Peatones y bicicletas ganan espacio a los autom¨®viles
M¨¢s de un 5% de la red vial del centro est¨¢ cerrada a la circulaci¨®n
Si la ciudad es para quien la trabaja, los peatones tienen todas las de ganar. Una encuesta hecha en 1981 revelaba que el 61% de los viajes que se realizaban en el centro de la ciudad se hac¨ªan a pie. Y eso sin contar los cientos de kil¨®metros que diariamente recorren los madrile?os de casa a la parada del autob¨²s o del aparcamiento al trabajo. Las zonas para peatones se extienden poco a poco por el centro y llegan ya a los distritos perif¨¦ricos. Los automovilistas lo tendr¨¢n cada vez m¨¢s dif¨ªcil. Mientras tanto, el tr¨¢fico, la contaminaci¨®n y las cuestas de Madrid desaniman a los ciclistas.
"La ciudad de los ochenta no permite ( ... ) intervenciones de bulldozers urbanos, susceptibles de organizar la ciudad seg¨²n una malla adecuada a las exigencias del autom¨®vil". Lo dice el Plan General de Ordenaci¨®n Urbana de Madrid. Una r¨¢pida lectura del cap¨ªtulo dedicado al transporte basta para saber por d¨®nde van los tiros: "El autom¨®vil privado se concibe como un medio de transporte cuya utilizaci¨®n debe ser atenuada para los desplazamientos ( ... ) radiales y por motivos de trabajo".El distrito de Centro es el campo de pruebas. Las primeras calles y plazas del casco antiguo fueron recuperadas para el peat¨®n en la d¨¦cada de los setenta. En 1980, 4,6 hect¨¢reas de las 139 de superficie vial con que cuenta el distrito estaban ya vetadas para el autom¨®vil.
Cuatro a?os despu¨¦s, los viandantes ganaron dos nuevas hect¨¢reas a los automovilistas. El proyecto m¨¢s ambicioso en esta etapa fue el de la dedicaci¨®n s¨®lo a peatones de calles y plazas del Madrid de los Austrias, zona limitada por las calles de Bail¨¦n, Segovia, Toledo y Mayor. La medida fue bien acogida por un vecindario que menguaba a medida que sub¨ªan los niveles de humos y ruidos.
La superficie cerrada al tr¨¢fico en Centro est¨¢ ya por encima del 5% de la red vial del distrito. Cuando el pr¨®ximo a?o finalicen las obras en una veintena de plazas, calles y solares la proporci¨®n ser¨¢ a¨²n mayor.
Un ejemplo de esta ¨²ltima actuaci¨®n es la de la plaza de Chueca. De una superficie de 1.457 metros cuadrados, aproximadamente el 40% estaba destinada a su uso por el veh¨ªculo. Con la reforma emprendida no hay sitio para los coches. El peat¨®n ha invadido la plaza.
Recuperar la ciudad
"La ciudad no es patrimonio del automovilista", se?ala Valent¨ªn Medel, concejal de Circulaci¨®n y Transportes. "Si se adaptara el viario urbano del centro a la demanda de veh¨ªculos, la situaci¨®n ser¨ªa insostenible dentro de unos a?os. La preocupaci¨®n por la contaminaci¨®n, el nivel de ruidos y la calidad de vida ganan cada vez m¨¢s terreno al problema del tr¨¢fico".
La necesidad de recuperar la ciudad para el peat¨®n es algo en lo que coincide la mayor¨ªa de los urbanistas. "El casco antiguo de cualquier ciudad est¨¢ dise?ado a escala humana", recuerda Medel; "el peat¨®n estaba ah¨ª antes de que surgieran los coches; no podemos condenar el centro de una ciudad para adaptarla al autom¨®vil".
Medel se siente atra¨ªdo por proyectos como el que pretende cerrar al tr¨¢fico el casco antiguo de Par¨ªs. Reconoce que, a largo plazo, Madrid camina en esa direcci¨®n.
Las cr¨ªticas vienen por los dos lados. Francisco Herrera, portavoz del PCE en el Ayuntamiento, considera que "la peatonalizaci¨®n de todo el distrito de Centro es algo que hay que acometer cuanto antes". Sin embargo, Luis Eduardo Cort¨¦s, concejal de Coalici¨®n Popular, piensa que "el cierre al tr¨¢fico privado de muchas calles se ha hecho apresuradamente y sin pensar en v¨ªas alternativas".
La fobia hacia el autom¨®vil se ha extendido tambi¨¦n a los distritos. En Villaverde, San Blas y Tetu¨¢n han florecido ¨²ltimamente jardineras octogonales que cierran el paso a los autom¨®viles. Son la nuevas se?ales de circulaci¨®n prohibida. Seg¨²n el concejal de Urbanismo, Jes¨²s Espelos¨ªn, "el cierre indiscriminado de calles al tr¨¢fico en los distritos perif¨¦ricos puede ocasionar m¨¢s da?os que ventajas".
