Burocratizaci¨®n y frustraci¨®n
El comienzo de un curso pudiera estar marcado por las expectativas de encuentro entre el profesorado y el alumnado para llevar a cabo una tarea: la de ense?ar y aprender mutuamente. Pero no parece que la Universidad sea el marco donde se pueda desarrollar con comodidad dicha tarea. El profesorado, seg¨²n su situaci¨®n, viene desgast¨¢ndose en interminables reuniones donde se debate fundamentalmente la distribuci¨®n de los escasos recursos, la conformaci¨®n de los departamentos, el tercer ciclo y, en muchos casos, la propia supervivencia.La participaci¨®n se canaliza a trav¨¦s de los departamentos y, en el momento actual, el papeleo es extraordinariamente importante, tanto que ocupa el primer plano de la vida acad¨¦mica. Si la unidad funcional es la c¨¢tedra -y el departamento est¨¢ formado en muchos casos por varias c¨¢tedras y personal disgregado de otras a las que no se les ha permitido formar departamento-, la comunicaci¨®n resulta dif¨ªcil. A esta organizaci¨®n a?adamos los ¨®rganos de canales que a¨²n mantienen la centralizaci¨®n de la informaci¨®n y de la decisi¨®n, y que a su vez dependen del rectorado, cada vez m¨¢s burocratizado (al menos en la universidad a la que pertenezco): veremos c¨®mo, cors¨¦ tras cors¨¦, no se facilitan las relaciones y la armonizaci¨®n necesaria para un buen funcionamiento. No podemos obviar, de ning¨²n modo, el acoso legislativo a que nos ha sometido el actual ministerio durante los ¨²ltimos tres a?os, la mayor¨ªa de las veces confuso y no siempre justificado, am¨¦n de la carencia de participaci¨®n de la comunidad universitaria. . Pero lo que m¨¢s lamentamos es esa legislaci¨®n sin previa democratizaci¨®n que propicia la cristalizaci¨®n de grupos de poder ya existentes y de otros emergentes e ue una reforma valiente debiera haber Abordado.
Competitividad
En cuanto a las tensiones del personal, que el se?or Maravall justifica en medios televisivos por la renovaci¨®n que se est¨¢ produciendo y la competitividad que genera la ley de Reforma Universitaria, no creo que se corresponda; y es pronto para saberlo, a pesar del optimismo de los seis magn¨ªficos rectores. Si se publican m¨¢s o menos trabajos de investigaci¨®n, eso es precisamenlte lo que no se improvisa en dos a?os; por tanto, no puede ser tomado como un ¨ªndice, no se investiga m¨¢s, se hacen m¨¢s papeles (la ley exige curr¨ªculo). Se ve que las cosas desde arriba parecen diferentes. No tenemos una Universidad m¨¢s abierta y participativa, la interdisciplinaridad se ve amenazada por la superespecializaci¨®n; en s¨ª misma, la reforma nos conduce a evitar cualquier cambio profundo y positivo.
Pero lo m¨¢s importante, a mi modo de ver, es la gran frustraci¨®n de muchos de los docentes, que se ver¨¢ reflejada necesariamente en los discentes. No. olvidemos la jubilaci¨®n anticipada, que pone a muchos profesores en situaciones extremas, pues han tenido una dedicaci¨®n exclusiva a la Universidad y, estando en el momento ¨®ptimo, se ven obligados a retirarse sin haber previsto esa posibilidad. Claro que si hay otros motivos, que se aborden, pero no con una reglamentaci¨®n generalizadora como si del Ej¨¦rcito se tratara. Otro colectivo en estr¨¦s permanente son los profesores no numerarios que se ven amenazados de despido en 1987. S¨®lo podr¨ªan optar a titulares si hay suficientes cr¨¦ditos; ya existen c¨¢lculos qu¨¦ prev¨¦n el despido de muchos. Eso s¨ª, no se sabe todav¨ªa de qui¨¦nes, y la incertidumbre les hace m¨¢s competitivos, como se dice ahora, con lo cual el clima es a¨²n m¨¢s tenebroso. Adem¨¢s no hay que olvidar que muchos de ellos no pasaron la idoneidad, y del n¨²mero de recursos sabe mucho el ministerio, lo que prueba las irregularidades que tuvieron que soportar. El colectivo dominante, sobre todo en cuanto a n¨²mero, es el de los profesores titulares deseosos de alcanzar un nuevo pelda?o: el de catedr¨¢tico; pero por el momento, dada su abundancia, tienen escasas probabilidades, pues, como dice un amigo, "la Universidad ya estaba ocupada cuando se hizo la reforma universitaria, y la instalaci¨®n de los nuevos tiene que ser a expensas de los otros".
Arbitrariedad
A esto hay que a?adir las tensiones que colean derivadas de las ¨¢reas de conocimiento y de la arbitrariedad en la formaci¨®n de los departamentos.
Un nuevo acontecimiento -la reforma de los planes de estudio- suma agresividad al medio. El ministerio ha nombrado comisiones en las que, para los estudios de biolog¨ªa, hay representantes de la industria qu¨ªmica y farmac¨¦utica, de la CEOE (entre otros), as¨ª como de las facultades de Qu¨ªmicas, Farmacia y Biolog¨ªa, para proponer un n¨²mero de asignaturas troncales, a partir de las cuales se formen las especialidades (de un total de una veintena hay menos de media docena de bi¨®logos). Se filtran noticias sobre supresi¨®n de asignaturas y se habla de una superespecializaci¨®n prematura no s¨®lo en las carreras de ciencias, sino tambi¨¦n -por ejemplo- en la de sociolog¨ªa.
A todo esto, los alumnos no pintan mucho en esta historia. No participan en la vida acad¨¦mica, como debiera esperarse. Los departamentos se formaron cuando estaban de ex¨¢menes y hab¨ªan terminado el per¨ªodo lectivo; por el momento, la c¨¢mara de representantes no conoce el proyecto de plan de estudios. La preocupaci¨®n de los alumnos se centra en un futuro empleo y, por ahora, tienen comido el coco con la competitividad. Buscarse relaciones, lugares adonde asirse, etc¨¦tera; pero, en general, pasan como si no les ata?era.
Bueno, no son los ¨²nicos. La gente tiene miedo: unos, porque van a ser juzgados en plazo inmediato; otros, porque, si las relaciones no son buenas, no pueden entrar como asociados; otros, porque tememos la supresi¨®n de las asignaturas que impartimos... Luego est¨¢ el Rubic¨®n de 1987, la jubilaci¨®n, etc¨¦tera. Cuando te encuentras con un amigo de estos ¨¢mbitos, lo primero que te pregunta es: "Y vosotros, ?c¨®mo qued¨¢is con esta historia de la reforma?". Todos nos sentimos defraudados e inermes.
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