'La hijuela de Borges'
En un art¨ªculo (La hijuela de Borges) de EL PA?S del 4 de diciembre, que firma Andr¨¦s Trapiello, se arrojan a la cara del lector cantidad tal de dogmas, juicios de valor y descripciones varias, que a uno se le vienen a la pluma, con respecto al autor, precisamente aquellas descripciones a las que nunca se adaptar¨ªa el se?or Trapiello (de ello, ostentosamente, huye). No ser¨¦ yo quien le describa, como ¨¦l hace -intenta-, con los dem¨¢s humanos. So capa de ejercer una muy sana (y por m¨ª compartida) cr¨ªtica a un anuncio que utiliza la imagen (la memoria, la obra) de Jorge Luis Borges para vender 80 libros en los quioscos, el autor nos relata, viniendo muy dudosamente a cuento, el episodio en que vio a Borges cruzar la calle y los pensamientos que, en tal ocasi¨®n, le asaltaron. Huyendo definitivamente de la motivaci¨®n primera del escrito, coloca a quienes admiran a Borges en un par de categor¨ªas (las dos, en su definici¨®n, altamente ofensivas), situ¨¢ndose ¨¦l precisamente en ese Olimpo-observatorio y ejerciendo desde all¨ª labores de adjetivaci¨®n y descripci¨®n de comportamientos (diferentes del propio, se supone); as¨ª el autor estar¨ªa, por cierto, situado en otro nivel entre los admiradores de Borges: posiblemente en ese nivel de los con tendencia a ser fieles custodios de su significaci¨®n, anticorruptores de la memoria del genio: no todos hemos visto a Borges cruzar la calle. Pone a parir (con perd¨®n) a Borges, a sus lectores, a sus disc¨ªpulos, a los compradores de los libros de la colecci¨®n (?ah!, a V¨ªctor Hugo); se vale, para ello, del f¨¢cil recurso de la apropiaci¨®n de la cita (Horacio dixit,), de su erudici¨®n literaria (Homero versus Cervantes); se plantea la adecuaci¨®n a la realidad -que confunde con su gusto- del lenguaje de Borges, niega la met¨¢fora, el libre albedr¨ªo en la expresi¨®n, la licencia po¨¦tica (lo que Borges dijo que le hab¨ªa sido dado leer o escribir); cuestiona la l¨®gica del genio -compar¨¢ndola, quiz¨¢, con la propia-: "Si Borges no cre¨ªa en Dios, ?por qu¨¦ creer¨ªa en el destino?". (Habr¨ªa que indicar aqu¨ª que, de una no demasiado atenta lectura de Borges, con respecto a este tema, ¨¦l se preguntaba el porqu¨¦ de admitir la existencia de Dios y el porqu¨¦ de negarla.) Existe tambi¨¦n en este art¨ªculo una no disimulada pretensi¨®n de cuadricular no s¨®lo la obra de Borges, sino, parece, toda obra que el se?or Trapiello, personalmente, no entienda. Y, si ello fuera poco, busca apoyos a sus tesis en una gratuita pluralizaci¨®n.... no queremos ver a Borges en esa mala funci¨®n". ?Qui¨¦nes? Muchos no queremos ver a Borges en esa mala funci¨®n, pero, se?or Trapiello, ello incluye a quienes le le¨ªmos (le leemos), a quienes le admiramos, a quienes podamos comprar libros de esa colecci¨®n y no por ello somos vizcondes taconeantes, serviles, lev¨ªticos y mediocres (son sus palabras); evidentemente, por todo lo contrario, no somos tampoco usted. Debiera, creo, tener presente (ent¨¦rese, al menos) que hay m¨¢s opiniones; que la cr¨ªtica ejercida contra algo concreto (le repito: de acuerdo con todo lo que se refiere a la utilizaci¨®n de Borges en la susodicha colecci¨®n), no desautoriza, en primer lugar, a quienes no la ejerzan, ni a quienes no la compartan; ni todo cuanto se diga en gratuita mezcolanza puede ser asumido por quienes, al principio del art¨ªculo, pudieran estar de acuerdo con usted; ni el dogma es, me parece, ¨²til, al menos en literatura.Borges afirm¨® que Io que decimos no siempre se parece a nosotros". Conf¨ªo en que el art¨ªculo en cuesti¨®n sea el fruto de una m¨¢quina de escribir desbocada cuyo resultado no se parezca a lo que se quiso decir. Hay quienes creemos (humildemente, eso s¨ª) que s¨ª hay libros importantes; que creemos en los libros por m¨¢s razones, otras razones, que la imperfecci¨®n de la vida, y que creemos (tambi¨¦n humildemente) que la literatura de Borges, que la Literatura, est¨¢ por encima de cierta seudofilosofia (recuerde a Borges: "La filosofia no es otra cosa que una coordinaci¨®n de palabras), de ciertos aires de maestro incontestable que trata a sus alumnos, precisamente, desde otro Olimpo de (tambi¨¦n) cierta pedanter¨ªa.-
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