'Lazaro' Fraga
Ya lo han conseguido. Ante el acoso de chacales y hienas, de mequetrefes y enanos, de envidiosos e impacientes, un hombre bueno, Manuel Fraga Iribarne, ha tirado la toalla y se ha ido a casa. El luchador incansable, el trabajador infatigable, el espa?ol irreductible, ha debido mirar hacia atr¨¢s y pensar la misma frase que acu?¨® Romanones cuando su ingreso en una de las Academias fue rechazado pese a las promesas previas de sus miembros. "Joder, qu¨¦ tropa", dijo el conde.Se equivocan aquellos que crean que la dimisi¨®n de Fraga es un gesto teatral o un intento de forzar a su partido a adoptar sus posiciones, como ocurri¨® con el partido mayoritario hace cuatro a?os. Desde Londres, y con m¨¢s de 20 a?os de conocimiento del profesor de teor¨ªa del Estado, que fue mi ministro primero, mi embajador despu¨¦s y mi amigo siempre, puedo afirmar que la decisi¨®n es irrevocable y que, despu¨¦s de anunci¨¢rsela oficialmente al Rey, nada har¨¢ cambiar de opini¨®n al hasta ahora l¨ªder de la derecha espa?ola en un futuro inmediato. A medio y largo plazo, es dif¨ªcil hacer previsiones, porque todo depender¨¢ de algo tan imprevisible como la pol¨ªtica.
Hace tan s¨®lo un par de meses almorzaba yo en Madrid con un director general socialista, antiguo jefe de la Oficina de Turismo en Londres, en la Embajada de Fraga, y en la actualidad destinado en la Presidencia del Gobierno. "Si ves a Fraga", me dijo, "dile que se convenza de que los socialistas s¨®lo somos sus adversarios. Que los enemigos los tiene en casa".
Fraga ya lo sab¨ªa. Pero, como siempre, antepuso lo que ¨¦l consideraba el bien de Espa?a con la formaci¨®n de una escuadra compuesta por distintos nav¨ªos a una navegaci¨®n dulce y bonancible al mando de un solo barco con tripulaci¨®n homog¨¦nea. De ah¨ª surgi¨® la idea de la mayor¨ªa natural, una suma de fuerzas de centro derecha capaz de derrotar al socialismo. La idea no parece demasiado descabellada si se considera que es la que ha llevado al centro, derecha al poder en todos los pa¨ªses europeos donde se vota por el sistema proporcional y no mayoritario. La excepci¨®n es el Reino Unido, donde el sistema mayoritario ofrece m¨¢ximas garant¨ªas de estabilidad.
La formaci¨®n de la coalici¨®n con democristianos y liberales produjo tensiones importantes en Alianza Popular, donde muchos dirigentes y amigos de Fraga no comprendieron por qu¨¦ eran preferidos los adversarios de ayer. Los 107 diputados de 1982 acallaron temporalmente las cr¨ªticas. Pero las semillas de la disensi¨®n estaban dentro. El contratiempo en las auton¨®micas de 1983 y el fracaso en las catalanas demostr¨®, una vez m¨¢s dos cosas: que es mucho m¨¢s dif¨ªcil esperar desde la oposici¨®n que desde el poder, y que aquellos que tienen dirigentes pero no tienen votantes creen que destruyendo pueden acelerar su vuelta al poder.
Olvidan muchos de los causantes de la crisis de la derecha espa?ola que para salvar la unidad de la coalici¨®n Fraga accedi¨®, entre otras cosas, a defender una postura abstencionista en el tema de la Alianza Atl¨¢ntica, postura en la que nunca crey¨® sinceramente y que le vali¨® la censura de los partidos conservadores europeos, principalmente la del brit¨¢nico, cuya l¨ªder, Margaret Thatcher, declar¨® que hab¨ªa que defender sin titubeos las mismas posiciones se est6iera en el Gobierno o en la oposici¨®n.
Nadie es insustituible, pero el problema que se le plantea al centro derecha espa?ol con la salida de Fraga es de ¨®rdago a la grande. El hombre que ya en 1971 escribi¨® un libro significativamente titulado Teor¨ªa del centro pol¨ªtico era hasta ahora el aglutinador del 99,9% de los cinco millones de votos que le siguieron en dos sucesivas elecciones generales. Pero, adem¨¢s, su presencia al frente de Alianza Popular era la garant¨ªa para que un sector importante, todav¨ªa no cuantificado, de lo que se ha llamado el franquismo sociol¨®gico permaneciera integrado y participara en las estructuras democr¨¢ticas.
A finales de septiembre habl¨¦ con Fraga a mi regreso de Sur¨¢frica y camino de Londres. Se acababa de producir otra de las gotas que terminar¨ªan colmando el vaso: la crisis Verstrynge. Seguir¨¦ adelante mientras el cuerpo aguante, me dijo, porque creo que la gente sigue conmigo. (Por gente se refer¨ªa, naturalmente, a sus votantes). Pero no le deseo a nadie el infierno de intentar integrar a la derecha espa?ola. Ya lo intent¨® Antonio Maura, y mira c¨®mo acab¨®. Aunque, a?adi¨®, alguien lo tiene que intentar de nuevo, aunque muera en el intento.
La di¨¢spora de la derecha espa?ola se acentuar¨¢ sin la presencia de un dirigente como Fraga, que un¨ªa a una preparaci¨®n intelectual de primera .magnitud el coraje suficiente para presentarse y llenar el front¨®n de Anoeta, de San Sebasti¨¢n. Personalmente, creo que tras los previsibles desastres electorales que el pr¨®ximo a?o sufrir¨¢n las fuerzas no socialistas en las municipales y auton¨®micas, la peregrinaci¨®n para sacar a Fraga del Colombey-les-deux-Eglises que haya elegido ser¨¢ inevitable, a no ser que surja ese l¨ªder que todav¨ªa no se adivina. De no producirse, es muy posible que Manuel Fraga sea sucedido todav¨ªa una vez por L¨¢zaro Fraga.
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