La historia recobrada
Queremos decir con este t¨ªtulo, La historia recobrada, que con este Premio Cervantes a Antonio Buero Vallejo el decurso de la historia ha entrado en raz¨®n. Ese hecho realizado por Antonio Buero Vallejo de ofrecernos en 1949 -recordemos la cr¨®nica de aquellos tiempos que fue Historia de una escalera-, supon¨ªa lo que toda la gente sabe ya, que se nos ofrec¨ªa en aquella fecha una carta de navegaci¨®n cierta, que est¨¢bamos en un nuevo camino, que la guerra civil no hab¨ªa destruido del todo el escenario nacional.Y esto no queda aqu¨ª. Buero Vallejo se mantuvo en sus trece, y nos ha aportado nuevos hallazgos bien marcados con letra roja en nuestros anales. Una labor incre¨ªble, segura, ejemplar. Cuando hemos querido reconocer la identidad de Buero en nuestro teatro a lo largo de estos 30 a?os cumplidos hemos hablado de un proceso que va desde el suceso a la par¨¢bola y al mito. Su obra ha sido el cumplimiento del mismo. As¨ª desde la primera hasta la ¨²ltima. Primero, el suceso, y cuando decimos suceso lo tenemos que admitir en su acepci¨®n m¨¢s simple, al pie de la letra. Este suceso puede variar, desde el propio hecho ya acaecido a la noticia callejera.. Al bulo, el chisme y la alcahueter¨ªa, el accidente, el contratiempo, una desgracia, el esc¨¢ndalo, la peripecia, una novedad. Todos son sucesos, y pueden considerarse como buenos o malos, alegres o tristes, bellos o feos. El suceso es un acto que acontece en un tiempo y sobre una geografia. Esto todo el mundo lo comprende. Este suceso nos cerca, nos estimula, nos obliga a replicar o nos deja callados y mudos. En cualquier caso, tenemos que responder a su pregunta. Frente a todo no podemos permanecer neutrales. Nos compromete de alguna manera. Asi le ocurri¨® a Buero ante ese asalto de sucesos de la cr¨®nica actual. Lo que desconocemos hoy es si esta contestaci¨®n fue primero pol¨ªtica y despu¨¦s moral o al contrario.
Nuestro dramaturgo ya se halla ante el suceso. Y m¨¢s tarde llegar¨¢ el momento de su respuesta, porque ¨¦l fue siempre un espa?ol intranquilo. Consigo mismo posee muchos instrumentos de trabajo, la herencia recibida, el esp¨ªritu dial¨¦ctico que se disputa el s¨ª y el no. El teatro naturalista, el teatro l¨²dico, el teatro de lo absurdo, la tragedia, el sainete o el esperpento. La tradici¨®n y la vanguardia. Que de todo hay en la vi?a del Se?or, y adem¨¢s tantos m¨¦todos de expresi¨®n, literaturas distintas, las formas m¨¢s asequibles o dificiles. C¨®mo llegar al p¨²blico, al pueblo, a la gente. ?l escoger¨¢ la par¨¢bola como herramienta de comunicaci¨®n. ?Qu¨¦ es una par¨¢bola? Estimamos que para aclarar esta palabara, su contenido, qu¨¦ realidad o invenci¨®n representa, lo mejor es abrir el Evangelio de san Marcos donde se nos dice que el Hijo del Hombre, todo con may¨²scula, separa a los disc¨ªpulos de la muchedumbre con el fin de que entendieran mejor aquella par¨¢bola del sembrador que conten¨ªa la realidad del misterio del Reino de Dios: "Para que viendo, vean, y puedan asumir ese Reino; para que oyendo, oigan y entiendan, para que as¨ª se conviertan y les sean perdonados los pecados".
Real y llanamente
Es decir, que Jesucristo a sus disc¨ªpulos les habla real y llanamente con su discurso directo, y a los otros, se vale de la par¨¢bola para que comprendan su mensaje, y usa la imagen, una comparaci¨®n y no nos atrevemos a decir un s¨ªmbolo, para comunicarse. Buero supo aprovecharse todo, con su buen talento, por ejemplo, con el Concierto de San Ovidio no ha hecho sino proseguir un itinerario ilustre, el de las par¨¢bolas, el m¨¢s pr¨®ximo, el del Pato salvaje, de Henrik lbsen; Los condenados, de Gald¨®s; Eljardin de los cerezos, de Anton Chejov; La buena alma de Se-Tchouan, de Bertolt Brecht; Las moscas, de Sartre, y El rinoceronte, de lonesco.
Hemos de terminar en el mito. El mito teatral de Buero. No sabemos si m¨¢s dificil nos resulta todav¨ªa abordar esta cuesti¨®n peligros¨ªsima del mito, la palabra, su discurso, el significado real o mentiroso. Qu¨¦ contienda m¨¢s enredada. Vamos a seguir en parte el pensamiento de nuestro importante fil¨®sofo Jos¨¦ Ferrater Mora para encararnos con este delicado tema. Hay que separar lo ficticio de lo real. Lo que nos afirma nuestro pensador es que lo que dice el relato m¨ªtico responde a la realidad. Que no es lo contrario exactamente del pensamiento cl¨¢sico de Plat¨®n cuando cre¨ªa que el mito era la expresi¨®n de ciertas verdades que escapan al razonamiento. Como necesidad inherente de la cultura, con una meditaci¨®n m¨¢s moderna, hasta alcanzar la relaci¨®n fraternal entre el mito y el s¨ªmbolo de L¨¦vi-Strauss. Nos vamos a quedar con el pensamiento de Jos¨¦ Ferrater Mora. El mito es tambi¨¦n una respuesta a la realidad. Una manera de entender el teatro de Buero. Nos referimos a la realidad hist¨®rica que nuestro dramaturgo ha querido desnudar ante los espa?oles, con pudor, sin duda, pero asimismo porque no ha podido hacer otra cosa. Se necesitaba elevar esta realidad a la categor¨ªa de mito. Se recordar¨¢ la respuesta de lbsen al rey de Suecia Oscar II cuando, ante la censura de su majestad por la representaci¨®n de Espectros, que le parec¨ªa desagradable, de por qu¨¦ la hab¨ªa escrito, aqu¨¦l le contest¨®: "No he tenido otro remedio".
Babelia
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