La constancia

A menos de 20 pasos de las tumbas de Castelao y Rosal¨ªa de Castro, en un escenario que evidenciaba precariedad e improvisaci¨®n, sin condiciones ni dimensiones apropiadas, el grupo Metros mostr¨® un trabajo m¨¢s maduro y consciente que en su primera presentaci¨®n madrile?a, en la pasada edici¨®n de la muestra de danza del Centro Cultural de la Villa.

El lugar, la nave central de Santo Domingo, con un ¨¢bside g¨®tico al fondo y esas fantasmales escenograf¨ªa rode¨¢ndole que son los retablos barrocos (ya desantificados, como la iglesia toda), dio un encanto ritual a la danza. La t¨¦cnica de estos bailarines es ahora un poco m¨¢s limpia y ya parece han entendido la parte interior de la propuesta de Oller, pues la obra est¨¢ llena de sugerencias psicologistas muy precisas.

Por otra parte, el vestuario ha sido patinado por el uso y mejorado en su confecci¨®n perdiendo rigidez y haci¨¦ndose d¨²ctil al cuerpo.

De metros i metros, en su versi¨®n corregida, es mucho m¨¢s equilibrado, y la danza ha sufrido un pulimento que mejora notablemente el resultado final. Oller domina el grupo, y las asociaciones esc¨¦nicas est¨¢n muy estudiadas para crear tensiones; la obra es angustiosa y llena de choques personales y diversos, con un fuerte contenido de teatralidad abstracta que se apoya casi ¨ªntegra y literalmente en el plano sinf¨®nico (de Agust¨ª Fern¨¢ndez. Es una danza que, siendo absolutamente contempor¨¢nea, usa del c¨®digo cl¨¢sico reconvertido hacia los modos de hoy, explotando la din¨¢rnica del giro y el equilibrio para crear un tejido visible y continuo.

Tema discutido

El experimento cat¨¢rtico de las diagonales sin m¨²sica ha sido reelaborado por Oller y hoy ya no aburre, sino que, por el contrario, equilibra el total de la entrega. Este tema es muy discutido. La vena de investigaci¨®n purista de los core¨®grafos suele hacer que pierdan el norte y la perspectiva del aguante del p¨²blico no entrenado para con el experimento. Oller se ha controlado y reduce esta zona de su espect¨¢culo al planteamiento justo.Santo Domingo estuvo lleno hasta el coro de un p¨²blico mayoritariamente joven que aplaudi¨® sonora y largamente a los metrodanzantes, algo que necesitaban, ya que el fr¨ªo de las piedras y el peralte de la b¨®veda le pon¨ªan la piel de gallina a todos los presentes.