La burgues¨ªa est¨¢ loca, loca, loca

Seguimos en baja forma. Contin¨²a la etapa menos inspirada de Claude Chabrol, lo que no quiere decir que est¨¦ llena de malos t¨ªtulos -aunque haberlos, haylos: Le magicien, anterior al de esta noche, afortunadamente ausente del ciclo, lo es-, sino, sencillamente, que ¨¦stos no llegan a la altura de otros precedentes. Descrubrimos esa etapa la semana pasada, con Inocentes con manos sucias, y la corroboramos ¨¦sta, con Locuras de un matrimonio burgu¨¦s, un aut¨¦ntico fracaso econ¨®mico en la filmograf¨ªa chabroliana que aqu¨ª, entre nosotros, tuvo un p¨¦simo lanzamiento, llegando a no exhibirse en algunas capitales, Barcelona entre ellas.Chabrol quiso hacer una especie de suma de sus preocupaciones, algo as¨ª como una superproducci¨®n de su propio mundo, fall¨¢ndole, si no radicalmente, s¨ª en grave parcialidad, la operaci¨®n. Un reparto cosmopolita y multiestelar y una localizaci¨®n grandilocuente, suntuosa, para narrar mil y un asuntos sentimentales, infinitos tri¨¢ngulos, estropearon lo que, en petit comit¨¦, como tantas otras veces, hubiera podido ser una disecci¨®n calculadamente cient¨ªfica de la gran burgues¨ªa, aparte los hallazgos aislados, m¨²sica suave y buen oficio para disfrute de los incondicionales del cineasta franc¨¦s. Su inclusi¨®n en el cielo, en cualquier caso, es representativa.