨¢s, como lo demuestran las encuestas, se trata, sea cual sea su nivel, de, una popularidad personal. No se ve afectada por el hecho de que, si Reagan no est¨¢ adecuadamente programado, demuestra con regularidad que s¨®lo tidne el'm¨¢s vago de los conocimientos de las pol¨ªticas de su Administraci¨®n, y tiene que ser constantemente corregido. Buena parte de la poblaci¨®n estadounidense -y en particular los segmentos menos instruidos y menos adoctrinados- parecen considerar a Reagan de la misma manera que consideran la bandera: como un s¨ªmbolo de la unidad nacional, esencialmente no emparejado con los pocos grandes negocios que dominan al Estado.La oposici¨®n a las acciones pol¨ªticas de Reagan se ha desarrollado entre reducidos c¨ªrculos de elites que participan significativamente en el sistema pol¨ªtico. As¨ª, el fan¨¢tico keyneslanismo de los reaganistas ha tenido efectos que eran pronosticables, tales como el alto d¨¦ficit , un problema que preocupa cada vez m¨¢s. Naturalmente, los propietarios y gestores de la econom¨ªa privada subvencionada por el Estado intentar¨¢n tratar este problema de tal manera que se garantice que el Estado seguir¨¢ al servicio de las necesidades de la riqueza y el poder, que continuar¨¢ funcionando como un Estado del bienestar para los ricos. Por consiguiente, el problema del d¨¦ficit ser¨¢ afrontado con nuevos ataques a los pobres.
El genio de la democracia estadounidense ha consistido en asegurar que los individuos aislados tienen que enfrentarse solos al poder concentrado, sin organizaciones en las que puedan reunir sus limitados recursos, obtener informaci¨®n, formar ideas, situar ¨¦stas en la agenda, pol¨ªtica y actuar para que se realicen. En otras democracias industriales, los sindicatos han cumplido hasta cierto punto estas funciones.
Estos rasgos de la democracia estadouniden.se ayudan a explicar el desusado papel desempe?ado por las iglesias, las ¨²nicas instituciones estables y con continuidad que no est¨¢n del todo bajo el control de mundo de los negocios. La organizaci¨®n de la oposici¨®n popular a la carrera armamentista, al terrorismo estadounidense en Am¨¦rica Central, etc¨¦tera, tiende a tener su base en las iglesias, por la simple raz¨®n de que existen. No hay ning¨²n partido con base en el mundo laboral que pueda proporcionar una estructura institucional estable, ni edificios p¨²blicos para reuniones, ni peri¨®dicos, ni activistas, etc¨¦tera, para esos empe?os.
RECURSOS LIMITADOS
Un rasgo muy positivo de la democracia estadounidense es que el Estado tiene, comparativamente con otros pa¨ªses, recursos limitados de represi¨®n interna, de manera que esa influencia extrapol¨ªtica sobre el sistema pol¨ªtico puede tener en ocasiones consecuencias importantes.Hay pocas dudas de que, por ejemplo, la resistencia popular haya obligado al Estado a recurrir a medios indirectos para llevar a cabo sus programas de terrorismo y subversi¨®n en Am¨¦rica Central, en lugar de enviar directamente fuerzas militares para lograr sus fines.
Los acontecimientos de las ¨²ltimas semanas ponen de manifiesto de qu¨¦ modo la resistencia popular puede afectar indirectamente a la planificaci¨®n. Para limitar dicha resistencia, la administraci¨®n Reagan ide¨® un sistema de medios encubiertos para mantener al ej¨¦rcito mercenario que ataca Nicaragua. Los contras consiguieron armas israel¨ªes a trav¨¦s de una oscura red subsidiaria de la CIA y de organizaciones privadas controladas por ex-generales norteamericanos. La administraci¨®n Reagan se hizo cargo de la Liga Anticomunista mundial, una organizaci¨®n de nazis, miembros de escuadrones de la muerte, torturadores y asesinos de todo el mundo. La Liga se convirti¨® en un instrumento eficaz de terrorismo internacional desde Mozambique a Nicaragua. Los beneficios de la venta de armas de Estados Unidos a Ir¨¢n fueron desviados hacia la contra nicarag¨¹ense, con la cooperaci¨®n de Israel y Arabia Saud¨ª. De este modo, Estados Unidos construy¨® una red de terrorismo internacional de una sofisticaci¨®n impresionante. Pero ha resultado imposible mantener el secreto, lo que ha producido grave sonrojo a los mandos terroristas de Washington, que ahora pretenden no haber sabido nada de los programas que ellos mismos organizaron.
