El triunfo del canto
Brigitte Fassbender e Irwin Gage.Obras de Liszt, Strauss y Maliler. Teatro Real. Madrid, 17 de diciembre
El recital de Brigitte Fassbender alcanz¨® merecidamente uno de los mayores ¨¦xitos del presente curso musical. Abrieron el concierto cinco piezas en idioma alem¨¢n de Franz Liszt, escogidas entre las m¨¢s de 50 que compuso y m¨¢s bien pertenecientes a su ¨²ltimo per¨ªodo, para continuar con otras en franc¨¦s de car¨¢cter m¨¢s rom¨¢ntico. Bueno ha sido recordar en el a?o del centenario de Liszt, aunque sea al final, una parte importante de su obra que ha permanecido pr¨¢cticamente ajena en los correspondientes homenajes.
Los cinco lieder de Strauss que iniciaron la segunda parte reun¨ªan belleza y serenidad para concluir con el amargo lamento del Caminante errante, de Mahler. Por una vez hubo unanimidad en el Real, no ya, entre el p¨²blico, sino entre la cr¨ªtica. Acudimos todos los que de una u otra forma realizamos estas labores en los diferentes medios de comunicaci¨®n, y todos aplaudimos con entusiasmo a la cantante alemana.
Un triunfo al que a?ade valor la dificultad que para nuestro p¨²blico posee el lied alem¨¢n, con m¨²sica no sencilla y textos de dificil comprensi¨®n.
Pero la Fassbender lo logr¨®. Para empezar, la cantante berlinesa es una aut¨¦ntica mezzosoprano, lo que no es poco en un panorama plagado de sopranos cortas, como el p¨²blico madrile?o pudo ya comprobar en su breve pero impactante aparici¨®n como Fricka en las pasadas representaciones de Walkiria del teatro de la Zarzuela. El timbre es atractivo y c¨¢lido, grande la musicalidad y mucho mayor el temperamento. Las coloraturas le resultan f¨¢ciles con un registro de extensi¨®n y potencia suficiente. Es una de esas voces que corren en cualquier teatro. Podr¨ªa escribirse de matices en cada uno de los lied, desde la est¨¢tica tristeza con la que expuso Un pino se yergue solitario a la paz que emanaba de las palabras con las que cerr¨® ese impresionante monumento que es la ¨²ltima creaci¨®n del ciclo de Mahler; pero, con todo, hubo algo que me llam¨® mucho m¨¢s la atenci¨®n y que recorri¨® todas y cada una de sus interpretaciones. Es ¨¦sta una sensibilidad especial, que se manifiesta en la forma de frasear, de exponer y sentir las canciones y que traspasa los l¨ªmites estrictamente femeninos para adentrarse en los varoniles, tif¨ªendo su decir de un poderoso encanto. No fue ajeno a este ¨¦xito el pianista americano Irwin Gage, habitual colaborador de primeras figuras. ?Qu¨¦ placer resulta escuchar un recital as¨ª!.
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