Demasiadas semejanzas con el Watergate
Reagan ha pedido consejo al ex presidente Nixon
F.G.B., El fantasma del Watergate recorre Washington a medida que la revelaciones del esc¨¢ndalo iran¨ª ofrecen semejanzas con la crisis que provoc¨®, hace 12 a?os, la ca¨ªda de Richard Nixon. El calvario de Ronald Reagan se ha iniciado tambi¨¦n con una operaci¨®n de fontaneros de bajo rango. Como entonces, la Casa Blanca ha aceptado el nombramiento de un fiscal especial; se habla tambi¨¦n de documentos destruidos (Nixon destruy¨® cintas magnetof¨®nicas); el esc¨¢ndalo afecta asimismo a los asesores cercanos del presidente, y, al igual que hizo Nixon en los a?os setenta, Reagan culpa a la Prensa de lo sucedido.
Exactamente igual que hace m¨¢s de una d¨¦cada, el Congreso inicia una serie de investigaciones con interrogatorios a miembros de la Administraci¨®n. Y tambi¨¦n se pide una comisi¨®n especial parlamentaria que repita los pasos dados para aclarar el Watergate.Esto explica que la mayor¨ªa de los norteamericanos (en una relaci¨®n de tres a uno) crea que la Administraci¨®n de Reagan est¨¢ encubriendo los hechos y que, incluso, piense que la crisis es tan seria como la del Watergate, cuando todo comenz¨® con un robo digno tan solo de las p¨¢ginas de sucesos. Para confundir m¨¢s las dos historias, la pasada semana -el s¨¢bado, la ¨²ltima vez- Reagan telefone¨® a Nixon, resucitado hist¨®ricamente para los norteamericanos, para pedirle consejo. El ex presidente, que al igual que Reagan hace dos a?os hab¨ªa obtenido una reelecci¨®n hist¨®rica en 1972, perdiendo s¨®lo un Estado, recomienda a su sucesor que cuente todo cuanto antes y haga una limpieza r¨¢pida de altos cargos.
Para que no falte nada en la preocupante relaci¨®n de coincidencias entre los dos esc¨¢ndalos, ladrones desconocidos entraron el pasado fin de semana en las oficinas del International Center for Development Policy, en Washington, en busca de documentos. Este centro de investigaci¨®n se opone a la pol¨ªtica de apoyo a la contra y lo dirige Robert White, ex embajador de EE UU en El Salvador. White cree que los contras son una tapadera para la CIA. "La Agencia es la que va a derrocar a los sandinistas, no. los rebeldes". Los asaltantes se llevaron un documento con instrucciones para la tripulaci¨®n de un avi¨®n de Southern Air Transport (compa?¨ªa utilizada por la CIA y Oliver North) para realizar una misi¨®n de suministro de armas a los rebeldes. White piensa que personas pr¨®ximas a la contra o a la Administraci¨®n pueden estar implicadas.
De nada sirven las explicaciones oficiales que insisten en las diferencias entre ambos casos. Entonces fue una cuesti¨®n de pol¨ªtica interna la que abri¨® el esc¨¢ndalo: el robo en las oficinas del comit¨¦ nacional del Partido Dem¨®crata en el edificio Watergate de Washington, en junio de 1972. Era una operaci¨®n de espionaje a la oposici¨®n, con participaci¨®n de oscuros personajes en la n¨®mina de la Casa Blanca, autorizados por el ex fiscal general John Mitchell. Ahora se trata de un desliz en nombre de intereses de pol¨ªtica exterior: abrirse a los moderados en Ir¨¢n y rescatar rehenes americanos. Pero tambi¨¦n esta vez aparecen sombr¨ªos escuderos del presidente, como el teniente coronel Oliver North, que recuerda mucho al conspirador Gordon Liddy, el autor de la idea de entrar en el Watergate y que, al igual que entonces, insisten en la lealtad al presidente por encima de la ley.
?Qu¨¦ sabe el presidente?
Bien es cierto que esta vez Ronald Reagan se ha adelantado y ha revelado al menos parte de la operaci¨®n clandestina, ¨¦l afirma que todo lo que sabe hasta ahora. Tambi¨¦n ha aceptado el nombramiento de un fiscal especial, ha nombrado un comit¨¦ de investigaci¨®n del Consejo de Seguridad Nacional y ha abierto una investigaci¨®n criminal a cargo de su ministro de Justicia. Pero la pregunta es la misma que en 1972: ?qu¨¦ sab¨ªa el presidente del desv¨ªo a la contra de dinero procedente de las armas enviadas a Ir¨¢n y desde cu¨¢ndo lo sab¨ªa?
Nadie cree a¨²n, nadie lo desea, aunque los dem¨®cratas hablan de la posibilidad de que la presidencia resulte destruida, que Reagan tenga que dejar la Casa Blanca por este esc¨¢ndalo. Nixon tuvo que abandonar el cargo amenazado de procesamiento por el Congreso, acusado de obstrucci¨®n a la justicia y abuso de poder. Algunos de sus m¨¢s pr¨®ximos colaboradores, como John Erlichman o H. R. Haldeman, su jefe de Gabinete (el Donald Regan del presidente), tuvieron menos suerte y fueron a la c¨¢rcel.
El ambiente en Washington es parecido y, otra vez, The Washington Post ha sido el que primero ha destapado el esc¨¢ndalo y el que mejor lo est¨¢ siguiendo. Incluso uno de los dos periodistas que destrozaron al presidente, obteniendo el Premio Pulitzer por su labor, Bob Woodward, est¨¢ publicando exclusivas casi diarias en primera p¨¢gina. En 1974, Richard Nixon afirmaba: "Nunca he visto una informaci¨®n m¨¢s injuriosa, viciosa y distorsionada". Ahora, Reagan habla de la "gran irresponsabilidad" de los medios de comunicaci¨®n y se refiere a los peri¨®dicos como "tiburones dando vueltas con sangre en el agua".
El republicano Robert Dole le record¨® el lunes a Donald Regan, el hombre que manda en la Casa Blanca, la conversaci¨®n que un asesor de Nixon, Bryce Harlow, tuvo hace 14 a?os con el presidente, cuando los fontaneros a sueldo cubanos fueron cogidos en el interior del Watergate. "No se preocupe, se?or presidente, esto es una historia de tres d¨ªas".
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