La conexi¨®n iran¨ª Ilustra la visi¨®n global de los mandos terroristas. Desde principio de los 80, Estados Unidos ha autorizado la venta de armas a Ir¨¢n a trav¨¦s de Israel en un esfuerzo por localizar a los llamados "moderados"; es decir, oficiales iran¨ªes que fueran suficientemente "decididos, crueles, fr¨ªos" para llevar a cabo un golpe militar sangriento, seg¨²n explicaron altos cargos israel¨ªes hace a?os. El patr¨®n es el mismo seguido con ¨¦xito en Indonesia a principio de los a?os 60 y en el Chile de Allende. La idea de vincular estos esfuerzos con la guerra ilegal contra Nicaragua fue una ocurrencia tard¨ªa y poco inspirada.
Estados Unidos es un pa¨ªs ins¨®lito en el muy alto grado de conciencia de clase y planificaci¨®n entre los propietarios y gestores de la econom¨ªa, y el correspondiente bajo grado de conciencia de clase y organizaci¨®n de cualquier otra parte. El surgimiento y el auge de la enorme industria de las relaciones p¨²blicas (PR), destinada a controlar lo que se denomina "la opini¨®n p¨²blica", constituye una manifestaci¨®n de este fen¨®meno. Durante mucho tiempo se ha pensado que cuando el Estado tiene s¨®lo medios limitados para controlar al p¨²blico por la fuerza, es neces-ario marginalizar a ¨¦ste y controlar las mentes. Es preciso acometer lo que los elementos de la elite de-nominan "la ingenier¨ªa del consenso democr¨¢tico". El problema se hace grave cuando algunos segmentos del normalmente poco importante p¨²blico comienzan a organizarse para entrar en la palestra pol¨ªtica, creando lo que los grupos de la elite llaman una "crisis de la democracia", lo cual ha de ser superado haciendo volver a la poblaci¨®n al deseado estado de apat¨ªa y obediencia, de forma que la democracia en el sentido orwelliano -un sistema de decisi¨®n por la elite y ocasional ratificaci¨®n por el p¨²blico- pueda seguir adelante sin ninguna intromisi¨®n de la poblaci¨®n.
Durante la I Guerra Mundial y despu¨¦s de ella, la Administraci¨®n progresista de Wilson, con el pretexto de una amenaza bolchevique, lanz¨® su "alarma roja", que tuvo un ¨¦xito muy efectivo en la disuasi¨®n de la amenaza que constitu¨ªa la democracia (en el sentido aut¨¦ntico) mientras reforzaba la democracia (en el sentido t¨¦cnico orwelliano). La dura represi¨®n socav¨® el movimiento laborista y la pol¨ªtica disidente, y reforz¨® el poder corporativo. El surgimiento de la industria de las relaciones p¨²blicas y la polic¨ªa pol¨ªtica nacional (el FBI) son dos de las realizaciones institucionales duraderas de ese per¨ªodo. Fue tambi¨¦n en ese per¨ªodo cuando los te¨®ricos democr¨¢ticos liberales, tales como el influyente periodista Walter Lippinann, comenzaron a poner de relieve la importancia de "la elaboraci¨®n del consenso", o de "la ingenier¨ªa del consenso", tal como fue designada por la principal figura de la industria de las relaciones p¨²blicas, Edward Bemays.
