Qui¨¦n ser¨¢ el 'lehendakari'
Bandr¨¦s for lendakari! El eslogan m¨¢s norteamericano para la menos yanqui de las campa?as en las pasadas elecciones de Euskadi. El deseo de que Bandr¨¦s encabece el nuevo Gobierno para el pol¨ªtico que menos cabezazos propin¨® a sus rivales y m¨¢s ha evitado, en fechas tan propicias, pensar con la cabeza del chorlito. Para la coyuntura en la que todos los pol¨ªticos implicados coinciden reclamando grandes dosis de imaginaci¨®n, la propuesta de que se produzca un asalto de la raz¨®n al palacio hibernado de Ajuria Enea.Llamaba la atenci¨®n, precisamente en los d¨ªas de la campa?a, ver la relativa pobreza de los dispositivos de propaganda de Euskadiko Ezkerra. Era dif¨ªcil cruzar las calles o salir de una acera sin tener que saltar las divertidas cintas de colores con que Herri Batasuna reclamaba el voto; era imposible no ver ondeando sobre nuestra cabeza en postes y farolas los encartes y banderines del PNV y Eusko Alkartasuna; por la Concha, las se?oras donostiarras de toda la vida que por all¨ª pasean si hace bueno antes del almuerzo llevaban en la mano, con la unci¨®n de un misal, la rosa roja que Benegas distribu¨ªa personalmente, y hasta un grupo recalcitrantemente extraparlamentario como el Movimiento Comunista de Euskadi (MKE) llamaba poderosamente la atenci¨®n con un cartel en el que cuatro l¨ªderes rivales tocaban los tambores de un no comercializado detergente sobre el desopilante r¨®tulo: "Primero la cagan, y luego nos echan jab¨®n". Bajo el rostro bonancible de Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s, EE llamaba -¨²nicamente- a la raz¨®n. "Tu raz¨®n" puede llegar a ser -ven¨ªan a decir en sus mensajes- "la fuerza de la raz¨®n". Pocos medios, poco ruido, poca voluntad de achantar a los de al lado; s¨®lo la invocaci¨®n a esa vieja dama que se indigna tantas veces con la realidad del Pa¨ªs Vasco -y con raz¨®n-, que es tenida por muchos de sus enemigos como la loca de la casa.
Pero a pesar de esa limitaci¨®n de su reclamo, imagino que debida a la pobreza comparativa de sus finanzas, EE ha obtenido un excelente resultado electoral: proporcionalmente, el mejor de todos los partidos en liza, pues su ascenso ha sido del 50% (de seis diputados en 1984 pasa a contar con nueve ahora, con una subida de m¨¢s de tres puntos en el porcentaje de votos en las tres provincias).
Sobre la base del perfil conciliador y razonante de Bandr¨¦s, sobre el formidable impacto del n¨²mero de sus votantes, y en virtud de una eliminaci¨®n de contrarios que despu¨¦s se ver¨¢, hago la sugerencia de que Bandr¨¦s es la persona id¨®nea en la situaci¨®n actual para asumir la presidencia vasca. Parece indudable, y yo me atrevo a opinar que aconsejable, que la opci¨®n m¨¢s cuerda de alianza pol¨ªtica ser¨ªa la que desembocara en un Gobierno formado por PSE-PSOE, EA y EE, m¨¢s viable y m¨¢s l¨®gica que la posible entente PNV/PSE-PSOE, toda vez que, hoy por hoy, no s¨®lo el PNV se reafirma en su decisi¨®n de pasar a la oposici¨®n, sino porque, incuestionablemente, la formaci¨®n de Ardanza ha sido la gran perdedora moral de estas elecciones.
En palabras recientes de Juan Manuel Eguiagaray, vicesecretario general del PSE-PSOE, "los socialistas van a demostrar su categor¨ªa pol¨ªtica en el proceso de constituci¨®n de los pactos de Gobierno". Se trata de una declaraci¨®n que anima al optimismo, especialmente si la complementamos con las prudentes frases -de estadista m¨¢s que de petardista- de Carlos Garaikoetxea en su primera entrevista, concedida a EL PA?S, tras las elecciones, en las que estima justo aplazar a un tiempo de m¨¢s benignidad civil alguna de las cuestiones candentes del pa¨ªs y ya no se postula a s¨ª mismo, como hace una semana, de lendakari so?ado. Ambas fuerzas (y la fuerza de las personalidades que por ellas hablan) dan a entender que est¨¢n dispuestas a dejar en casa las habituales descalificaciones rec¨ªprocas y buscar una concertaci¨®n propia de momentos de crisis.