"Desde hace un mes", a?ade, "el proceso para peatonalizar una calle es m¨¢s complejo, ya que el proyecto tiene que ser aprobado por la Comisi¨®n de Gobierno, previa realizaci¨®n de un informe de la concejal¨ªa de Urbanismo".
La bicicleta resulta m¨¢s veloz que cualquier otro tipo de transporte en distancias de hasta 6,5 kil¨®metros. A esta conclusi¨®n llegaba un estudio contenido en la propuesta del Plan General de Urbanismo, que propon¨ªa varias medidas para potenciar el uso de la bicicleta para el transporte urbano.
S¨®lo para 'bicis'
As¨ª comenz¨® en 1982 la construcci¨®n de 30 aparcamientos para bicicletas, situados junto a centros culturales, estaciones de transporte y otros servicios p¨²blicos. Cuatro a?os despu¨¦s, estos aparcamientos parecen condenados al olvido. Apenas son utilizados por los ciclistas.
La falta de seguridad, la orograf¨ªa de Madrid y la contaminaci¨®n echan para atr¨¢s a los aficionados a este tipo de transporte.
Una vez enterrado el proyecto de habilitar un carril-bici entre la glorieta de Bilbao y la Ciudad Universitaria, al ciclista urbano s¨®lo le quedan dos opciones: o arriesgarse entre la jungla de autom¨®viles o esperar al fin de semana para dar vueltas y vueltas en uno de los seis vel¨®dromos urbanos (calle de Fuencarral, Pr¨ªncipe de Vergara, barrio del Pilar, avenida de Arcentales, paseo del Rey y paseo de Federico Garc¨ªa Lorca). Tambi¨¦n le queda el socorrido paseo de coches del Retiro o el circuito para bicicletas en Entrev¨ªas.
Mientras tanto, la localidad madrile?a de Majadahonda, pionera en la implantaci¨®n del carril-bici, extiende sus tent¨¢culos. Pozuelo ser¨¢ probablemente la primera poblaci¨®n con la que establezca sus v¨ªnculos ciclistas. Luego le tocar¨¢ el turno a la capital: el Gobierno regional anunci¨® la semana pasada la futura construcci¨®n de un carril para bicicletas entre Majadahonda y Madrid. El trazado est¨¢ a¨²n por decidir.
El deporte sale a la calle
La cita anual est¨¢ en la calle. Carreras populares, maratones, fiestas de la bicicleta... Por una ma?ana, la calzada se olvida de lo que es el humo y la presi¨®n de los neum¨¢ticos. Lo agradecen miles de madrile?os, aunque otros tantos maldigan el invento por los problemas de tr¨¢fico que ocasiona.Y es que el d¨ªa en que la ciudad amanece tomada por 350.000 ciclistas no es para menos. Por unas horas se apoderan del paseo de la Castellana, de la calle de Princesa, de Mayor, de Alcal¨¢ y de Pr¨ªncipe de Vergara. Madrid a sus pies.
Lejos quedan los intr¨¦pidos 30.000 ciclistas que dieron la bienvenida a la fiesta de la bicicleta all¨¢ por 1978. La cifra se multiplica a?o por a?o. Tambi¨¦n aumenta la inventiva de los madrile?os, que aprovechan la ocasi¨®n para convertir las calles en un verdadero carnaval.
De carnaval es tambi¨¦n el aspecto que ofrece la mayor¨ªa de los corredores que logra acabar el marat¨®n de Madrid.
La cita es en abril. El n¨²mero de participantes se ha estabilizado en torno a los 4.000 corredores. Con nueve ediciones a sus espaldas, el marat¨®n de Madrid hace sombra a las grandes maratones populares. Punto y aparte es la marat¨®n de Nueva York, con 20.000 corredores en su ¨²ltima edici¨®n.
Las carreras populares del Agua, de Canillejas, de Moratalaz, de San Silvestre o de Coslada, entre otras, sirven para ilustrar el auge de las carreras urbanas. Otras m¨¢s modestas se organizan tambi¨¦n en la mayor¨ªa de los distritos.
La calle tambi¨¦n es de los ni?os. Por un d¨ªa al a?o se acabaron los partidos de f¨²tbol sobre el asfalto con la mirada puesta en los coches. La calle de Bravo Murillo es el escenario.
Desde la una de la tarde a las nueve de la noche, los peque?os pueden montar en burro, jugar al tenis o presenciar la quema multitudinaria de una falla en una calle que, a las horas puntas de un d¨ªa laborable, est¨¢ que arde.
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