La guerra de Vietnam y la agitaci¨®n popular de los a?os sesenta evocaron de nuevo una "crisis de la democracia", conduciendo a una niovilizaci¨®n similar de los grupos de la elite -mundo de los negocios, profesionales acomodados, y la mayor¨ªa de la comunidad de los intelectuales-, que se sintieron asustados y preocupados por la amenaza de la democracia aut¨¦ntica y por la notable mejor¨ªa del clima moral e intelectual. Su resultado es el actual giro a la derecha. Este giro constituye una respuesta de las elites privilegiadas a los graves problemas reales. En primer lugar, la guerra de Vietnam debilit¨® la econom¨ªa de Estados Unidos frente a la de sus rivales industriales, en particular Alemania y Jap¨®n. Estos pa¨ªses hab¨ªan sido designados en los primeros a?os de la posguerra corno los l¨ªderes naturales" de sus respectivas regiones, pero dentro de la estructura general de poder dirigida por Estados Unidos, estructura que ahora se est¨¢ viendo amenazada. Adem¨¢s de las respuestas en el escenario internacional, fue tambi¨¦n necesario dar los pasos adecuados para restaurar la rentabilidad y el poder de los negocios en general, como se contempla en los programas de Reagan, iniciados realmente bajo el mandato de la Administraci¨®n Carter.
PROBLEMAS DE DISCIPLINA
En segundo lugar, surgieron graves problemas de disciplina. Algunas partes del Tercer Mundo amenazaban con escapar al control, con el desmembramiento del imperio portugu¨¦s, el surgimiento de las organizaciones populares en Am¨¦rica Central, etc¨¦tera. Todo eso requer¨ªa una intervenci¨®n, la que a su vez requer¨ªa un consenso interno de car¨¢cter jirrigo¨ªsta. El problema de la disciplina surgi¨® tambi¨¦n en el escenario nacional para hacer frente a la creciente politizaci¨®n de la sociedad estadounidense -la "crisis de la democracia"-Para superar este problema, las elites recurrieron naturalmente a los medios cl¨¢sicos de control social: infundir el temor de que los grandes enemigos pueden destruirnos.Aunque la poblaci¨®n se oponga a los programas promovidos por las elites, la gente los aceptar¨¢ por miedo a perder la vida. Es necesario, pues, convencer al p¨²blico de que su misma existencia est¨¢ amenazada por enemigos poderosos, el mayor de ellos, el imperio del mal. Pero la confrontaci¨®n con el propio imperio del mal es demasiado peligrosa. En su lugar, tenemos que batirnos con aquellos designados como agentes de dicho imperio, enemigos d¨¦biles y sin defensas que pueden ser atacados a discreci¨®n, sin preocuparnos por el coste que para nosotros pueda suponer. Ser¨ªa duro convencer a los estadounidenses de que Granada, Nicaragua, los campesinos de El Salvador, Libla o la OLP constituyan una amenaza para sus existencias, pero si son agentes del imperio del mal, extendiendo sus tent¨¢culos para rodearnos y destruirnos, entonces la amenaza se convierte en algo m¨¢s cre¨ªble y la poblaci¨®n puede ser movilizada para aceptar programas impopulares como una desgraciada necesidad para salvarla.
Lo que observamos en el proceso no sucede s¨®lo en Estados Unidos, aunque aqu¨ª toma formas particulares como resultado de sus peculiares contingencias hist¨®ricas y sociales. Es tambi¨¦n algo repleto de peligros no s¨®lo para la sociedad nacional y las v¨ªctimas directas del poder estadounidense, sino asimismo para buena parte del mundo, c¨®mo lo demuestra con gran claridad el intenso empe?o de EE UU en mantener la carrera de armamentos. Dada la escala del poder estadounidense, la situaci¨®n de la democracia pol¨ªtica en Estados Unidos tiene que ser un problema que preocupe a todo el mundo.
Traductora: Carmen Ruiz de Elvira.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Ronald Reagan
- Contra nicarag¨¹ense
- Guerra fr¨ªa
- Caso Ir¨¢n-Contra
- Ir¨¢n
- Nicaragua
- Revoluci¨®n Sandinista
- Centroam¨¦rica
- Revoluciones
- Acci¨®n militar
- Guerrillas
- Estados Unidos
- Conflictos pol¨ªticos
- Pol¨ªtica exterior
- Partidos pol¨ªticos
- Casos judiciales
- Asia
- Sucesos
- Gobierno
- Historia contempor¨¢nea
- Guerra
- Am¨¦rica
- Historia
- Oriente pr¨®ximo