Consenso
Pero la clave, a nadie se le escapa, no es tanto la composici¨®n de ese Gobierno tripartito sino qui¨¦n ser¨¢ el lendakari. El t¨¢cito consenso en los sistemas democr¨¢ticos modernos de que el candidato primero del partido con m¨¢s esca?os se encarga de formar Gobierno no implica que esa tarea ordenadora le deba sentar irrevocablemente en el sill¨®n presidencial (en la propia Espa?a republicana, por no citar casos de otra historia, hay ejemplos de lo contrario). Txiki Benegas tiene en estos momentos la autoridad c¨ªvica y los medios de apoyo institucional de ¨¢mbito estatal como para ser un eficaz encargado de compaginar el Gobierno: un manager (dicho, claro est¨¢, sin matiz peyorativo) de la nueva actuaci¨®n. Pero su figura, por atractiva que resulte a muchos que no votan al socialismo, despierta en sectores mayoritarios del pueblo vasco un rechazo simb¨®lico que ser¨ªa rid¨ªculo ignorar. Empe?arse en Benegas como inexcusable lendakari no es una provocaci¨®n; es un palo de ciego que s¨®lo traer¨ªa contusiones en ambos flancos.
Por distinta raz¨®n, y a pesar de la fulgurante performance de su reci¨¦n nacida formaci¨®n y el moderado manto con que Garaikoetxea parece revestirse una vez cerradas las urnas, no parece que ¨¦l fuese la persona adecuada para encabezar ese Gobierno de concordia y pacificaci¨®n que desea la inmensa mayor¨ªa. Garaikoetxea tiene hoy en el PNV, fuerza de gran arraigo en muchas capas de la sociedad de EuskalHerria, un enemigo, me temo que a muy largo plazo irreconciliable, y la humillaci¨®n que su antiguo partido, sin duda, sufrir¨ªa viendo en la sede a¨²n caliente de Ardanza al responsable de la escisi¨®n y su actual d¨¦b?cle no estar¨ªa tampoco compensada para los no peneuvistas, que recordar¨¢n que Garaikoetxea ya fue lendakari, sin que en su mandato el problema de la violencia, la espiral del paro o las grandes iniciativas culturales alcanzaran cotas positivas en Euskadi.
Bandr¨¦s, por el contrario, es una figura intachable y disponible, rellenable de contenidos y de competencias, si se me permite el t¨¦rmino. El hombre culto y de raz¨®n, con historial de paz y un atrayente perfil aza?ista, a quien no por azar votan un gran porcentaje de intelectuales, clases profesionales cualificadas y j¨®venes curados de espanto de las voces de ritual. Es, por otro lado, un pol¨ªtico que tan pasional se muestra gestionando la reinserci¨®n como denunciando las torturas policiales y los desmanes de la ley antiterrorista. Por encima de todo, es un abertzale no cerilmente nacionalista; es decir -al contrario que Garaikoetxea en sus peores personaciones-, no es lo que Joan Fuster llama, con just¨ªsima socarroner¨ªa, nacionalista, esa excrecencia elefanti¨¢sica del car¨¢cter nacionalista que hace del sujeto afectado un suspicaz en exclusiva, quejoso y celoso de la patria vecina (y leo al escritor valenciano en su excelente Diccionario para ociosos, que se reedita estos d¨ªas en la colecci¨®n biling¨¹e de cl¨¢sicos catalanes modernos Marca Hisp¨¢nica, un ejemplo de iniciativa cultural antinacionalista, del que las instituciones vascas podr¨ªan tomar notar en la muy necesaria empresa de difundir la literatura en euskera a otras lenguas). Bajo el fiel de Bandr¨¦s, PSE-PSOE y EA podr¨ªan repartirse equilibradamente las balanzas de ese Gobierno en el que las carteras de gesti¨®n podr¨ªan ir a los socialistas, mientras que EA deber¨ªa tener manos libres para poner paz en los asuntos de interior.
Termino con m¨²sica. Daba grima en los d¨ªas preelectorales o¨ªr los himnos elegidos, por los partidos, que iban de la copla estilo coros y danzas a la marcha cuartelera. EE abri¨® y cerr¨® su campa?a con el concurso de otras melod¨ªas. En Bilbao, Joaqu¨ªn Sabina vari¨® imaginativamente la letra de su conocida canci¨®n Pongamos que hablo de Madrid, poniendo al final el nombre de Bandr¨¦s. Un s¨ªntoma. En San Sebasti¨¢n, Aute interpret¨® sus canciones de hombre urbano esc¨¦pticamente moderno al lado del hermoso lirismo tel¨²rico y brumoso del cantautor guipuzcoano Imanol. ?sa es la m¨²sica ambiental que a uno le gustar¨ªa o¨ªr en los despachos de Ajuria Enea.
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