El capit¨¢n Red y el 'Neptuno'
Piratas es una pel¨ªcula que empez¨® a gestarse inmediatamente despu¨¦s de Chinatown, es decir, a principios de los setenta. Jack Nicholson era el protagonista del proyecto antes de que las cosas empezaran a complicarse. De entrada, Nicholson pidi¨® una suma muy superior a la esperada y, a continuaci¨®n, Polanski, acusado de violar a una menor, tuvo que exiliarse de nuevo y abandonar los Estados Unidos.Los Piratas naufragaron en Europa porque lo crecido del presupuesto escapaba a las posibilidades de navegaci¨®n de las productoras francesas, italianas, etc¨¦tera. Mientras esperaba poner en marcha ese sue?o aventurero, Polanski dirig¨ªa Tess o la formidable Le locataire, y el mundillo cinematogr¨¢fico se ve¨ªa convulsionado por la aparici¨®n de un nuevo impulso hollywoodense que, de la mano de Spielberg, renovaba las pel¨ªculas para adolescentes, dando un mayor protagonismo a los efectos especiales, a la vertiente de comic del relato, en detrimento del gui¨®n convencional y eligiendo como tema central de su propuesta de cuento de hadas el enfrentamiento entre civilizaci¨®n y barbarie.
Piratas
Director: Roman Polanski.Int¨¦rpretes: Walter Matthau, Cris Campion, Charlotte Lewis, Olu Jacobs, Damien Thornas, Richard Pearson, Jos¨¦ Santarnar¨ªa, David Kelly. Gui¨®n: Gerard Brach y R. Polanski. Fotograf¨ªa: Witold Sobocinski. M¨²sica: Phillippe Sarde. Decorados: Pierre Guffroy. Vestuario: Anthony Powell. Franco-tunecina, 1986. Estreno en Madrid: cines Palacio de la M¨²sica, Juan de Austria y Novedades.
Por eso, en 1985, cuando finalmente Polanski pod¨ªa iniciar el rodaje de Pirates bajo un ex¨®tico pabell¨®n compartido entre T¨²nez y Francia, la idea inicial aparec¨ªa enturbiada. Rodar una pel¨ªcula de aventuras en 1973 o hacerlo en 1985 es algo muy distinto, el p¨²blico es otro, espera otro tipo de diversi¨®n y asocia "espect¨¢culo para todos los p¨²blicos" con un tipo de planteamiento que ya no es el del Walsh de El hidalgo de los mares o el Curtiz de El capit¨¢n Blood.
Polanski y Brach, que se documentaron exhaustivamente para escribir el gui¨®n y que revisaron toda la filmograf¨ªa existente sobre corsarios hasta 1970, llegaron a la conclusi¨®n de que nada de lo realizado hasta entonces era convincente en el plano del realismo. Es m¨¢s, para ellos, la obra cumbre segu¨ªa siendo El capit¨¢n Blood.
Su exigencia de realismo se ha centrado tanto en la imagen como en la historia, lo que no impide un breve par¨¦ntesis de comedia de enredo para resolver la parte sentimental del asunto. Este prurito de realismo hist¨®rico, que no alcanza a Spielberg y a sus ep¨ªgonos, es lo que distancia Piratas de la producci¨®n contempor¨¢nea, lo que le confiere su extra?o aire de reproducci¨®n, de filme hecho a la manera de.
Walter Matthau, un actor m¨¢s asequible y excelente, ha sustituido al endiosado Nicholson y entre ¨¦l y un gale¨®n construido expresamente para el filme por m¨¢s de 8 millones de d¨®lares, se reparten el protagonismo. Todo cuanto hay alrededor palidece, se somete a la conveniencia de dejar mandar al malvado e ingenioso capit¨¢n Red y dejarse fascinar por los 68 metros de eslora del nav¨ªo, sus tres m¨¢stiles, 4.500 metros cuadrados de vela y tres puentes, con camarotes perfectamente acabados. Pero si Red es divertido, el Neptuno es impresionante, pero s¨®lo durante un rato. Una vez los ojos se han habituado a su presencia, el espectador quisiera que el gale¨®n sirviera para algo m¨¢s, que no fuera un continuo recordatorio del costo de la producci¨®n.
Fant¨¢stico nav¨ªo
Su posici¨®n central dentro de la ficci¨®n llega a ser tal que los protagonistas se olvidan del tesoro que, sobre el papel, era el motor d¨¦ sus andanzas, y s¨®lo se interesan por apoderarse de tan fant¨¢stico nav¨ªo. Pero desde la platea, sentado en una butaca, uno piensa que prefiere la isla del tesoro y las haza?as en las selvas tropicales, los abordajes o zafarranchos de combate al pulcro documental sobre el Neptuno. Poco importa que Polanski filme bien, que sea un cineasta con oficio y elegancia, que su erudici¨®n y sentido del humor le permita mezclar al Eisenstein de Potemkin con el Siodmak de El terrible burl¨®n.Al capit¨¢n Red le faltan compa?eros de correr¨ªas, canallas tuertos y con pata de palo como ¨¦l, dispuestos a acabar con todo el ron de Puerto Espa?a, secuestrar a la hija del gobernador, enamorarse de ella mientras otros se entretienen violando madres de familia o ense?ando malabarismos a ni?os repipis que nunca hab¨ªan conocido algo peor que la palmeta del preceptor.
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